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Economía más complicada: dólar bajo presión y no cede la inflación

El dólar no da respiro al Gobierno. La inflación pareciera que encontró un piso en el 4% mensual. La economía real sigue sin reaccionar.

El cierre de la semana volvió a mostrar que no hay un horizonte claro sobre cómo y cuándo la economía saldrá de la recesión en la que se encuentra sumergida. Los principales indicadores socioeconómicos siguen en rojo y existen posibilidades ciertas de que en el segundo semestre se profundice este negativo escenario si el Gobierno no acelera los cambios que se necesitan para generar un punto de inflexión en la economía.

La inflación de junio, dada a conocer el viernes por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), se ubicó en el 4,6% cuatro décimas por encima del mes anterior. ¿Encontró un nuevo piso? Esta claro que bajar los precios de una aceleración del 25%, como fue en diciembre, al 4% es mucho menos complicado que perforar ese último valor y mantener su tendencia a la baja.

Durante la “Primera Fase” del programa económico, el ministro Luis Caputo liberó los precios de los alimentos en forma inmediata y programó la liberación de los servicios en forma progresiva. Sobre el dólar, sin embargo, aplicó una “tablita cambiaria”, tras una devaluación de poco más del 100% a días de la asunción del nuevo Gobierno. El mercado asegura que, con las mismas herramientas aplicadas hasta ahora, no se podrá sostener hacia la baja la inflación. De ahí que no son pocos los economistas que aseguran que en el segundo semestre del año, el índice de precios al consumidor (IPC) se moverá entre las franjas del 3% al 5%, sin una clara tendencia.

A fines de junio el consenso de los especialistas, dio como resultado una estimación para el mes en la que que la inflación se ubicaría en el 5,2%. Este valor surgía de la mediana de respuestas de la encuesta Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) que realiza mensualmente el Banco Central. “Esto sí que pondrá muy nervioso a los econochantas que hablaban de un rango del 5,5% al 6,5%”, dijo el presidente Javier Milei en su cuenta de la red social X, cuando el ministro Luis Caputo adelantó que la inflación de junio iba a ser menor al 5%. “Frente a la pifia seguro que van a empezar con el debate de los decimales y dejarán de lado el tema tarifas. Recomiendo que a estos chantas le relean los informes de diciembre”, agregó el primer mandatario. Dejando las tradicionales diatribas del presidente, los fríos números oficiales muestran que se frenó la desaceleración que traían los precios desde diciembre.

Como ocurrió en todos los Gobiernos de los últimos años, y el de Javier Milei no fue la excepción, aparecieron los argumentos para relativizar los números del organismo estadístico. “La inflación núcleo, que es lo importante en este momento, sigue con su tendencia a la baja”, confiaron las autoridades de Economía el mismo viernes por la tarde, minutos después de que el INDEC difunda los datos de junio.

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Le cuesta a la inflación perforar el piso del 4% mensual...todo un problema para el Gobierno.

Le cuesta a la inflación perforar el piso del 4% mensual...todo un problema para el Gobierno.

En definitiva, lo importante -y no menos preocupante- es que se ingresa al segundo semestre del año con una inercia de precios que todavía no está controlada. Y este contexto se da en un proceso altamente recesivo. Lo que buscó en todo este último tiempo el Gobierno con la retracción de la actividad económica, fue frenar el exceso de demanda y que dicha dinámica contractiva genere una presión descendente en la tasa de expansión de precios. Esto es básico para la lucha contra la inflación. “Cuanto más arraigada estén las expectativas inflacionarias en la mentalidad de una coyuntura, mayor dolor habrá que implantar en la economía real a los efectos de desterrar la perversa dinámica del incremento de precios. Y esta es la realidad que le tocó enfrentar al actual gobierno y los costos que estamos observando en términos de retracción de actividad económica son muy altos pero a la vez, obvios, indispensables e inevitables”, confió en uno de sus últimos escritos el economista Germán Fermo.

El Gobierno, está navegando por el filo peligroso de la paciencia social. Las medidas de ajuste económico y la reestructuración de los precios internos están golpeando duramente el bolsillo del ciudadano común, aquel que se levanta cada día para ir a trabajar, para el cual el efecto pobreza es más que una realidad palpable. La pregunta es cuánto durará esa esperanza, cuanto aguanta la paciencia y qué desafíos se abrirán para el plan de Gobierno en este segundo semestre, en términos de un real desarrollo de la economía.

El dólar, el otro dato negativo

La estrategia de la “tablita cambiaria” presenta claros síntomas de agotamiento. El ministro Luis Caputo, se comprometió, a partir de enero, a devaluar el peso a una tasa del 2% hasta fin de año. Una de las pocas promesas del Gobierno que, hasta ahora, se están cumpliendo. Junio mostró una nueva pérdida de competitividad sobre el dólar oficial. Contabilizada una inflación promedio del 4,6%, la devaluación fue del 2%.

Cuando se toma el recorrido del semestre, los indicadores son realmente preocupantes. Los precios corrieron en este período al 80% contra un IPC del 13%. En todo este tiempo, lo que más se estimuló fue la bicicleta financiera aprovechando los inversores la previsibilidad que le otorga la “tablita cambiaria”.

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La "tablita cambiaria" conspira con la competitividad de las exportaciones argentinas.

La "tablita cambiaria" conspira con la competitividad de las exportaciones argentinas.

Pero en el mercado ‘libre’ los restantes dólares buscaron su propio equilibrio en el mercado. Sin señales claras, y entendiendo que el actual esquema cambiario tiene pocas posibilidades de éxito, la mayor parte de los inversores -y pequeños ahorristas- se reposicionaron en moneda dura. Esto llevó a los dólares financieros y paralelo a niveles récord en términos nominales. El blue tocó al cierre del viernes los 1.500 pesos, creciendo en los últimos 90 días poco más del 52%, llevando la brecha cambiaria (diferencia entre el dólar paralelo y el oficial) arriba del 60%, las más alta de la gestión de Javier Milei.

Y como ocurrió con la inflación, apareció la voz del presidente Milei acusando a la oposición de generar estos bruscos movimientos en el mercado cambiario. Vinculó al Banco Macro con Sergio Massa y apuntó a una maniobra para desestabilizarlo. Señaló que el Banco Macro “creció haciendo negocios con la Anses” durante la gestión del ex candidato kirchnerista y que “juega para otro lado”.

Pero la realidad es que, cada mes que pasa, sostener la devaluación del 2% con un IPC arriba del 4% genera fuertes inconsistencias en el sistema. Una de ellas es la pérdida de competitividad que se presenta sobre la oferta exportable argentina, la única fuente genuina de divisas para el país. Para las empresas que exportan, los costos de sus productos hoy suben en dólares a tasas muy altas y el mercado internacional no termina por convalidarlos con un aumento de precios en las góndolas. Esto termina, en el corto palazo, con la pérdida de los mercados externos.

Toda una paradoja para lo que se denomina un Gobierno liberal.

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