El (fallido) intento neuquino de industrializar en origen

La industrialización en origen de los hidrocarburos neuquinos es un objetivo de larga data. Pasa el tiempo y no se avanza, ¿por qué?

Antes de que se contara con gasoductos que posibilitaran el transporte hasta los centros de consumo, el gas que surgía al extraer petróleo de los yacimientos neuquinos era venteado y quemado. Esta práctica significaba el derroche del recurso gasífero y la generación de contaminación atmosférica.

La posibilidad de comercialización del gas requería de la construcción de gasoductos, una cuestión que en esos tiempos no estaba solucionada en su ecuación económica.

En base a los proyectos formulados desde los organismos de gobierno para el desarrollo industrial de la provincia del Neuquén, se buscaron alternativas para el aprovechamiento de los hidrocarburos, entre los que se incluyó la producción industrial a partir de utilizar el gas generado y que no tenía destino productivo ni de consumo. Entre las diferentes posibilidades que se presentan para su utilización en la industria, el gas constituye un insumo para las producciones del rubro petroquímico.

Venteo y quema de gas

En la década de 1960, se resaltó la conveniencia de formar una sociedad entre YPF y la provincia, con el propósito de la instalación en la comarca petrolera, de una fábrica de fertilizantes nitrogenados cuyo principal insumo es el gas natural. La iniciativa no se concretó, y el gas siguió diluyéndose en la atmósfera.

En 1967, el gobierno militar decidió la localización de una planta de fertilizantes en Bahía Blanca, un capítulo más de la imagen del país que privilegiaba la Pampa Húmeda. Así, se imaginaba a la localidad bonaerense como el extremo sur del campo argentino, constituìda en “puerto y puerta” de la Patagonia. Allí se unían tres gasoductos troncales que venían de las cuencas Austral y Neuquina (donde se encontraban los principales yacimientos gasíferos del país), que proveerían al Complejo Petroquímico Bahía Blanca de su insumo básico, localización favorecida por su infraestructura portuaria y una importante red vial y ferroviaria. Aunque el proyecto no se concretó, la idea que la planta de fertilizantes se localizaría cerca de los campos bonaerenses y de un puerto para la exportación quedó latente.

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“Ahora, FERTINEU”

En el año 1983, poco antes del retorno de la democracia, se constituyó una sociedad entre YPF y la provincia neuquina, para establecer una fábrica de fertilizantes, que se denominó FERTINEU (Fertilizantes Neuquén). Posteriormente, durante una visita a Plaza Huincul, el presidente Raúl Alfonsín proclamó el recordado “Ahora, FERTINEU”.

La frase representó el símbolo del futuro progreso de las localidades de la comarca petrolera, y la señal de la recuperación del camino industrial tantas veces reclamado por el gobierno neuquino. La voz del presidente resonó en la meseta neuquina, impulsando a los concurrentes a proferir vítores por el cumplimiento de una anhelada reivindicación.

La licitación internacional por parte del gobierno nacional no fue más que un mecanismo que ocultaba otras decisiones. Eso quedó de manifiesto cuando poco después, se anunció una convocatoria para la construcción de una fábrica de fertilizantes en cualquier lugar del país, dejándose a la preferencia de los oferentes definir su localización. Estaba claro que tal situación, bajo la mirada del interés privado, llevaría a situarse cerca del mercado y del puerto, haciendo que la visión del desarrollo del interior del país quedase excluida de cualquier evaluación.

Fue en el año 1986, cuando el gobierno nacional publicitó el plan energético nacional para el período 1.986/2.000 en el cual, entre otras realizaciones, se estableció la construcción de un nuevo gasoducto desde Neuquén a Buenos Aires con capacidad para conducir 16.500 millones de metros cúbicos de gas por día. Este gasoducto pasaría por Bahía Blanca, donde se separarían los diversos componentes del gas (etano, butano y propano), insumos básicos de la industria petroquímica. Ese plan significaba que Neuquén perdiera tanto la posibilidad de separar el gas en origen como de producir fertilizantes.

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"Ahora, Fertineu", el mensaje de Raül Alfonsín.

"Ahora, Fertineu", el mensaje de Raül Alfonsín.

Otra vez Bahía

El primer acuerdo entre la Provincia y Agrium-Cominco para la instalación de una planta de fertilizantes se llevó a cabo el 10 de diciembre de 1992 por la administración Sobisch. La justicia neuquina, dictó una medida de no innovar basada fundamentalmente en las condiciones perjudiciales para la provincia de la cesión del yacimiento de gas El Mangrullo, y la obligación provincial de aportar cerca de cien millones de dólares.

En diciembre de 1995, Felipe Sapag, puso en marcha la renegociación del contrato entre la provincia y la empresa canadiense Agrium, cuyo representante reiteró que los tiempos urgían por la posibilidad de instalar la planta competitiva en Bahía Blanca, lo que darìa por tierra con cualquier otro proyecto.El miércoles 19 de junio de 1996, se anunció que las conversaciones habían fracasado y que se llamaría a una nueva licitación. La reacción de la población de Cutral Có y Plaza Huincul fue inmediata. Se bloquearon las rutas y la destilería de YPF, y se exigió la presencia del gobernador

Mientras negociaban con el gobierno neuquino, ya los canadienses de Agrium habían decidido su interés en otra localización. En 1996 se asociaron con Repsol YPF en Profertil, y la sociedad inició en 1998 la construcción de la Planta de Urea Granulada, única del país, en Bahía Blanca, comenzando la producción en 2001.

El gas natural es el principal insumo de la urea y el amoníaco. Profertil obtiene el gas a través de contratos de largo plazo en dólares con los principales productores. Sus precios de venta oscilan según las cotizaciones del mercado internacional y el valor del dólar en el país.

A partir de allí la cadena de producción de cereales comienza sus cálculos a valores internacionales, mientras las producciones regionales destinadas al mercado interno enfrentan como pueden esta situación. Gas argentino, producción de urea en Argentina, agricultura en nuestros campos, todo regido por la globalización del cálculo económico.

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En 2018, la administración macrista lanzó el anuncio de la posible reconversión de la PIAP -ubicada en Arroyito- para la producción de fertilizantes, apoyándose en un estudio preliminar que comparaba los costos de construir una planta nueva respecto de la menor inversión que significaría reconvertir la planta agua pesada.

Pero esa declaración no fue más que la antigua estrategia de generar declaraciones para dar la sensación que algo se está haciendo, cuando en verdad no había interesados ni inversores, ni voluntad estatal para definir un proyecto concreto posible de ser efectivizado .

Ahora, la expectativa de la política regional está alejada de cualquier vocación de industrializar sus recursos naturales. Habla de los recursos neuquinos en términos de representar la posibilidad de obtener mediante las explotación de gas, las divisas que el país necesita y las regalìas provinciales, pero deja de lado la tentativa de industrializar los recursos.

Falta de visión y desinterés por el desarrollo industrial. Ya lo había anticipado Marcelo Berbel: “Nuestro gas es entubado en caños de alta presión, que llevan calefacción para entibiar otros pagos, no se me quede asombrado si le digo que en el gas van muchas cositas más, con variadas propiedades, que enriquecen otros lares y empobrecen los de acá”.

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