Extraño presente de la industria

Los antecedentes históricos sobre la transferencia de la gestión de las empresas a organizaciones integradas por obreros ha sido un tema que a lo largo de la historia no admitió soluciones basadas en la simpleza del pensamiento. ¿Como evolucionaron los ejemplos neuquinos en la industria de la cerámica?

Fábricas que marcaron la historia de la elaboración de productos para la construcción en la provincia y que abastecían el mercado nacional, vivieron situaciones de crisis empresarias que concluyeron en su paralización, y la formación de organizaciones de los obreros y empleados para dar continuidad a la gestión de las empresas, haciéndose cargo de la operación de las mismas.

Lo que aconteció en la provincia de Neuquén no resultó una realidad ajena a la situación de muchas empresas del país. Ante lo evidente de su crisis, terminaron siendo gestionadas por los obreros, entre las que se cuentan hoteles, textiles, gráficas, y varios otros rubros. El Registro Nacional de Empresas Recuperadas contabiliza 432 compañías inscriptas, con un total de 14.896 trabajadores.

Neuquén aloja 9 con 572 empleados y Rio Negro 12 con 378 empleados. Los rubros incluyen salud, turismo, alimentación, entre otros. A estas estadísticas hay que sumar otros emprendimientos cooperativos o asociativos del país, que constituyen formas alternativas de propiedad y gestión a la empresa tradicional.

A sabiendas que la justicia tiene sus tiempos, cuando a una empresa ya no la puede salvar ni el procedimiento de la convocatoria, la quiebra no sólo afecta a los acreedores, sino que generalmente termina con un candado en la puerta, los obreros reclamando por sus salarios y la fábrica arrumbándose como hierro viejo. La justicia no distingue entre el perjuicio económico de los particulares y la pérdida de una fuente de producción y empleo que en otras manos podría seguir funcionando. El valor social de una fuente de trabajo y producción que se discontinua supera por mucho el interés privado.

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Plantas de las industrias cerámicas en el parque industrial de la ciudad de Neuquén.

Plantas de las industrias cerámicas en el parque industrial de la ciudad de Neuquén.

La espada de Damocles

En medio de este proceso, las relaciones entre los antiguos propietarios de las cerámicas neuquinas y quienes reclamaban por el cobro de sus salarios y la continuidad de las fuentes laborales vivieron momentos conflictivos, que las fuentes informativas de la época reflejaron acabadamente, y que la comunidad regional conoce suficientemente. No se trataba apenas de un conflicto obrero-patronal, sino que se decidía en manos de quién continuaría la propiedad y operación de la empresa.

Incluyendo la intervención de sectores políticos y organismos públicos, la situación se terminó dirimiendo con la exclusión de los antiguos propietarios (con quienes el Estado mantenía situaciones de tirantez por las deudas financieras y de servicios públicos que acumulaban) y la formación de cooperativas de los trabajadores para continuar la operación de la empresa.

Si bien la representación sindical y las reivindicaciones de los trabajadores tienen en Argentina una larga trayectoria, todo culminó en un hecho poco frecuente de encontrar en otras etapas de nuestra historia, pero que fue tornándose algo habitual cuando la economía argentina entró en un largo período de declinación: la propiedad y la gestión de las empresas con riesgo de paralización pasó a manos de los obreros de las mismas, aunque los procesos de expropiación confrontaron intereses que no en todos los casos fueron compatibilizados, pendiendo sobre los obreros la amenaza del remate de las instalaciones.

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El reclamo por el traspaso de la propiedad a los obreros.

El reclamo por el traspaso de la propiedad a los obreros.

El desafío de la gestión

Pero si bien aún persistieron por largo tiempo cuestiones legales sobre la propiedad, resultaba evidente que los trabajadores debían enfrentarse a una cuestión que resultaba no habitual en su trayectoria y experiencia: ocuparse de la gestión de los negocios. Esto implica varias dimensiones relativas al gerenciamiento de la fábrica, lo que implica organizar la cadena de producción, la comercialización, el financiamiento, las enormes inversiones en máquinas de tecnología competitiva, las relaciones laborales, y toda otra serie de dimensiones de la actividad empresarial. Las empresas que mostraron poder continuar en manos de sus trabajadores, no sólo se ocuparon del traspaso de la propiedad, sino también de generar una operatoria que pudiera insertarlas en el mundo de la actividad económica, aun cuando por algún tiempo hasta su consolidación debieron contar con apoyo estatal. Pero esta consolidación, en muchos casos, nunca llegó.

Los antecedentes históricos sobre la transferencia de la gestión de las empresas a organizaciones integradas por obreros ha sido un tema que a lo largo de la historia no admitió soluciones basadas en la simpleza del pensamiento. Nada mejor que transcribir la frase que expresó la diferencia entre transferir la propiedad y saber gestionar: “Nosotros no sabemos administrar la economía. Esto se ha demostrado durante este año”, admitió Vladimir Lenin, el líder de la revolución socialista, a los pocos años de la expropiación de los capitalistas rusos. Este hecho invalidaba para Lenin la posibilidad de sostener un nuevo régimen de propiedad en las empresas si no se alcanzaba la eficiencia en la producción, un cambio de tal magnitud en la economía soviética que recibió el nombre de Nueva Política Económica.

Por supuesto que todos los partidos políticos, organizaciones sociales y personalidades nacionales e internacionales que mostraron su apoyo al inicio de una gestión obrera en las fábricas neuquinas, con toda su crítica antisistema, no fueron lo suficientemente sinceros en advertir a los obreros los desafíos que deberían enfrentar. Cuando al poco tiempo, la situación no había mejorado, y el esfuerzo de continuar adelante con la producción se fue mostrando insostenible, la autogestión entro en crisis, y se recurrió al pedido de estatización o el apoyo gubernamental para solventar gastos e inversiones. Muchos obreros buscaron nuevos horizontes y las plantas laborales se fueron reduciendo.

El funcionamiento de una empresa no necesariamente necesita de la propiedad privada para gestionarla. Las cooperativas, asociaciones de productores, empresas públicas nacionales y provinciales, son todas formas de organización que han demostrado su eficiencia en la gestión y distribución de los resultados, y también sus fallas, al igual que el sector privado. Pero aún en los países más desarrollados que apoyan estas experiencias, la gestión de estas empresas son más parecidas a las del sector privado que a otros modelos alternativos. Inclusive se da la situación de asociaciones entre grupos empresarios y colectivos de productores, en los que la gestión se asocia a la transparencia.

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El reclamo por el traspaso de la propiedad a los obreros.

El reclamo por el traspaso de la propiedad a los obreros.

"No emprenderla a los porrazos"

Sería interesante que, en el caso neuquino, donde estas cooperativas de obreros a cargo de la gestión no han logrado cumplir con las expectativas de sus integrantes, puedan experimentar nuevas formas de organización de su actividad, buscando mejorar las formas de gestión y sostener la continuidad de las fuentes de empleo, buscando la eficiencia en el proceso.

Pero en el caso que estamos tratando, esto no pudo ser alcanzado por la intransigencia del partido y sindicato que asumió que las empresas se conducirían con voluntarismo y proclamas de la ideología antisistema. El desafío no es sostener el eslogan de resistir ante la crisis, sino demostrar que las formas alternativas de gestión y propiedad pueden asegurar la continuidad y sostenibilidad de la fábrica. Pero para eso, hay que tomar conciencia de la diferencia entre propiedad y gestión.

Ya John Maynard Keynes le advirtió a León Trotsky: lo que hay que hacer es usar la inteligencia y no emprenderla a los porrazos.

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