Leo Merlo, de Arytza: "Somos hijos del 2001"
En el corazón del Valle, la empresa apostó por una producción diferenciada y, a casi 20 años de sus comienzos, ganaron premios, lograron exportar, promueven un "círculo virtuoso" y están por abrir su segunda planta en Neuquén.
Allá por 2001, en pleno estallido socioeconómico, Leo Merlo y Mariano Carballo se lanzaron a la aventura de emprender con aderezos sin aditivos ni conservantes artificiales en medio de una Argentina convulsionada. Arrancaron de forma casera y actualmente exportan a Estados Unidos, Alemania, Uruguay y Paraguay; recibieron premios internacionales; están por abrir una segunda planta de producción en el Valle y han sido certificados como empresa de triple impacto (Valor Económico + Mirada Social + Medioambiente).
En diálogo con +P, Merlo aseguró que era optimista y dijo: “Creo que el Valle tiene oportunidades y deberíamos apuntar a trabajar más sobre el valor agregado. Como empresa y como colectivo, tenemos una enorme oportunidad de juntarnos y aprovechar esa oportunidad. El objetivo es volver a esa mirada de antaño, más participativa y más colectiva dentro de la especialización de cada empresa, generando un círculo virtuoso para todo el resto. Me encantaría que eso suceda”.
¿Cómo fue el minuto cero de Arytza?
Ya tiene 16 años como empresa en sí. Con mi socio Mariano teníamos la intención de hacer aderezos, veíamos que había mucha producción primaria y en la góndola, mucho importado. Teníamos una diversidad productiva muy fuerte y había espacio para el producto local, nacional y con un valor agregado.
A partir de ahí empezamos a pensarlo, siempre estuvimos con la mente en las mostazas. Arrancamos caseramente, somos hijos del 2001, de la crisis. Los dos estábamos desempleados, veníamos dañados emocionalmente y queríamos hacer algo diferente. Ahí arrancamos, nos empezó a ir bien y pasamos a una cocina de restaurante durante la noche. Nos siguió yendo bien y crecimos; pasamos a otra fábrica y, en el medio, el mercado gastronómico y los chefs fueron adoptando nuestros productos -que son naturales, sin aditivos ni conservantes-. Así pasamos a otra fábrica, ganamos premios internacionales y hoy ya estamos construyendo una segunda planta en Neuquén.
El balance de estos años…
... Es súper positivo. Con lo que más me quedo es con el impacto que hemos generado en nuestra red de proveedores. Hoy estamos en 30 toneladas al mes, trabajamos con 20 pymes que son proveedoras nuestras, a las cuales hemos desarrollado, y hemos trabajado en ese valor agregado.
Fuera del reconocimiento que tenemos con el producto, haber generado el desarrollo de 20 empresas en paralelo y ver cómo han crecido es lo que más nos enorgullece.
Tenemos 30 empleados directos y de esta red de proveedores, hay cuatro que nos abastecen de granos de mostaza, ahí son otras 150 personas de forma indirecta.
Se focalizaron en un nicho muy preciso, ¿cómo fue la determinación de esa estrategia?
No es que la elegimos. Nosotros entendíamos que los productos viven, que tienen su propia dinámica, que es como el vino, que cambia de una cosecha a la otra… Además, nosotros creemos que hay que tener una mirada de cómo se hacían los productos antes, una mirada más antroposófica de las cosas. Copiamos procesos de hace 20 años y lo hacemos con tecnología de ahora.
En el hecho de diferenciarnos al no usar aditivos, ni conservantes, ni emulsionantes hay una cuestión más ideológica de lo que pretendíamos del producto: que fuera lo más real posible.
Una planta a punto de comenzar a producir
¿Qué nos podés contar de la planta que están construyendo en Neuquén?
Ya estamos en la última etapa, en la parte de las habilitaciones. Es una planta nueva que tiene 450 muertos cuadrados, la idea es trabajar casi el 70% con energía sustentable, con paneles solares. Somos una empresa B certificada de triple impacto (económica, social y ambiental). Entonces, seguimos esa línea y tenemos firmado un acuerdo por la huella de carbono.
Nosotros exportamos a varios países y firmamos acuerdos en los que nos comprometemos a reducir nuestra propia huella de carbono y si hay un límite en el que no se puede reducir más, se compensa. Y por eso vamos a las energías renovables, tenemos la fábrica libre de impacto ambiental, usamos frasco de vidrio, hacemos un trabajo en el agua para reutilizarla…
Tratamos de generar un círculo virtuoso y también por eso buscamos proveedores cercanos para bajar el traslado. Estamos construyendo un modelo que nos permita bajar el impacto ambiental.
¿Cuándo estará activa?
Si sale todo bien, creo que en septiembre u octubre tendríamos que estar haciendo las pruebas que se requieren por ser una planta nueva, también está la capacitación del personal. la idea es estar operativos pronto.
En una primera etapa vamos a contratar a 6 personas, después duplicaremos y, en una tercera etapa, triplicaremos. La idea es que la planta de Buenos Aires siga estando y que convivan las dos plantas.
Para acá tenemos un proyecto de aderezos veganos y uno de sales, y generar más volumen en productos que nos está yendo muy bien.
"Soy optimista"
¿Cómo los impacta el contexto nacional?
igual que a todos. De alguna manera, en estos 16 años nos pasó de todo. Hemos aprendido a mirar el mediano y corto plazo y desprendernos de la cotidianidad, dentro de lo que se pueda. Como empresa, tratamos de tener un catálogo diversificado para que el riesgo sea menor; por otro lado, exportamos una parte, vendemos a gastronómicos otra y, después otra parte va a góndola y a nivel industrial, abastecemos a grandes empresas…
De alguna manera, a nivel interno tenemos diversificado el riesgo. Hoy por hoy la exportación no es rentable, pero lo mantenemos porque entendemos que en algún momento sí lo será. Actualmente entre el 15 y el 20% se está exportando, el 40% va a nivel gastronómico y el resto, va a retail.
¿Algo más para contarnos?
Tenemos muchas ganas de armar un ecosistema nuevo, de generar una identidad en la Patagonia. Creo que el Valle tiene oportunidades y deberíamos apuntar a trabajar más sobre el valor agregado.
Me parece que, como empresa y como colectivo, tenemos una enorme oportunidad de juntarnos y aprovechar esa oportunidad. El objetivo es volver a esa mirada de antaño, más participativa y más colectiva dentro de la especialización de cada empresa, generando un círculo virtuoso para todo el resto. Me encantaría que eso sucediera.
¿Sos optimista?
¡Si! Soy optimista por la gente, las ganas de laburar y por ver a muchos que quieren hacer cosas. Eso me hace ser optimista, tengo fe.