Brasil: Frío histórico impulsará la cosecha de manzanas en 2026
Productores y especialistas prevén una cosecha récord de más de 1,1 millones de toneladas de manzanas en 2026, con frutos más grandes, rojos y dulces.
El invierno de 2025, catalogado por especialistas como uno de los más rigurosos de la última década, está cambiando el panorama del cultivo de manzanas en el sur de Brasil. Tras varios años marcados por irregularidades climáticas y pérdidas significativas, los productores celebran ahora la previsión de una cosecha récord para 2026. Según la Asociación Brasileña de Productores de Manzanas (ABPM), se estima que la producción superará 1,1 millones de toneladas, lo que representa un importante crecimiento en relación a la media de las últimas cinco temporadas. Francisco Schio, presidente de la ABPM, se muestra optimista: “Este es uno de los mejores inviernos de la última década. El frío intenso es fundamental para garantizar frutos de calidad, y este año la naturaleza trabajó a favor del manzano”.
Aunque pueda parecer contradictorio, cuanto más intenso es el invierno, mejores son las perspectivas para las explotaciones de manzanas. El motivo radica en el proceso fisiológico del árbol: el manzano necesita acumular horas de frío para entrar en letargo, una etapa en la que su metabolismo se ralentiza y concentra energía para la floración de la primavera.
Según explica Schio, se requieren al menos 600 horas al año con temperaturas inferiores a 7°C para asegurar una cosecha de calidad. En 2025, esa cifra se duplicó respecto al invierno anterior, y lo más importante: no hubo interrupciones por “veránicos”, esos períodos de calor fuera de temporada que suelen confundir al árbol y perjudicar la formación de frutos. Este proceso es clave para que las manzanas lleguen al mercado con las características que exige el consumidor: crujientes, dulces y con buen color.
Productores celebran el nuevo escenario
En el campo, el entusiasmo es palpable. Gianfranco Perazzolo, productor de São Francisco de Paula, en Rio Grande do Sul, asegura que la diferencia en las explotaciones ya se nota. “El año pasado apenas tuvimos entre 300 y 400 horas de frío, y el clima inestable complicó mucho el desarrollo de las plantas. Ahora, esperamos pasar de 22 toneladas por hectárea a unas 40 toneladas. Eso significa un aumento de productividad superior al 150 %”, explica.
El productor también resalta que, si bien el escenario es favorable hasta noviembre, existe la posibilidad de que un fenómeno de La Niña débil en septiembre reduzca las lluvias en el verano. “El año es de neutralidad climática, lo cual ayuda mucho a las manzanas. Pero si La Niña se confirma, debemos estar atentos, porque en diciembre y enero necesitamos lluvias abundantes”, advierte.
El impacto del frío no se limita a la cantidad. La calidad también promete sorprender. Gracias al invierno riguroso, los frutos tienden a ser más grandes y a desarrollar un dulzor más intenso. La siguiente etapa decisiva será la polinización en septiembre, que requiere días soleados y secos. El recuerdo de 2024 aún está fresco: el exceso de lluvias en ese periodo redujo drásticamente la productividad. En cambio, si el clima se mantiene equilibrado en los próximos meses, las condiciones serán ideales para garantizar manzanas con el color rojo intenso y el sabor dulce que valora el mercado.
Además, antes de la cosecha, los especialistas esperan un patrón climático caracterizado por días calurosos y noches más templadas, junto con precipitaciones moderadas. Ese contraste de temperaturas favorece el desarrollo de la pigmentación y el sabor, elementos esenciales para conquistar tanto a los consumidores locales como a los mercados de exportación.
La cosecha y su impacto económico
En Brasil, la cosecha de manzana se extiende de enero a mayo, comenzando con la variedad Gala y cerrando con la Fuji, la más consumida en el país. Actualmente, la cadena productiva cuenta con 4.000 productores distribuidos en poco más de 35.000 hectáreas, siendo los estados de Santa Catarina y Rio Grande do Sul los principales polos de producción.
Alrededor del 20 % de las manzanas se destina a la industria, principalmente a la elaboración de jugo, ya que no cumplen con los estrictos estándares estéticos del mercado de fruta fresca. Sin embargo, la diferencia de precios es considerable. “En los últimos dos años, debido a las malas cosechas, los productores recibieron un buen valor de la industria. Pero normalmente esa remuneración no llega ni al 30 % del precio de la fruta fresca”, explica Schio.
El repunte productivo de 2026, por tanto, representa no solo un alivio para los agricultores, sino también una oportunidad para fortalecer la cadena económica que depende del cultivo: desde la agroindustria hasta la logística y la exportación.
Perspectivas para los próximos años
Los especialistas coinciden en que la recuperación no será pasajera. Los inviernos rigurosos, además de mejorar la cosecha inmediata, favorecen la brotación y la formación de nuevas ramas, lo que repercute en la productividad futura. Perazzolo lo resume con optimismo: “La tendencia es que esta mejora se mantenga en los próximos años. No solo produciremos más, sino también con mayor calidad”.
En un contexto en el que otros sectores económicos sufren las consecuencias de las bajas temperaturas, el cultivo de la manzana emerge como un beneficiado directo del intenso frío. Los productores del sur de Brasil ven en este 2025 un punto de inflexión, con la esperanza de que 2026 marque el inicio de un ciclo de crecimiento y estabilidad para una de las frutas más emblemáticas del país.
Fuente: Agronegocios/Click Petroleo y Gas con aportes de Redacción +P.
En esta nota