El secreto detrás de las cerezas que resistieron el frío extremo en la Patagonia
Productores de cerezas confirmaron que las heladas de hasta -9 grados no dañaron las plantaciones gracias al ‘efecto iglú’ capaz de proteger flores y yemas.
Las bajas temperaturas registradas en las últimas 48 horas en la región patagónica encendieron las alarmas en el sector frutícola. Sin embargo, desde la Cámara de Productores de Cerezas Integrados (CACPCI) transmitieron tranquilidad: las heladas, aunque intensas y prolongadas, no generaron daños en las plantaciones de cerezas gracias a los sistemas de defensa activos que implementan los establecimientos de la zona.
En diálogo con este medio, el gerente general de la CACPCI, Aníbal Caminiti, explicó que las temperaturas extremas no sorprendieron a los productores, ya que forman parte de un escenario esperado para esta época del año. “Tuvimos un agosto muy benévolo con el clima. Los primeros días de septiembre también venían bien, hasta las últimas noches. En Valle Medio, que es donde se registran los mayores descensos, tuvimos valores de entre 7 y 9 grados bajo cero”, señaló.
Caminiti relató que en algunos casos la defensa contra la helada se extendió durante más de 10 horas, a partir de las 22 hasta la mañana siguiente. “Fueron heladas prolongadas, pero dentro de lo normal y lo previsible. Esto es parte de la regla de juego en la producción de cerezas en la Patagonia, no hay nada nuevo bajo el sol”, aseguró.
El dirigente destacó que, aunque este tipo de fenómenos suelen ser más comunes en agosto, este año el mes resultó inusualmente cálido. Esa particularidad aceleró el desarrollo fenológico de las variedades más tempranas en el Valle Medio, que alcanzaron estados de floración avanzados antes de lo habitual. “Eso nos obligó a extremar las defensas, porque las flores en ese estado son más sensibles, pero igualmente se pudo controlar”, explicó.
La clave: riego por aspersión
La principal herramienta que utilizan los productores para proteger las plantaciones es el riego por aspersión, un sistema que permite cubrir las flores y yemas con una fina capa de hielo que actúa como aislante. “Cuando uno genera hielo sobre el órgano vegetativo, se produce un efecto iglú. La temperatura en torno a la flor o la yema se mantiene en 0 grados, evitando que se dañe aun cuando afuera tengamos 9 grados bajo cero”, detalló Caminiti.
Este método requiere equipos potentes y una planificación cuidadosa. No solo es importante la capacidad de los aspersores, sino también la disponibilidad de agua para sostener el riego durante varias horas. “En Chimpay hemos tenido en otros años jornadas en que los equipos seguían funcionando hasta el mediodía. Por eso es fundamental contar con reservorios o con acceso directo a fuentes de agua como canales o ríos”, agregó.
Según el gerente de la CACPCI, hay tres factores centrales en la defensa contra heladas: la temperatura extrema alcanzada, la duración del evento y la disponibilidad de agua para sostener el sistema. “Uno tiene que preparar los equipos para las situaciones extremas, incluso aquellas que se presentan una vez cada diez años. Esta semana hubo descensos de hasta -9 grados, y todo funcionó perfectamente porque las empresas estaban preparadas”, indicó.
Además, advirtió que no solo hay que medir el frío, sino también las condiciones del viento. “Cuando hay brisa, no conviene apagar los equipos apenas se superan los 0 grados, sino esperar a que la temperatura ambiente llegue a 4 grados para evitar riesgos”, explicó.
Una inversión necesaria
La defensa activa contra heladas es una condición indispensable para producir cerezas en la Patagonia. “Hoy podemos adelantar que no hay daño en las plantaciones, pero el que no tiene un sistema como este directamente no puede producir. Eso es condición sine qua non”, remarcó Caminiti.
Implementar un sistema de riego por aspersión supone una inversión significativa. Solo la instalación de tuberías y aspersores implica entre 5.000 y 10.000 dólares por hectárea, a lo que se suma el costo de los reservorios o la infraestructura necesaria para asegurar el suministro de agua. “Es un esfuerzo grande, pero es lo que garantiza que podamos mantener la producción de cerezas en una región donde las heladas son inevitables”, puntualizó.
De cara a lo que viene, el gerente de la Cámara sostuvo que habrá que seguir de cerca la evolución climática. “Estas olas de frío frenan el desarrollo fenológico. Ahora debemos observar cómo retoma el proceso. El año pasado la temporada también se adelantó, pero fue por un aumento de la temperatura en septiembre. En esta ocasión, venimos de un agosto más cálido y un inicio de septiembre con frío intenso, lo que hace el escenario más atípico”, explicó.
Aun así, destacó que los productores están preparados para distintos escenarios y cuentan con la experiencia y la tecnología para responder a las contingencias. “Las empresas que producen cerezas en la Patagonia tienen toda la estructura para soportar estas situaciones. Lo de estos días fue un claro ejemplo de que, con una buena defensa, se puede atravesar sin daños heladas de hasta -9 o -10 grados bajo cero”, aseguró.
El mensaje desde la CACPCI es claro: pese a la magnitud del fenómeno, la producción de cerezas no se vio afectada. “Hoy podemos transmitir tranquilidad. No hay daño en las plantaciones y los sistemas de defensa funcionaron a la perfección. El desafío sigue siendo estar siempre preparados, porque las heladas son parte de la realidad de este cultivo en la región”, concluyó Caminiti.
Fuente: Redacción +P
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