Segundo día consecutivo de heladas extremas en el Alto Valle: la producción frutícola en riesgo
Las mínimas de hasta -6,5 °C afectan a peras, manzanas y carozos en plena floración, y crece la preocupación por pérdidas millonarias.
Por segundo día consecutivo, el termómetro volvió a poner en jaque al corazón productivo del Alto Valle de Río Negro y Neuquén. La madrugada de este viernes dejó mínimas extremas, con registros que en varios puntos rurales oscilaron en torno a los -5 y -6 °C y, en sectores más depresivos, llegaron incluso a -6,5 °C.
Las condiciones fueron especialmente críticas en zonas agrícolas de Allen y Guerrico, donde a las 7 de la mañana se reportó una humedad relativa del 100% y una sensación térmica cercana a los -6 °C. En ese escenario, los cultivos quedaron expuestos sin defensas naturales frente a la ola polar que avanza sobre la región. La alarma no surge solo por la intensidad del frío, sino porque se trata del segundo día consecutivo con heladas de magnitud, un factor que multiplica el riesgo sobre las plantas.
"Los registros de las temperaturas mínimas en la zona rural de esta mañana varían desde -3,5°C hasta -7°C. Los productores y productoras que tienen riego por aspersión empezaron las defensas contra las heladas que afectan los frutales anoche a partir de las 22 horas cuando la temperatura estaba en 0°C", destacó el Ing. Agr. Sergio Ziarruiz (Extensión INTA de Villa Regina).
"Los frutales que reviste mayor importancia en la defensa en este momento son los montes frutales de carozo como damascos, duraznos, pelones, ciruelos y cerezos. También iniciaron las defensas en variedades de pera más adelantadas como Abate Fetel, Danjou y Packhams Triumph", agregó en dialogo con +P.
Tal como se señaló, la coyuntura climática llega en un momento particularmente sensible del ciclo productivo. Las principales especies frutales de la región atraviesan fases tempranas de desarrollo, altamente vulnerables a descensos bruscos de temperatura.
Frutales de carozo: ciruelas, duraznos y cerezas se encuentran entre las etapas de cáliz visible y flor abierta. En esos estados, temperaturas menores a 4 °C ya provocan daños severos. Con registros de hasta -6 °C, se espera que aparezcan frutos secos, quemaduras en tejidos y deformaciones en las próximas semanas.
Almendros: en pleno inicio de la floración, la situación es aún más crítica. El umbral de daño se sitúa en 3 °C, lo que convierte a las heladas de estos días en prácticamente letales para buena parte de la producción.
Frutas de pepita: peras y manzanas recién empiezan a mover sus yemas. Las variedades D’Anjou, Williams y la manzana Pink Lady son particularmente sensibles. Aunque aún no alcanzaron plena floración, los registros bajo cero podrían condicionar el rendimiento. En el caso de las manzanas, temperaturas menores a 4 °C ya son suficientes para generar pérdidas, un límite ampliamente superado en la madrugada.
Impacto en la economía regional
La fruticultura del Alto Valle es uno de los motores económicos más potentes de Río Negro y Neuquén. Cada temporada moviliza miles de empleos y abastece tanto al mercado interno como a las exportaciones. Sin embargo, la combinación de heladas intensas y estados fenológicos avanzados amenaza con recortar drásticamente el volumen de producción.
Los especialistas advierten que los efectos no se verán de inmediato. Será recién en las próximas semanas cuando los productores detecten frutos que no prosperan, brotes dañados o deformidades derivadas de la quema de tejidos. Pero el panorama ya es de fuerte preocupación: “Con dos heladas de esta magnitud, las probabilidades de daños graves son muy altas”, explicaron técnicos consultados.
No todas las chacras enfrentaron la situación en igualdad de condiciones. Aquellos productores con métodos de control activos, como riego por aspersión o calefactores en los montes, lograron atenuar parte del daño. Sin embargo, cuando las temperaturas descienden por debajo de los -6 °C, ni siquiera las técnicas más intensivas garantizan resultados positivos.
En contraste, las explotaciones que dependen de controles pasivos –como cortinas forestales o la elección de variedades más resistentes– quedaron mucho más expuestas. Sin mecanismos de intervención directa, el frío intenso se tradujo en daños generalizados en los tejidos florales.
Una primavera compleja
El episodio no parece ser aislado. Los pronósticos meteorológicos anticipan que la inestabilidad térmica podría repetirse durante los próximas semanas, lo que mantiene en alerta al sector productivo. Cada nueva madrugada fría representa un riesgo concreto de pérdida para las producciones de carozo, almendros, pepitas y también para la vid, que comienza a transitar etapas iniciales de crecimiento.
Las cámaras frutícolas y asociaciones de productores ya comenzaron a evaluar el alcance de las pérdidas y no descartan solicitar medidas de apoyo económico al Estado provincial y nacional. En caso de confirmarse un impacto severo, el reclamo incluiría asistencia financiera y créditos blandos para poder sostener la campaña.
En el Alto Valle, el clima vuelve a recordarle a la región su histórica vulnerabilidad. Las heladas primaverales no son un fenómeno nuevo, pero su frecuencia e intensidad se vuelven cada vez más determinantes en la suerte de una temporada. En cuestión de horas, una madrugada con temperaturas extremas puede borrar meses de trabajo en las chacras y comprometer toda la economía de la zona.
Con dos días consecutivos de registros críticos y pronósticos que no traen alivio, los productores saben que el riesgo apenas comienza. El desafío será resistir una primavera que ya mostró sus cartas: heladas tempranas, prolongadas y con capacidad de redefinir el destino de la producción 2025.
Fuente: Redacción +P.
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