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"Hay menos fruta y más incertidumbre": el duro inicio de la temporada de cerezas

Carlos Enríquez, director de Vista Alegre, analiza una temporada de cerezas marcada por el clima, menor producción y creciente inseguridad rural.

Desde el norte de la Patagonia y con la mirada puesta en los desafíos que se vienen, Carlos Enríquez, director de la empresa Vista Alegre, conversa con +P sobre la campaña 2024/25 con la serenidad de quien ha atravesado más de una temporada de fruta difícil. Mientras relata una reciente helada de tres grados bajo cero que lo obligó a salir de madrugada a recorrer los lotes productivos, reflexiona sobre el presente del sector frutícola: “Hay poca fruta. No lo digo con dramatismo, pero sí con realismo. Si se habla de una merma del 15%, probablemente sea más”.

Las últimas semanas en el Alto Valle y Valle Medio estuvieron marcadas por condiciones climáticas adversas. Enríquez cuenta que las heladas fueron severas y afectaron la floración y el cuaje de los frutos. “A las cuatro de la mañana estábamos con los muchachos en la chacra viendo cómo funcionaba el sistema de defensa. La verdad es que el panorama no es tan alentador”, comenta.

Según sus estimaciones, la merma mínima de producción rondará el 15%, aunque advierte que los números finales podrían ser mayores. “Siempre se dice que hay menos fruta y después la realidad lo confirma. No lo veo como una catástrofe, pero sí como una señal para mantener la cautela”, asegura.

Enríquez agrega que esta baja no se compensará totalmente con el tamaño de la fruta: “No es que vamos a tener un 10% menos de fruta y un 10% más de calibre. No alcanza para equilibrar los kilos totales”.

Exportaciones: “La clave es mantener la calidad”

Vista Alegre planea iniciar la cosecha el 10 de noviembre, con los primeros embarques dirigidos tanto a China como a Estados Unidos. La empresa mantiene su esquema de diversificación de destinos para aprovechar la ventana temprana de exportación que ofrece la región.

“Nuestro objetivo es tener presencia en ambos y otros mercados desde el inicio de la campaña. Somos productores tempranos y eso nos da una ventaja competitiva. Cuando Chile empieza a entrar fuerte en enero, nosotros ya tenemos colocada gran parte de la producción”, explica.

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La trazabilidad del producto en Vista Alegre: desde el campo a la góndola, clave para mantener los niveles de calidad.

La trazabilidad del producto en Vista Alegre: desde el campo a la góndola, clave para mantener los niveles de calidad.

Según los cálculos de Enríquez, el 70% de la producción de Neuquén y Río Negro se exporta antes de fin de año, un factor que permite evitar la presión de los grandes volúmenes chilenos que inundan los mercados asiáticos a partir de enero. “Esa anticipación es clave. Nos desacopla del pico de oferta chileno y nos posiciona con mejor precio”, sostiene.

Chile: exceso de volumen, falta de coordinación y riesgo de colapso

El diálogo deriva naturalmente hacia el panorama regional. La situación en Chile, principal exportador mundial de cerezas, es un tema de preocupación constante para toda la industria.

“En Chile hay más de 350 exportadoras. Eso genera una atomización tremenda. Cada una hace lo suyo, muchas veces sin coordinación, sin acuerdos de calidad, y eso termina dañando al mercado entero”, advierte.

El empresario recuerda que tras los malos resultados de la temporada pasada —marcados por sobreoferta, demoras logísticas y fruta de baja calidad— hubo consenso sobre la necesidad de ordenar el negocio. “Se habló mucho, incluso en el Global Cherry Summit, de limitar volúmenes, mejorar estándares y evitar mandar fruta que no cumpla los requisitos premium. Pero por ahora nada de eso se tradujo en hechos”, lamenta.

Enríquez teme que, si esa tendencia continúa, la cereza pueda convertirse en un commodity, perdiendo su carácter de producto de alta gama. “Cuando bajás los precios dos años seguidos, después no los levantás más. El mercado no perdona. Si el consumidor recibe fruta sin azúcar o sin condición de consumo, se pasa a otro producto y listo”, reflexiona.

Factores externos y calendario chino

El empresario también subraya la importancia del Año Nuevo Chino, que este año caerá el 17 de febrero, una fecha algo más tardía que la de temporadas anteriores. “Eso nos da un poco más de aire, porque permite extender el período de ventas y distribuir mejor los embarques. Pero si la cosecha no viene acompañada de calidad, de nada sirve que el calendario ayude”, advierte.

Pese a las complicaciones en el país vecino, Enríquez considera que Argentina puede aprovechar la coyuntura: “Cada vez hay más compradores chinos interesados en nuestra fruta. La cereza argentina tiene buena reputación por su sabor, color y trazabilidad. Somos una gota en el océano, pero una gota de buena calidad”.

A diferencia del esquema chileno, donde los grandes empaques agrupan fruta de múltiples productores, Vista Alegre —como buena parte de las empresas argentinas del sector— controla toda la cadena de valor.

“Nosotros producimos, cosechamos, empacamos y exportamos. Eso nos da trazabilidad y homogeneidad. La fruta del día se trabaja en el día, no pasa dos o tres jornadas esperando en cámara. Esos detalles hacen la diferencia cuando se apunta a un mercado premium”, explica Enríquez.

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China, uno de los grades destinos de la oferta exportable de cerezas argentinas.

China, uno de los grades destinos de la oferta exportable de cerezas argentinas.

Además, el carácter temprano de la región patagónica le permite a la Argentina posicionarse antes del gran flujo chileno. “Ese es nuestro diferencial. Pero eso no nos aísla del contexto internacional. Si Chile inunda el mercado con fruta de baja calidad, los precios caen para todos”, advierte.

Costos, inflación y presión impositiva

La conversación vira hacia los costos de producción, un tema que despierta evidente frustración en el empresario. “El problema no es solo la inflación. Es la combinación de impuestos municipales, energía carísima y costos laborales altísimos. En Neuquén pagamos la electricidad más cara del país”, afirma.

Enríquez sostiene que el sector necesita un alivio impositivo antes que un nuevo salto del tipo de cambio. “Todo el mundo dice que se soluciona subiendo el dólar. No. Lo que hay que bajar son los impuestos. No podés competir si cada factura tiene cinco tasas diferentes”, sentencia.

La mano de obra es otro factor crítico. “Hay falta de personal y al mismo tiempo hay exigencias salariales que no guardan relación con la productividad. La gente viene desesperada por trabajo, pero te plantea cifras imposibles. Es comprensible, la situación social es dura, pero las empresas no pueden absorberlo todo”, describe.

También cuestiona el funcionamiento del sistema de ART (Aseguradoras de Riesgo del Trabajo). “Es un submundo de negocios poco transparentes. Te aumentan las primas por accidentes inventados o mal gestionados. Todo eso encarece el costo final de manera brutal”, denuncia.

Inseguridad: un problema silencioso y creciente

A los costos estructurales se suma una preocupación más reciente: la inseguridad rural. Enríquez relata con indignación los robos que sufren en los establecimientos. “Nos entran de noche bandas de 15 o 20 personas, con armas blancas, a robar fruta o materiales. Hace poco nos llevaron una membrana plástica completa de un reservorio que estábamos por llenar. Es una locura”, cuenta.

Según el empresario, los robos no solo generan pérdidas económicas, sino también un clima de vulnerabilidad en el personal. “La gente que te vende fruta en la calle a veces te muestra la bolsita y te dice ‘esta es tuya’. Y el municipio y la Provincia miran para otro lado. No hay control, no hay prevención”, denuncia.

La situación, asegura, se repite en varias zonas del Alto Valle. “Es algo que se tiene que abordar seriamente. No se puede trabajar con miedo a que te roben lo que construiste en años”, reclama.

Visión de futuro: optimismo realista

Pese al panorama complejo, Enríquez mantiene un tono de optimismo prudente. “No todo son malas noticias. Tenemos condiciones naturales excepcionales, conocimiento técnico, infraestructura y un mercado que sigue siendo atractivo. Pero hay que corregir lo otro: impuestos, seguridad y costos laborales. Si eso se encamina, el sector puede volver a crecer”, afirma.

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Carlos Enríquez en una de sus explotaciones junto a su hijo Tomás.

Carlos Enríquez en una de sus explotaciones junto a su hijo Tomás.

El director de Vista Alegre insiste en que el negocio de la cereza debe mantenerse como un producto specialty, no como un commodity. “Competir por volumen es un error. Lo nuestro es calidad, trazabilidad, sabor. En eso tenemos que diferenciarnos y seguir invirtiendo”, concluye.

Finalmente, con la calma del que conoce cada surco de su chacra, reflexiona: “Esto ya no es una cuestión de grandes discursos. Es supervivencia, trabajo diario y compromiso. El que se queda mirando desde la oficina, pierde. Hay que estar al lado de la gente, en el galpón y en el campo. Solo así se sale adelante”.

Claves de la temporada según Vista Alegre

-Merma esperada: al menos 15% en la producción regional.

-Inicio de cosecha: 10 de noviembre.

-Exportaciones: 70% antes de fin de año.

-Mercados: China y Estados Unidos, principalmente.

-Ventajas: producción temprana, trazabilidad y control integral.

-Riesgos: costos altos, inseguridad, presión impositiva y desorden en el mercado chileno.

-Perspectiva: optimismo cauteloso basado en calidad y eficiencia.

Fuente: Redacción +P.

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