Jorge Cervi: "Veo un problema estructural, especialmente con la pera"
El empresario frutícola Jorge Cervi asegura que el nivel de producción de pera, es un problema para el Valle. Pide bajar los costos e impuestos.
“Acá andamos, caminando un poquito en la chacra”, dice el empresario de la fruta Jorge Cervi, de la firma Mario Cervi e Hijos SA, ni bien atiende la llamada. Y ahí nomás aporta el primer dato: “Los calibres, sobre todo en peras (tamaños), vienen mejor que el año pasado”. Luego, a lo largo de la charla, se meterá de lleno en temas cruciales para la fruticultura, y sobre todo para el sector exportador, como la presión impositiva, el costo de la energía -que se sale de los parámetros normales-, la necesidad de una reforma laboral, y la actual relación con el gobierno nacional, sobre el que deja una de las definiciones más importantes: “El gobierno nacional fijó un rumbo y está firme con su ordenamiento de la macroeconomía, pero creemos que en algún momento -en breve-, tiene que empezar a mirar las cuestiones micro, a las economías regionales, para devolverles la competitividad”.
Al abordar la coyuntura del sector, surgirán en la charla dos tópicos al menos llamativos: Cosechar lo justo y necesario, y que uno de los grandes problemas es Rusia. Cervi adjudica a la devaluación del real en Brasil, y las restricciones del mercado interno luego del proceso de ordenamiento de la inflación, las actuales urgencias del sector. Pero lo cierto es que “los mercados (de ultramar, sobre todo), cada vez están más limitados”, y ubica un punto de inflexión: “La guerra de Rusia-Ucrania, no solo la de ahora, sino la que empezó en el 2014 cuando toman Crimea, cambió muy fuerte el panorama para las peras. Rusia es el segundo destino de exportaciones, pero con una caída importante de volumen. Se pasó de venderles entre 90 y 100 mil toneladas, a 50 o 60 mil ahora. Son 40 o 50 millones de kilos que se tienen que distribuir en otros mercados. Y eso es la mitad de lo que carga Brasil. O sea, no hay otros mercados donde reubicar esos kilos. Hay un problema nacional, una cuestión de competitividad, pero yo veo un problema más estructural, especialmente con la pera”.
Con ese “excedente” de 50.000 toneladas que no tienen un destino cierto (como mercado alternativo podríamos mencionar a Perú, que compra 10.000 toneladas año de pera), y además para defender el precio de la fruta, es que el empresario recomienda ser más selectivos a la hora de cosechar. Luego de aclarar que “el mercado interno para peras es un mercado, si se quiere, marginal. O sea, con la producción que hay en Argentina, podemos alimentar de cuatro a cinco veces el mercado interno”, y acota que “la pera es netamente exportadora”. Por eso considera que “tiene que haber una cosecha mucho más selectiva. Hay calibres que ya no vale la pena ponerlos en una caja. La cosecha no es limpiar la planta de fruta”.
El parámetro que sigue en sus chacras es “no cosechar fruta de menos de tantos milímetros, por ejemplo 65 milímetros, que es un calibre 110, 120; o un 63 cuando te lo permite. Pero no embalar cualquier cosa”. La pregunta obvia es: ¿Cómo que cosechar no es limpiar la planta de frutas? A lo que el empresario explica que “antes se creía que embalando todo, vos diluías costos fijos. Es cierto, diluís costos fijos, pero bajás el precio. Y es mayor el efecto negativo de bajar el precio que el posible beneficio de diluir un costo fijo. Entonces es preferible embalar algún kilo menos de fruta, y sacar del mercado categorías inferiores, como puede ser una jaulita, porque compite con la fruta buena”.
¿Esa estrategia es nueva o surge por las urgencias de la coyuntura frutícola?, volvemos a preguntar, y Cervi asegura que “hay empresas que lo hacemos desde mucho tiempo. Hay otras que aprovechan todo y te dice: No, el problema de este año fue el calibre chico. Bueno, fue el calibre chico porque cosechaste y embalaste todo. Si hubiese una restricción en ese sentido, no tendríamos problemas de exceso de fruta de calibre chico”.
Chile, un fantasma que no asusta
Hace pocos días, los medios especializados, dieron cuenta de la llegada de limones de Chile, gracias al atraso cambiario y la alta presión tributaria que se aplica a la producción local. En estas mismas páginas, otro empresario ya dio como un hecho que va a entrar manzana de Chile esta temporada. Cervi no se mostró inquieto, más bien todo lo contrario: “Siempre existe esa posibilidad. Hay importadores argentinos interesados en importar manzana de Chile por distintos motivos. El año pasado, en parte era para sacar divisas al exterior. No había necesidad de importar manzanas de Chile. Hoy, con el tipo de cambio prácticamente unificado, puede ser tentador por el precio, porque Chile tiene un exceso de oferta”.
El impacto parece más emotivo que comercial, por el orgullo herido al llegar a la góndola y no ver manzanas del Alto Valle: “El problema no pasa por importar o no de Chile, porque cuando vos mirás los años que más manzana se ha importado de Chile, fue el 5 o 6% del consumo interno. La importación no es un problema hoy. Obviamente que nos molesta a los productores, pero el problema no pasa por ahí. El problema pasa por la cantidad de impuestos nacionales, provinciales y municipales que tenemos. Hoy en la provincia de Neuquén tenemos la energía eléctrica más cara del país, y más cara que la mayoría de los países productores de Europa”. Y el empresario detalló que “está más cara que en Italia y de España”, luego de hacer su propio relevamiento: “Son datos del mes pasado, cuando estuve hablando con algunos colegas de allá”.
El siguiente interrogante va un poco más allá, y apunta a saber cuál es el peso real del costo de la energía en la estructura de costos de una empresa frutícola. ¿Cuál sería el parámetro a tener en cuenta?, se le preguntó a uno de los miembros más activos de la Cámara Argentina de Fruticultores Integrados (CAFI), quien intenta poner blanco sobre negro: “Históricamente la energía eléctrica en una empresa integrada (producción propia, empaque, frio y comercialización) era entre 2 al 3% del costo global. Hoy estás entre el 7 y el 8%. O sea, más que se duplicó la incidencia de la energía eléctrica en el costo global del paquete”.
Sin dudas es otra variable a tener en cuenta cuando se busca la competitividad de las economías regionales. Y los desajustes, el empresario los adjudica a impuestos de todo tipo y, sobre todo, a los intermediarios. “En la provincia de Neuquén tenés el precio de la energía entre 20 y 30% más caro que el precio de la energía de Edersa, que es de Río Negro. Y los dos compran al mismo valor al mayorista, porque Cammesa tiene un precio para todo el país”, y aclara por las dudas que, en el tema tarifas, “Calf y EPEN es lo mismo. Tienen las mismas tarifas. Entonces el sobrecosto es altísimo”.
Y a eso le suma que “después también tenés una catarata de impuestos nacionales como el IVA, el IVA percepción, los impuestos provinciales, los municipales, y todo eso va al precio de la energía eléctrica”.
Esperando que Milei 'la vea'
Otro capítulo de la charla fue la relación con el gobierno nacional y la evaluación ante el primer año de gestión libertaria. Cervi entra en las generales de la última encuesta de la Universidad Austral, la cual desarrollaremos más adelante en detalle: Acuerda con el rumbo, pero espera un alivio en la presión fiscal. Primero existe la necesidad de que “los precios internos se vayan acomodando. Con mayor libertad económica hay más previsibilidad”.
A fines del 2023, ante una inflación que amagaba con desbocarse, los precios de los productos (insumos) subían “por las dudas”, y esa estrategia implicó subas de hasta el 150% y, además, sentarse sobre los stocks para ver como pintaba el panorama. En cambio, ahora “el stock te va a fundir, y hasta que se logre un reacomodamiento general de precios, tenés unas disparidades muy grandes”.
Por lo pronto, prevalece la esperanza: “Si uno mira cómo estábamos en noviembre del año pasado y cómo estamos en noviembre-diciembre de este año, tenemos esperanza. Sin dudas que existen cuestiones muy difíciles y se tocan muchos intereses también, pero queremos un país más normal, hay que hablar de mejorar la productividad, ajustar los precios relativos, y tener una presión tributaria razonable”.
El mayor cambio esperable es un cambio de matriz económica, porque según el empresario, “en Argentina el mayor poder económico lo tiene el Estado Nacional, no lo tienen las empresas, como en otros lugares del mundo”, y acota que “la generación del PBI la tienen que hacer las empresas”.
En cuanto a la relación de los empresarios de la fruta, vía CAFI, con el gobierno nacional, han tenido “un montón de reuniones con funcionarios de distintos niveles”. En ese contexto, mientras recorre un cuadro de peras, asegura que el Ejecutivo nacional “está firme con su ordenamiento de la macroeconomía”, y ahora debería venir una siguiente etapa: “Creemos que en algún momento -en breve-, tiene que empezar mirar las cuestiones micro, por sectores”.
Porque el esfuerzo propio no es suficiente, si se tiene en cuenta que “hay competitividad que la lográs por trabajos internos de productividad y eficiencia en tu empresa, pero hay costos grandes que no los podemos manejar nosotros”. Por lo pronto, “las puertas están siempre abiertas, la atención siempre fue muy correcta, cosa que en otros momentos eso no sucedía”.
La libertad a avanzado, pero no de la misma manera en los distintos planos de la economía. Aún resta llegar a la “igualdad de oportunidades” para dar la batalla comercial a los competidores. Según Cervi, “hoy tenemos libertad para actuar, de ser eficiente, de buscar los mercados, pero eso es posible en la medida que las reglas de juego no sean razonables, porque si tenemos un país estatista y quieren que salgamos a competir con el exterior, pero en frente tenés a Chile, que por más que tenga un gobierno socialista, tiene una economía absolutamente capitalista y liberada, es muy difícil. Si vamos a ese modelo, entonces sí estamos compitiendo en igualdad de condiciones. Después yo seré más eficiente o menos eficiente, puertas para dentro de la empresa tendrás que trabajar también en lo que corresponda. Lo que pasa es que venimos de 20 años de locuras, de inflación, de devaluaciones sistemáticas, atrasos del tipo de cambio, y de un día para otro no se corrige esto, y la estabilidad no se logra de un día para otro”.
Revisar la incidencia del costo de la mano de obra asoma como el gran tema pendiente. En una empresa integrada, como es Cervi, “estás hablando de un 45% del costo global, pero cuando mirás solamente en chacras, es más del 65%”. Una reforma en este tema “no significa que el trabajador gane menos. En realidad, el trabajador debería ganar lo más posible, para vivir todos mejor”, pero se ponen bajo la lupa algunos “costos grises” que son difíciles de cuantificar a primer golpe de vista.
Ahí entran los costos de una ART, que fluctúan según el nivel fe litigiosidad, las licencias reales y no reales por enfermedades, los permisos, y hasta “la cantidad de feriados que caen en la época de temporada, con el carnaval, el marzo. En dos meses tenés cuatro feriados, entonces cuando sacás el porcentualmente te significan, estás en un 7 u 8% de sobrecosto”.
A la hora de analizar opciones, el empresario no tuvo dudas: “yo preferiría darle el dinero al trabajador y que él pague. Que cada uno pague su jubilación, su obra social y demás. Ahí nos daríamos cuenta cuál es la incidencia del costo que tiene el trabajo. En Chile es así”.
Devaluar, ¿Esa es la cuestión?
Poner el dólar más alto, para obtener más pesos luego de liquidar las exportaciones, es lo que el sector productivo pide por estos días, pero no siempre es todo tan lineal. En la fruticultura “creo que si hoy o mañana devaluás, y no te vas a salvar. Que el mercado de Rusia no te absorba 40 millones de kilos, por más devaluación que tengas..”
Además, en el caso de las manzanas, los compradores históricos también hicieron recortes en los volúmenes: “Hoy, con la manzana argentina en Europa, te dicen que no la necesitan, porque tienen producción propia local. Entonces, ya no es una cuestión de competitividad por precio, la cuestión es que ya hicieron una sustitución de importaciones”.
Ahí se considera que “sin dudas” del Estado puede ayudar en la apertura de nuevos mercados. ¿Para donde apuntar? La respuesta es para el lado de los países petroleros: “Hoy tenés los países árabes con un precio del petróleo alto, un ingreso bastante más alto que cuando el petróleo estaba en 30 o 40 dólares”. Y si bien aún no abren sus mercados, no deja de ser una fruta tentadora: “el mundo árabe son mil millones de personas, y lo tenemos relativamente cerca, norte de África, cercano y medio oriente”, pero por ahora existen impedimentos, como la falta de acuerdos comerciales y falta de líneas navieras a costos competitivos.
La última encuesta
Un estudio Ag Barometer, de noviembre pasado, indica que “la confianza de los productores agropecuarios es la más alta de los últimos seis años, tanto en las condiciones presentes como en las expectativas futuras, a pesar de una disminución en la rentabilidad”.
También se afirma que un 60% considera que el presidente Milei ha cumplido con las expectativas del sector en su primer año de gestión, un 36% que no las ha cubierto y un 4% que las ha superado.
Además, un 57% de los productores piensa que las políticas del presidente Trump van a favorecer los resultados del sector agropecuario en la Argentina, mientras que un 43% piensa lo contrario. El Ag Barometer es un índice que elabora el Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral (CEAg). Según se destaca en la página web de este instituto, “el relevamiento recoge las respuestas de encuestas a 400 productores, cuyo valor bruto de producción es igual o mayor a u$s 200.000 dólares y es realizada por Map of Agriculture (www.mapofagriculture.com.ar)”. La muestra se ha estratificado basada en datos de INDEC y Map of Agriculture, para que los resultados representen correctamente el universo total, se aclaró.
En esta nota