Economías Regionales

La manzana del Valle perdió 43 mercados internacionales

La estadística oficial muestra que en 2007 las exportaciones de la especie llegaba a 59 países donde se consumía nuestra manzana. Hoy todo el comercio externo está concentrado en sólo 16 destinos; perdió el 70% de sus mercados. Cómo la política empujó a la actividad a una crisis en la que todavía está sumergida.

La fruticultura del Valle de Río Negro y Neuquén muestra un profundo cambio en todos estos últimos años. Lamentablemente, retrocede a pasos agigantados.

Pese existir un discurso político que insiste en colocar en un lugar de privilegio a la fruticultura regional, en los hechos la realidad se muestra totalmente distinta. Un dato pone en perspectiva lo que estamos mencionando: la evolución que han tenido los destinos externos a los que llegaba la manzana argentina.

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El gráfico adjunto da cuenta de la pérdida de mercados que ha tenido la manzana argentina en todo este tiempo. En 2007 esta especie producida en el norte de la Patagonia llegaba a 59 destinos de distintas partes del globo. En la actualidad sólo llega a 16 mercados externos. Esto simplemente quiere decir que nuestra región perdió 43 destinos en una década y media. La foto estadística es tremenda. No existe antecedente en el sistema frutícola internacional de semejante degradación en el comercio externo.

Esta tendencia sin dudas tiene una directa relación con la evolución que ha tenido la exportación de manzanas en el período bajo análisis.

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Los números que refleja el gráfico adjunto, basado en estadísticas oficiales, son determinantes. Durante 2007 las exportaciones de manzanas superaban las 280.000 toneladas. Para el cierre del 2023 las proyecciones estiman ventas externas por debajo de las 70.000 toneladas. La caída observada es del orden del 70% en solo 16 años. En términos absolutos estamos hablando que el Valle de Río Negro y Neuquén dejó de exportar más de 200.000 toneladas de manzanas en el escueto período mencionado. Son datos duros y crudos para una actividad que fue centro económico de norte de la Patagonia durante décadas.

Como mencionábamos al inicio de la nota, la fruticultura muestra un giro vertiginoso al estudiar la evolución que han tenido sus exportaciones en este pasado reciente y en la pérdida de destinos observada, los que, obviamente, fueron ocupados por otros países del hemisferio sur que compiten con este tipo de oferta en esos mercados.

No es cierto que la industria de la manzana a nivel global esté en crisis, como algunos ejecutivos regionales insisten en remarcar. Los padecimientos que está atravesando la actividad en los Valles de Río Negro y Neuquén, asumida en su totalidad por empresarios y productores, están circunscriptos sólo a nuestro país.

Datos suministrados por el departamento de Estado de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) detallan que en 2007 la producción de manzana a nivel global alcanzaba las 54,7 millones de toneladas. Las proyecciones para la presente temporada -tomando la misma fuente como referencia- destacan estos volúmenes llegarán a las 78,4 millones de toneladas. Es decir que, a nivel mundial, creció en torno al 45% en este período. La producción argentina de manzanas durante los últimos 15 años se desplomó cerca del 50%.

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Lo mismo ocurre con el resto de los indicadores que se quieran analizar. Tomemos las exportaciones globales, por dar otro ejemplo cualquiera. A nivel internacional, en el período que está bajo análisis, pasaron de las 4,4 millones de toneladas (2007) a las poco más de 5,6 millones de toneladas (2023) reflejando un crecimiento del 27%. En los Valles de Río Negro y Neuquén las exportaciones cayeron 70%.

La calidad de los mercados

No sólo la evolución que muestra la producción y exportación de manzanas refleja la decadencia que está sufriendo la fruticultura regional.

El desvío que ha tenido la oferta exportable de manzana, en relación a sus destinos, es otro de los puntos que da cuenta de gran parte del retroceso que mostró la actividad en los últimos años.

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La gráfica señala con claridad como la manzana abandona mercados de alto poder adquisitivo, como son los europeos, para recostarse en aquellos latinoamericanos. ¿Qué significa esto? Por un lado, que esos mercados dónde se pagan altos precios al consumidor por la manzana se perdieron en manos de nuestros competidores. Por el otro, que ingresan menos divisas al sistema.

Una cuenta lineal nos muestra que, si la fruticultura regional hubiese podido mantener los destinos y los volúmenes de 2007 hasta la fecha, los ingresos por las exportaciones de manzana en la presente temporada habrían superado los 220 millones de dólares.

Proyecciones, cerca del cierre de la temporada estiman que, para el 2023, las colocaciones de manzanas del Valle en el exterior generarán poco más de 40 millones de dólares. Es decir, la caída en divisas sería superior al 80%.

Algunas conclusiones

Al estudiar las estadísticas de comercio y producción que muestra la fruticultura en el pasado reciente, la mayor parte de ellas muestran un claro punto de inflexión entre las temporadas 2007 y 2008. A partir de este momento, los indicadores comenzaron a caer hasta nuestros días, sin tener en claro si ya tocamos el piso de la crisis.

Fueron tiempos tormentosos para el país. En 2007 el entonces presidente Néstor Kirchner le dio la orden a su secretario de Comercio, Guillermo Moreno, para que intervenga el INDEC y así distorsionar los valores de inflación que empezaban a presionar sobre la economía. Fue aquí donde comenzó a gestarse la distorsión de precios relativos de la economía, una de las tantas piedras en el camino para las economías regionales exportadoras.

En marzo del año siguiente, el Gobierno Nacional, en ese momento ya en manos de Cristina Fernández, tiene un duro enfrentamiento con el campo por el proyecto -que luego cae en Senadores- de las retenciones móviles a las exportaciones. Esta derrota que sufrió el kirchnerismo tuvo sus repercusiones. A partir del segundo semestre de 2008, todo lo que se relacionaba con el campo era “mala palabra” para la Casa Rosada. Se cortó la mayor parte de la ayuda a los sistemas agroexportadores y comenzó un proceso que terminó por golpear de lleno en el corazón de las economías regionales: el retraso cambiario.

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El entonces secretario de Comercio, Guillermo Moreno, tuvo la función de intervenir el INDEC para impedir que salgan a la luz los datos de una inflación creciente.

El entonces secretario de Comercio, Guillermo Moreno, tuvo la función de intervenir el INDEC para impedir que salgan a la luz los datos de una inflación creciente.

La fruticultura a nivel internacional estaba sufriendo un importante proceso de cambio y en la región del Valle de Río Negro y Neuquén, la libido de las empresas estaba puesta en sobrevivir a una economía en donde la inflación en dólares era de dos dígitos.

Sin acceso al crédito, con un retraso cambiario que hacía imposible competir en los mercados más exigentes, y con costos que quitaban rentabilidad al sistema, paso lo que tenía que pasar. La fruticultura regional se ajustó y solo quedaron los que alguna espalda financiera tenían y aquellos que intentaron seguir apostando a la producción. A partir de 2010 las empresas multinacionales que trabajaban en el Valle recibieron la orden de sus casas matrices en el exterior de comenzar el “proceso de desinversión” en la Argentina. Sólo un par de años después, las firmas de capital regional tomaron una dura decisión: abandonar los mercados de Europa, y volcarse a los regionales y al mercado interno, buscando así sobrellevar el retraso cambiario que asfixiaba a la actividad. Seguramente es otra nota la que deberíamos hacer explicando porque para muchas firmas de la región esta fue la única salida para poder sobrevivir.

El Gobierno de Mauricio Macri (2015-2019) poco y nada hizo para poder revertir este complejo escenario. Todos los indicadores ligados a la actividad así lo confirman.

La fruticultura finalmente pagó con un alto costo aquellas luchas de poder, de las que eran totalmente ajenas los productores y empresarios del Valle. El ajuste en estos 15 años para nuestra región fue tremendo. Cientos de hectáreas frutícolas abandonadas, miles de toneladas de fruta que se perdieron, millones de dólares que nunca volvieron a ingresar a la actividad y miles de productores con sus familias que fueron expulsados del sistema.

Consecuencia de esta estéril lucha de poder, la producción de manzanas en este período bajo análisis de desplomó 50% y sus exportaciones 70%. La fruticultura en el mundo siguió (y sigue) creciendo, pese a las correcciones que debieron hacer muchos de los países productores. No es opinión, es solo estadística.

Tal vez sea hoy el momento de que nuestros políticos interpreten los datos que se reflejan en estas sencillas líneas. No es algo difícil.

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