Columna de Opinión

La pera debe mejorar su calidad para competir en mercados de precio

Sólo uno puede ser considerado un gran comprador de pera argentina, y ese país es Estados Unidos, que adquiere en promedio 38.600 toneladas de producto al año.

De los destinos frecuentes de las peras argentinas, los países que mejor precio ofrecen en el mercado internacional son el Reino Unido, Alemania, EE.UU., Canadá y Francia. Estos cinco países abonaron durante el año 2022 un valor promedio que se encuentra por encima de uno de los grandes compradores de pera a la Argentina, como lo es Brasil.

De estos cinco mercados, sólo uno puede ser considerado un gran comprador de pera argentina, y ese país es Estados Unidos, que adquiere en promedio 38.600 toneladas de producto al año.

Pero lejos de esos números se encuentran tanto Canadá, como Alemania y Francia, naciones a las que durante el 2022 se exportaron alrededor de 7.400; 5.400 y 3.7000 toneladas de pera, y configuran un mercado de gran valor estratégico por el elevado precio por kilo que ofertan cada año.

Más abajo, y entre los países que menor demanda de pera requieren a nuestro país, se encuentra el Reino Unido, con pedidos que alcanzan 1.6000 de toneladas al año. Este no debe ser considerado un dato menor ya que justamente este destino fue el que mejor precio por kilo de pera ofertó durante el año pasado.

Estos mercados, que se encuentran entre los menos explotados por nuestro país, demandan una calidad de fruta de excelencia y exigen a sus vendedores estándares de exigencia que muchas veces la Argentina debe intentar alcanzar e igualar. Este escenario expone las dificultades que exhibe en la actualidad nuestro país para colocar fruta en los mercados de precio.

El valor de la pera en los mercados internacionales depende de varios factores y los países más exigentes imponen condiciones que se encuentran directamente relacionadas con los niveles de calidad del producto. Los mejores precios son pagados por aquellos importadores más exigentes y sus demandas se focalizan en estándares de tamaño, color, ausencia de defectos y condiciones de conservación, entre otros atributos.

Para lograr este tipo de pera de calidad es indispensable poder avanzar en criterios y certificaciones que aporten garantía de inocuidad y control en cada una de las etapas del proceso productivo. Este es el camino que debe recorrer la pera del norte de la Patagonia para poder competir y acceder a los países que mejor precio ofertan en el mercado internacional.

Dos espejos donde reflejarse

Dos casos identificables de países exportadores de peras que podrían fácilmente entrar en comparación con el caso argentino por encontrarse en el hemisferio Sur y compartir estacionalidad durante el proceso de producción son: Chile, Sudáfrica y Nueva Zelanda.

Estos países acceden a mercados de precio, entre otras razones, por aplicar normas de calidad solicitadas por países que demandan el producto. De esta forma, lograron que en 2022 el valor promedio de su pera exportada supere lo percibido por nuestros productores locales.

Un dato que resalta a simple vista es que si se toma como referencia la aplicación de la norma de seguridad alimentaria BRCGS -una de las más completas y exigentes que solicita el mercado-, países como Chile, Sudáfrica y Nueva Zelanda exhiben respectivamente 44, 32 y 9 establecimientos que certifican el sello. Mientras que en nuestro país sólo 8 empacadoras aprueban la normativa.

Apuntar a sellos de calidad que abran mercados

Argentina y, particularmente, los valles del norte de la Patagonia, deben desarrollar una política comercial que incluya a la certificación de calidad como un insumo clave para abrir mercados. Europa y los Estados Unidos implementan protocolos en origen como requisito de clasificación de aquellos productos que demanda su mercado interno.

Cada vez se exigen más normas de calidad que apuntan al cuidado del medio ambiente, a la inocuidad de los alimentos en todas las etapas de su proceso y a la aplicación de controles preventivos de riesgo.

Estos mercados plantean distintas exigencias, más si se trata de un importador privado que requiere llevar el producto a góndola en caso de tratarse de una cadena de supermercados. Para este tipo de comercios, la aprobación de certificaciones Global GAP resultan excluyentes si sus puntos de venta se encuentran en Inglaterra, Italia, Francia, Estados Unidos y Canadá.

Esta exigencia también se está expandiendo a países limítrofes de la región, como es el caso de Brasil, donde algunos supermercados del vecino país ya demandan el sello de calidad como requisito básico para importar el producto.

*Ingeniera agrónoma. Magister en Agronegocios. Directora de Grupo Floema.

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