Manzana

Manzana: Científicos estudian hongos para controlar la carpocapsa

Un equipo de investigadores de la Universidad de Washington analiza el uso de hongos como alternativa biológica para combatir a la carpocapsa en manzana.

En los laboratorios del Centro de Investigación y Extensión de Árboles Frutales (TFREC) de la Universidad Estatal de Washington (WSU), un proyecto con tintes de ciencia ficción está tomando forma: científicos están cultivando hongos que podrían revolucionar el control de plagas en los huertos de manzanas. Inspirados por el famoso “hongo zombi” Cordyceps —que dio vida a los infectados del exitoso programa “The Last of Us”—, investigadores están evaluando su potencial para eliminar a un enemigo histórico de la agricultura: la carpocapsa o polilla del manzano (Cydia pomonella).

Desde el siglo XVIII, este pequeño insecto ha sido una pesadilla persistente para los fruticultores del noroeste del Pacífico. Su larva, comúnmente conocida como el “gusano de la manzana”, se abre camino dentro de la fruta apenas nace, perforando la pulpa para alimentarse de las semillas. El resultado: manzanas dañadas, comercialmente inservibles y difíciles de proteger, ya que una vez dentro del fruto, las orugas quedan fuera del alcance de la mayoría de los tratamientos convencionales.

“Puedes olvidarte de controlarlos cuando están en la manzana. Una vez dentro, están realmente protegidos”, explicó Rob Curtiss, profesor asistente de investigación en el Departamento de Entomología de la WSU. Frente a la creciente resistencia de las polillas a los biocontroles existentes, los científicos han puesto su mirada en un enfoque biológico más radical: utilizar hongos entomopatógenos —es decir, hongos que infectan y matan insectos— como arma de combate.

Durante el otoño lluvioso de 2023, Curtiss y su equipo comenzaron a observar un fenómeno intrigante: algunas larvas morían misteriosamente cubiertas de una extraña costra blanca. No se trataba de una simple descomposición; algo estaba matando selectivamente a estas polillas. Intrigado, Curtiss llevó los especímenes a sus colegas Tobin Northfield y César Reyes Corral. Este último, estudiante de doctorado especializado en patógenos, cultivó los hongos a partir de los cuerpos de las larvas fallecidas y descubrió tres sospechosos principales: Beauveria, Metarhizium y Ophiocordyceps.

Esporas de hongos

Este hallazgo, calificado como un “golpe de suerte” por Reyes Corral, abrió una nueva línea de investigación. En el laboratorio, los científicos observaron cómo una sola espora podía adherirse al exoesqueleto de la larva, penetrarlo y comenzar a devorarla desde el interior. La muerte no es inmediata: el hongo crece lentamente, utilizando los recursos vitales del insecto hasta matarlo, y finalmente emerge en forma de esporas listas para reiniciar el ciclo en otro huésped.

En condiciones controladas, los investigadores están ahora infectando larvas de polilla con estas tres cepas para determinar cuál es más eficaz y rápida. Las esporas, fácilmente identificables por su color —blanco amarillento para Beauveria, verde oscuro para Metarhizium y blanco rosado para Ophiocordyceps—, son recolectadas y evaluadas según su capacidad de crecimiento, letalidad y adaptabilidad al clima del noroeste estadounidense.

“El verdadero valor del proyecto es que puede dar esperanza a los productores de manzanas. Cuantos más métodos de control de plagas puedan ofrecer los científicos a los agricultores, mejor”, afirmó Curtiss. A largo plazo, el equipo espera desarrollar una cepa “marca WSU” que pueda ser producida comercialmente, brindando a los agricultores una alternativa ecológica y sostenible a los pesticidas químicos o tratamientos virales.

Además del impacto agrícola, el proyecto es una muestra del poder de la ciencia interdisciplinaria: lo que comenzó como una observación incidental durante una recolección de polillas terminó abriendo una posible vía para resolver un problema centenario. “Hasta ahora, los datos preliminares son muy prometedores. Estoy seguro de que en el futuro estos y otros hongos beneficiosos serán útiles para los fruticultores”, concluyó Reyes Corral.

En un mundo cada vez más afectado por el cambio climático y la resistencia a pesticidas, la solución podría estar, literalmente, creciendo en una placa de Petri. Y esta vez, los zombis podrían estar de nuestro lado.

Fuente: TFREC/WSU.

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