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Testimonios de la cosecha de fruta: un día con los trabajadores golondrina de la Patagonia

En plena temporada de cosecha de pera, el equipo de +P se acercó hasta una chacra en Cinco Saltos para charlar con los trabajadores rurales que realizan la recolección y que nos cuentan sus historias.

El Alto Valle de Río Negro y Neuquén vive a pleno la cosecha en las chacras de frutales que aún quedan en pie. Lejos de aquel esplendor de décadas pasadas, la fruticultura aún resiste a los embates de la economía y convive con otros sistemas productivos como la industria de hidrocarburos, que cada vez gana más terreno.

El amor por la producción, el sacrificio y el compromiso de los trabajadores golondrina que cada año hacen posible la cosecha, son parte fundamental para que el ciclo de la pera y la manzana sea una realidad.

Según los datos aportados por la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (UATRE), llegan entre 16 y 18 mil trabajadores al Alto Valle para trabajar en la cosecha. Datos que contemplan a las dos provincias patagónicas, desde Pomona hacia el sur.

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Llegan entre 16 y 18 mil trabajadores al Alto Valle para trabajar en la cosecha.

Llegan entre 16 y 18 mil trabajadores al Alto Valle para trabajar en la cosecha.

Se estima que el 60% de los trabajadores vienen de Tucumán, el resto desde Santiago del Estero, Entre Ríos, Jujuy y Misiones. En el caso de Tucumán, el mismo gobierno les financia el transporte en bus para que se trasladen a las provincias que tienen cosecha como Mendoza, San Juan, Neuquén y Río Negro.

Este año la cosecha de pera en nuestra zona comenzó cerca del 20 de enero, un poco más tarde de lo habitual. Sin embargo, ya a principios de mes llegaron los primeros trabajadores golondrina, que suelen arribar una semana después de las fiestas de fin de año y que en muchos casos se quedan hasta fines de abril.

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Llegan trabajadores de Tucumán, Santiago del Estero, Entre Ríos, Jujuy y Misiones.

Llegan trabajadores de Tucumán, Santiago del Estero, Entre Ríos, Jujuy y Misiones.

Emigrar para trabajar

Con el equipo de +P nos acercamos hasta el establecimiento Don Francisco en la zona de Cinco Esquinas, Río Negro, una chacra con 16 hectáreas con producción de pera y manzana. Cerca de las 17 horas, la jornada de trabajo de los cosechadores había llegado a su fin, en medio de un calor agobiante y húmedo, tras la lluvia del día anterior.

El joven encargado de manejar el tractor nos esperó en la zona del galpón de herramientas, para llevarnos hacia uno de los cuadros de plantación de pera Williams, donde nos esperaba el grupo de trabajadores encargados de la cosecha en esta chacra.

Nos encontramos con un grupo de jóvenes de no más de 30 años que vienen de diferentes provincias. Un chico de Pomona, varios de Tucumán y otros de Jujuy. “La temporada de cosecha la vivimos con calor” atina a decir el primer entrevistado, que viene de Río Negro y este es su segundo año. Otros muchachos de Jujuy nos cuentan que hace trece años que no venían y que ahora volvieron porque en su provincia, no hay trabajo en la caña de azúcar ni en los citrus. “Allá la cosecha comienza en abril, dura un mes y medio y después no tenes más nada, por eso nos venimos para acá”, nos cuentan.

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“Viene buena, tuvimos suerte, yo le llamo más bendición”, nos dicen. 

“Viene buena, tuvimos suerte, yo le llamo más bendición”, nos dicen.

“Nosotros somos cinco, y tres vinimos a trabajar a esta chacra, somos de Piquete (Jujuy) y somos primos” explica uno de los jóvenes que viste ropa con mangas largas, porque así están más frescos. “Uno de mis compañeros está aprendiendo y nosotros ya sabíamos como era la cosecha” nos cuenta otro de los trabajadores que este año se vino “de una”, “no tenía contrato y justo me encontró Luis (el encargado) y me ofreció trabajo”, aseguró.

Seguimos el recorrido y charlamos con los trabajadores de Tucumán, que nos explican que allá trabajan con el limón. “Está feo”, nos dicen refiriéndose al estado de la producción de esta fruta y es por eso que vienen a la zona a buscar trabajo. “En esta chacra me siento cómodo”, afirma el joven, quien reconoce que extraña a su familia estos meses que están acá, aunque vino con un hermano y otro conocido más.

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Cada trabajador cosecha en promedio entre cuatro y cinco bins por día.

Cada trabajador cosecha en promedio entre cuatro y cinco bins por día.

La vida en la chacra lejos de casa

“Acá somos todos amigos, no hay discusiones, nos juntamos, compartimos, hacemos comidas entre todos, aunque no nos conocemos bien”, nos dice uno de los trabajadores oriundo de Faimallá, que también nos cuenta que durante las noches comparten entre todos y hacen guisos, empanadas y asados cuando cobran.

Hay una mujer en el grupo, que es la esposa de Luis, el encargado, ella es la fichadora de los bines y hace el papelerío, hace tres años que vive en la chacra con su esposo. “A mí me gusta este trabajo que hago”, dice la oriunda de Villa Regina que antes trabajaba como embaladora. “Los chicos son buenos, me toco un grupo lindo. Si los tengo que mandar o retarlos ellos obedecen”, asegura.

Gastón, de Tucumán, nos cuenta que viajan un día completo para llegar, él tiene a su mamá allá y la ayuda económicamente, aunque también se guarda dinero para él. “Ahora voy a probar y me voy a quedar a vivir en la zona” dice.

“Somos compañeros que siempre nos vemos todas las temporadas, venimos hace 10 años. En mi caso venimos directo a esta chacra, vengo al raleo, me voy, paso las fiestas y luego vuelvo”, nos cuenta el trabajador de 28 años.

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Un grupo de jóvenes de no más de 30 años que vienen de diferentes provincias.

Un grupo de jóvenes de no más de 30 años que vienen de diferentes provincias.

Por su parte, Luis, el encargado, atento a todo el proceso, mientras chequea los bins nos cuenta que esta temporada “viene buena, tuvimos suerte, yo le llamo más bendición” afirma y agrega que con los chicos se cuidan entre todos.

En cada bin caben 400 kilos de frutas, cada trabajador cosecha en promedio entre cuatro y cinco bins por día, aunque hay uno muy rápido que tiene fama de llegar a ocho bins en un día. Ese trabajador se llama Mauro y ésta es su séptima temporada, tiene 23 años y viene de Tucumán. Le preguntamos cuál es el secreto y responde que el mejor método para cosechar es ser constante “no bajar el ritmo”, asegura con humildad.

Mauro, que viene de una familia de 11 hermanos, tiene a su novia en Tucumán, se comunican por teléfono. Nos cuenta que algunos de sus hermanos están en Cervantes y que no los ve por la distancia.

La cosecha de pera llega a su fin, aunque queda algo de la variedad Packham y luego sigue la manzana Gala. Recién empieza febrero y, en la mayoría de las chacras, los árboles siguen rebosantes de frutas que esperan ser cosechadas, por miles de trabajadores que ponen su amor y sacrificio a esta actividad.

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