Maíz

El plan que promete más carne, más maíz y más exportaciones desde la Patagonia

El titular de Maizar asegura que con riego, tecnología y nuevos suelos podrían convertir a la Patagonia en un polo exportador de granos y proteínas animales.

Federico Zerboni es ingeniero agrónomo, productor agrícola y ganadero, y presidente de Maizar, la asociación de la cadena del maíz y el sorgo. Su empresa familiar, que lleva su apellido, tiene una producción diversificada de cultivos en San Antonio de Areco (Buenos Aires) y Jesús María (Córdoba). En 2019 comenzó su actividad institucional como vicepresidente de Maizar, y también presidió la Alianza Internacional del Maíz, Maizall, que integran las entidades de la cadena del cultivo de la Argentina, Brasil y Estados Unidos. En esta entrevista con +P explica qué hace falta para que la Argentina duplique la producción de maíz, por qué es necesario incrementar la transformación local de este cultivo y qué papel puede jugar la Patagonia, entre otros temas.

–Usted ha dicho en el último Congreso Maizar que la Argentina podría pasar de producir unos 50 millones de toneladas de maíz a 100 millones, transformando el actual 7x7 (7 millones de hectáreas por 7.000 kilos por hectárea) en 10x10. ¿Qué hace falta para eso?

–El atraso que tenemos hoy en maíz no es por la genética, sino por falta de tecnología, especialmente en lo que es fertilización: el productor está subfertilizando los cultivos de maíz, y además falta riego. Regar más y darle de comer al suelo son las dos patas con las cuales se podría pasar muy rápidamente a 10x10. ¿Por qué el productor no usa más tecnología? Porque le falta rentabilidad. Sin retenciones y sin la presión impositiva que tiene hoy, se va a llegar fácilmente a ese objetivo.

–¿Esa expansión maicera de 3 millones de hectáreas se haría ganándole superficie a la soja o también incorporando nuevas tierras?

–La Argentina tiene alrededor de 18 millones de hectáreas de soja y 8 millones de maíz; es una relación de casi 2,3/1, mientras que en Estados Unidos la relación es casi 1/1, con preponderancia del maíz. Se puede crecer sin comprometer a la soja. Claro que para crecer en maíz hay que industrializarlo más donde se produce. Si hacés maíz a 700 kilómetros del puerto y lo convertís en etanol o en carne en el lugar, evitás ese flete y la rentabilidad es muy superior a la de la soja. A la inversa, si exportás el grano y tenés esos 700 kilómetros de flete, es ventajoso hacer soja, porque tiene más valor por tonelada y ocupa menos volumen. En cuanto a incorporar nuevas tierras cultivables, la región por excelencia para expandirse sin conflictos ambientales es la Patagonia.

–¿Y esa expansión en Patagonia de cuánto podría ser?

–Algunas estimaciones indican que se podría incorporar 1 millón de hectáreas bajo riego, incluyendo parte de Mendoza. De todas las provincias patagónicas, Río Negro es donde se viene trabajando hace más tiempo y la que cuenta con mayor superficie regable, por el río Negro y, en menor medida, por el Colorado. Solo allí se calcula que hay 500.000 o 600.000 hectáreas con potencial, que por supuesto no serían solo para maíz. Desarrollar nuevas hectáreas con los rindes que hay en la región marcaría un incremento productivo importante. La Patagonia tiene grandes ventajas agronómicas (muy alta radiación con baja nubosidad durante el período del cultivo, menor incidencia de enfermedades y plagas) que hacen que, con riego, se obtenga un altísimo potencial de rendimiento, de 15.000 hasta 20.000 kilos por hectárea, como en los mejores lugares del país. Por otra parte, hacer más maíz en esa región tendría múltiples beneficios.

–¿Cómo cuáles?

–Hoy la Patagonia está importando carne desde la Pampa Húmeda, que la encarece, y también granos desde puertos graneleros, principalmente Bahía Blanca, para alimentar la hacienda local, con un alto costo de fletes. Si a la producción de alfalfa local, que es muy buena, se le mezcla silaje de maíz con grano de maíz producido localmente, con el alto volumen de producción que tiene Patagonia, da una muy buena rentabilidad. En el engorde, la alimentación es el componente que genera mayor distorsión, que disminuye la competitividad de la región. Es evidente que la producción de maíz local podría mejorar la eficiencia y la competitividad. Podría crecer muchísimo la producción local de carne, que además se puede exportar a los mercados más exigentes porque es libre de aftosa sin vacunación.

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Argentina podría duplicar su producción de maíz y llegar a 100 millones de toneladas.

Argentina podría duplicar su producción de maíz y llegar a 100 millones de toneladas.

–¿Cuánto tiempo llevaría ese desarrollo?

–En Patagonia frecuentemente se encuentran suelos “overos”, que requieren manejos previos. Para que un lote esté en condiciones de generar rendimientos competitivos, puede necesitar un período previo de aproximadamente 3 a 5 años, a fin de realizar tareas de desmonte y nivelación para permitir diferentes tipos de riego, según inversión; sembrar especies que permitan la incorporación de materia orgánica, que es la principal carencia; y, por último, mejorar el drenaje y la retención de agua en el suelo. Los especialistas prevén que es posible que la Patagonia alcance 300.000 hectáreas productivas en una década, con rindes similares a las mejores zonas maiceras del país. Todo depende de la continuidad de políticas que incentiven la actividad económica privada.

–¿Como cuáles?

–Hay obras que deben realizar las áreas de gobierno, tales como la infraestructura hidráulica macro, tendido de líneas de alta y media tensión y caminos transitables, que son fundamentales. Y podemos agregar una estructura impositiva que favorezca la inversión privada a largo plazo. La inversión dentro de las tranqueras, cuando hay rentabilidad, viene sola.

–¿Qué trabajo está haciendo Maizar en la región actualmente?

–Estamos trabajando en tres direcciones. Por un lado, conectamos a los funcionarios de las provincias de la región para establecer políticas en común y generar proyectos con respaldo regional. Tenemos grupos de trabajo integrados por los secretarios relacionados con las áreas de interés. Creemos que se generan mayores posibilidades si se trabaja mancomunadamente. Por otra parte, desde el aspecto puramente técnico, se están desarrollando evaluaciones de diferentes sistemas de producción bajo riego, que incluyen híbridos, fechas y densidades de siembra, fertilización, calidad del forraje producido bajo diferentes manejos, entre otras evaluaciones. En zonas con poca información, nuevas, el objetivo es comenzar con screening de híbridos para determinar ciclos adecuados y adaptabilidad de los mismos a las diferentes subregiones. Por último, realizamos jornadas dirigidas a productores y técnicos con la participación de funcionarios provinciales, técnicos de entidades oficiales, empresas relacionadas, productores y especialistas de Maizar.

Patagonia, un potencial enorme.

–¿La idea del maíz en Patagonia es aprovechar la planta completa o también cultivarlo para producir solo granos?

–En Patagonia Norte, incluyendo el centro y centro-este de Mendoza (las áreas regadas por el río Atuel, principalmente), y sin excluir otras zonas principalmente hortícolas y viñateras del norte, y zonas regables de Neuquén y Río Negro, entiendo que es posible producir ambos sistemas: grano y/o silaje en sus diferentes formas. En el caso de Chubut, se requerirían ciclos cortos a muy cortos para la producción de grano, no así en el caso de destinar la planta completa a la conservación como silaje. Por último, estamos evaluando la posibilidad de desarrollar el cultivo en pequeños microclimas de Santa Cruz, principalmente como aporte forrajero de planta completa ensilada en establecimientos ganaderos, o como alternativa de ciertas producciones frutícolas.

–¿Se están desarrollando semillas para la zona?

–Hay muchísima genética para estos lugares. Las semilleras que operan en el país están trayendo, y también hay algunos semilleros europeos. Por su latitud, la Patagonia equivale al norte de Europa y al Corn Belt americano, y hay muchísima genética para esas zonas. Se están haciendo pruebas de materiales con Maizar, el INTA y las provincias. Para Santa Cruz son ciclos extremadamente cortos, de 70 días, cuando hasta ahora lo más corto en la Argentina son ciclos de 90 días.

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Productores e instituciones avanzan en evaluaciones de híbridos, esquemas de riego y modelos de engorde para potenciar el rendimiento regional.

Productores e instituciones avanzan en evaluaciones de híbridos, esquemas de riego y modelos de engorde para potenciar el rendimiento regional.

–¿Cómo viene la campaña de maíz este año en la Argentina?

–Somos optimistas, aunque todavía es pronto para estimar. Con excepción de las zonas donde hay anegamientos —en el sur de Córdoba y Santa Fe y, ni hablar, en la provincia de Buenos Aires—, está arrancando una campaña excelente para el maíz, con muy buenas perspectivas para los maíces tempranos, que aumentaron esta campaña, y con muy buenas reservas de humedad para las siembras tardías. El último informe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires proyecta que esta campaña se van a cultivar en total 7,8 millones de hectáreas, de las que por ahora se ha sembrado cerca del 38%.

–Además de en Maizar, usted participa en la Fundación Barbechando, que busca acercar las cuestiones del agro a los legisladores. ¿Cree que hace falta más involucramiento directo del sector en la política?

–Me parece crucial tratar de incidir para que el país tenga políticas públicas estables a largo plazo. A la vez, el sector agropecuario debe presentarle a la política un proyecto más coordinado y con un objetivo bien claro; no ir cada uno con su proyecto, que solo produce o confusión y parálisis en los legisladores, o se logran normas que no duran porque son para pocos. Siempre digo que tenemos que seguir el ejemplo de Brasil, donde el sector primero logra consensos y luego se dirige con una propuesta unificada a los políticos, y estos hacen leyes duraderas, como las que permitieron que el país pasara de importar alimentos a ser el mayor exportador del mundo en muchos rubros.

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