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Kleppe compra Los Álamos de Rosauer y sacude el mapa frutícola del Valle

La frutícola Kleppe adquirió una parte clave de la empresa centenaria y apuesta a potenciar su crecimiento en el mercado viverista.

Tras meses de intensas negociaciones, la reconocida firma frutícola Kleppe S.A. cerró un acuerdo para adquirir una parte significativa del capital accionario de Los Álamos de Rosauer, uno de los viveros más emblemáticos y antiguos del Alto Valle de Río Negro y Neuquén. Según fuentes de ambas compañías —consultadas por este medio—, aunque Kleppe no habría obtenido el total de las acciones, su entrada supone un giro importante tanto para su propia matriz productiva como para la consolidación de Los Álamos.

El trasfondo del acuerdo, según lo que pudo saber +P, radica en un interés mutuo. Por un lado, Kleppe busca asegurar plantas clave para su reconversión frutícola: incorporar material genético más moderno, vigoroso y competitivo es esencial para optimizar variedades y mejorar rendimientos. Por el otro, Los Álamos de Rosauer necesitaba la inyección de capital para dar un salto cualitativo en su producción y mantener su liderazgo en el segmento viverista.

Fuentes cercanas a ambas compañías confirmaron la operación, aunque evitaron revelar cifras concretas. Se comenta dentro del sector que la suma invertida es una cantidad importante, probablemente de al menos siete dígitos, considerando el valor estratégico de la empresa conducida por la familia Rosauer. En los próximos días se espera un comunicado oficial que detalle cómo quedará la estructura societaria, el reparto accionarial y las nuevas líneas de negocio bajo el nombre simplificado de Los Álamos, preservando la imagen histórica de la marca.

Trayectorias empresariales: quiénes son los protagonistas

Kleppe S.A., con sede en Cipolletti (Río Negro), es una empresa frutícola con más de 80 años de historia. Fue fundada en 1932 por Knut Olai Kleppe, un inmigrante noruego, y ha evolucionado hasta convertirse en un actor clave de la industria frutícola argentina. Actualmente cuenta con aproximadamente 2.000 hectáreas destinadas a fruticultura, según datos citados por fuentes del sector y reportes técnicos.

Para ello, Kleppe opera una red integrada de producción, empaque y almacenamiento: tiene tres plantas de empaque y cinco frigoríficos ubicados en Cipolletti, Fernández Oro y Contralmirante Guerrico, con una capacidad de almacenamiento estimada cercana a los 40.000 pallets. La empresa ha sido destacada además por su enfoque en la diferenciación y la calidad. La matriz productiva de Kleppe esta está centrada en una mayor proporción de plantaciones de peras que de manzanas, pese a que en los últimos años la firma realizó una importante reconversión para intentar equilibrar esta matriz; arrancando cientos de hectáreas de manzanas y peras cuyas variedades no son aptas para los mercados internacionales o aquellas plantaciones que ya tenían rendimientos productivos por debajo de las 25 toneladas por hectárea.

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Kleppe es una de las firmas exportadoras más importantes del Valle de Río Negro y Neuquén.

Kleppe es una de las firmas exportadoras más importantes del Valle de Río Negro y Neuquén.

Por su parte, Los Álamos de Rosauer es un vivero con una rica historia de más de un siglo. Según reportes periodísticos, sus orígenes se remontan a 1920, cuando Juan Erich Rosauer fundó el vivero en Paso Peñalva (actual Pomona), proliferando frutales, rosales, miel y frutas finas. Con los años, la empresa creció y se trasladó a Villa Manzano, en Río Negro, donde posee unas 500 hectáreas, combinando vivero intensivo con chacras propias.

Impacto del acuerdo para la fruticultura del Alto Valle

La operación representa un punto de inflexión para el sector frutícola patagónico. En primer lugar, Kleppe consolidarría su cadena productiva al asegurar su abastecimiento de plantas de alta calidad y diversidad, lo que podría acelerar su proceso de reconversión e innovación varietal. Esa fortaleza genética, combinada con su infraestructura de empaque y frío, puede traducirse en mayor competitividad en mercados internacionales exigentes.

Para Los Álamos de Rosauer, la entrada de capital es clave para impulsar su crecimiento sin perder su esencia histórica. El apoyo de Kleppe podría permitir modernizar sus instalaciones, optimizar su sistema de producción y expandir su capacidad para generar plantas frutícolas.

Además, la operación podría favorecer una mayor concentración sectorial, algo que ya es notorio en la región: según análisis del mercado frutícola del Alto Valle, las empresas más grandes apuestan cada vez más a producir su propia fruta para cumplir con los estándares sanitarios exigidos por los mercados externos.

También habría un componente simbólico: recuperar y relanzar la marca Los Álamos —respetando su legado centenario— implica una apuesta al reconocimiento local y nacional. En un contexto donde la historia frutícola del Alto Valle es parte del patrimonio cultural y económico de la región, la operación puede revitalizar una empresa con raíces profundas.

Desafíos y perspectivas a futuro

A pesar del entusiasmo, hay retos importantes. La reconversión frutícola no es sencilla: implica inversiones constantes, capacidad técnica y riesgos comerciales. Las fuentes consultadas no han descartado que el desembolso de Kleppe sea alto, lo que aumentará la presión para que Los Álamos logre un retorno razonable.

Los Álamos de Rosauer
Las modernas instalaciones de Los Álamos. El ingreso de Kleppe al paquete accionario promete sinergias productivas y una renovación profunda del negocio viverista.

Las modernas instalaciones de Los Álamos. El ingreso de Kleppe al paquete accionario promete sinergias productivas y una renovación profunda del negocio viverista.

Además, está por verse cómo se estructurará la gobernanza tras la operación: quién tendrá control operativo, cómo se repartirán las tareas entre las dos empresas y cómo se manejarán las decisiones estratégicas conjuntas. El comunicado oficial esperado en los próximos días deberá aclarar estos puntos para generar certidumbre en el mercado.

Desde el punto de vista ambiental y productivo, mantener la densidad de plantación característica de Los Álamos implica una gestión sostenible del suelo. La rotación que realiza actualmente es intensa, y cualquier expansión podría requerir nuevas tierras o innovaciones para mantener la salud de los suelos.

No obstante, el panorama es muy alentador. Esta alianza puede marcar un renacimiento para Los Álamos de Rosauer, consolidando su papel histórico como vivero referente, y al mismo tiempo fortalecer la apuesta exportadora y de reconversión de Kleppe. Si ambas empresas juegan bien sus cartas, podrían generar sinergias que beneficien no solo a sus accionistas, sino a todo el Valle: productores, técnicos, trabajadores y, en última instancia, al desarrollo de la fruticultura patagónica.

En definitiva, la operación entre Kleppe y Los Álamos de Rosauer no es solo una transacción financiera: es una señal clara de que la fruticultura del Alto Valle está entrando en una nueva etapa, una etapa donde la tradición y la innovación se encuentran para proyectar futuro, cultivar calidad y consolidar la identidad productiva de la región.

Fuente: Redacción +P.

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