Ganadería: se impone con urgencia un plan de largo plazo
La ganadería argentina no se termina de recuperar de su estancamiento, mientras en el resto de los países crece. El Gobierno no da claras señales.
Después de desperdiciar años de “vacas gordas”, con una fuerte demanda interna sostenida (artificialmente) por la “mesa de los argentinos” y un creciente consumo internacional, que fue aprovechado muy bien por todos los países vecinos, la Argentina enfrenta ahora la necesidad imperiosa de recomponer stocks, mejorar productividad, aumentar la eficiencia, y encarar fuertes cambios respecto a gustos de los consumidores, temas ambientales, y también de bienestar animal. Pero todo esto “sin plata” en la Argentina, ni en el mundo que no termina de salir aún de la recesión que le impusieron los 3 años de pandemia del Covid, y luego algunos conflictos bélicos (que aún no terminan), que alteran tanto los precios internacionales como los costos de producción y comercio.
Como encarar semejante desafío sin “volver a perder el tren”, todavía es un enigma con tantas propuestas variadas, como la cantidad de intereses cruzados puestos en juego, y sin que, desde el sector oficial, se estén dando las mínimas señales sobre lo que se busca. “Queremos exportar, pero se mantienen las retenciones”; “buscamos más comercio exterior, pero vuelve el atraso cambiario y subsiste el cepo”; “queremos aumentar la cantidad de divisas, pero se abren las importaciones de alimentos para que compitan internamente y bajen los precios”; “queremos ser más competitivos, pero no siempre los propios organismos públicos tienen la “celeridad” para adoptar las medidas que permitan abaratar los costos”… Y el caso reciente de la vacuna antiaftosa, todavía no totalmente definido, es un ejemplo claro de algo que ya debería estar solucionado para la próxima aplicación de octubre, siempre y cuando las autoridades sanitarias actúen con la premura del caso, y efectivamente, se puedan importar las dosis suficientes como para que haya una “sana” competencia en el mercado.
Algunos creen que con esto, el costo de la vacunación contra la aftosa, para los productores bajaría hasta el 70%. Pero…
Sin embargo, no todo está solo en manos del Estado. La cantidad de entidades, organismos, mesas sectoriales, institutos, cámaras, asociaciones, etc., etc. que se siguen multiplicando, da cuenta de la variedad de visiones e intereses que se multiplican alrededor de la ganadería y, sin ejes comunes a todos ellos, es casi imposible avanzar en propuestas o líneas de acción estratégicas de mediano y largo plazo. Más vale, intereses parciales, cortoplacistas, son la moneda corriente y para colmo, muchos de ellos con impacto directo en los costos que recaen sobre los productores por acción, omisión, o superposición que, en definitiva, le restan competitividad a la hora de “salir al mundo”.
Las diferencias se hacen más notable a la hora de las comparaciones y, sin ir más lejos, con los propios vecinos como Paraguay, Uruguay, Bolivia, y ni hablar de Brasil ya convertido en el primer productor y exportador mundial de carne vacuna, y también uno de los principales en materia aviar y porcina. Sin embargo, en los '70, el “gigante del Mercosur”, tenía un rodeo de tamaño similar al de Argentina, aunque de bastante inferior calidad. Ahora, tras tres décadas de políticas definidas y estables (ser el primer productor de alimentos mundial) casi lo quintuplicó con más de 220 millones de cabezas, mientras que el stock local está por debajo del que había hace 60 años atrás. Ni siquiera se pudieron recuperar totalmente los más de 10 millones de cabezas “perdidas” por falta de precio, hace12 años.
A mediados de abril se comentaba aquí mismo: “Nubarrones en el (buen) futuro de la ganadería”, aludiendo al mercado interno, y al corto plazo. La ganadería vacuna fue la primera industria y exportación que hubo en el Río de la Plata, desde tiempos de la colonia. Y la realidad muestra que hoy, si no es para exportar, la producción debería “bajar”, al menos, 40%-50% más y, si bien eso no entra en el imaginario colectivo, bien podría llegar a suceder si no se reacciona rápido. Es que en tiempos de inteligencia artificial, de chat GTP, de robótica, de ingeniería genética, de bienestar animal, de ambientalismo creciente, y de modas de consumo que no siempre responden ni a la salud, ni a la lógica, entre otras varias cuestiones, los desafíos son demasiado grandes, muy rápidos, y por lo tanto las miradas no pueden (ni deben) ser de corto plazo, o solo guiadas por los intereses personales. Se impone un plan de largo plazo, como el de Brasil, Paraguay, o Uruguay, que ya exporta a más destinos que la Argentina.
De ahí que sea imprescindible que, así como se requieren políticas que faciliten las inversiones y la exportación (si es que realmente es lo que buscan las autoridades), es casi más importante que el propio sector privado se preocupe por contar con la mayor cantidad de información disponible “para todo el mundo” y logre, al menos, una media docena de posiciones acordadas, un discurso unificado, para plantear a las autoridades, o para defender ante medidas negativas de parte del Ejecutivo, o de leyes a veces descabelladas, de parte del Congreso. Por supuesto que esto mismo debe “bajar” a los niveles provinciales y municipales.
Dicho de otra forma, no es posible que Argentina tenga costos sanitarios 4 o 5 veces mayores que resto de los vecinos...¿Por qué?. No se debería aceptar que los municipios cobren impuestos disfrazados de tasas para cubrir ineficiencias administrativas, o faltantes de caja. No puede haber aduanas interiores. Si va a haber un chip obligatorio para todo el rodeo, se debería poder aprovechar para todos los seguimientos y la trazabilidad que podrían exigir los mercados más sofisticados de destino (aunque varias de estas cuestiones, en realidad, están enmascarando nuevas paraarancelarias), y no para nuevas consultoras, y costos extra para la hacienda en pié. Se podría hacer un listado casi infinito de cuestiones para corregir, pero lo realmente importante es que los productores, y los restantes eslabones de la cadena, no pierdan de vista su verdadero objetivo: ser más eficientes (más producción con menos costo), y satisfacer las exigencias crecientes tanto del mercado local, como de los externos. Y en ambos casos, contando ya con la calidad Premiun de la carne argentina, reconocida en todo el mundo, lo que queda por mejorar entonces es la baja de costos para poder competir con los nuevos oferentes considerando, siempre, que además de lo que hace (o no hace) el gobierno de turno, también están las propias cargas que por desconocimiento, o por inacción, se van multiplicando entre los propios privados.
Y esto se potencia cuando “no hay plata”, como dijo el Gobierno local y probablemente, salvo algo inesperado a favor, también el mundo tenga todavía un período de debilidad económica de, al menos, un par de años.
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