Imparable: el asado se disparó 160% en los últimos 12 meses
Los valores de la carne en la región crecieron en forma desproporcionada y a contramano con lo que ocurrió a nivel nacional donde, en términos reales, los precios en las góndolas bajaron. Distorsiones típicas de un mercado cautivo.
Mientras las distintas estadísticas oficiales dan cuenta de que los precios de la carne en las góndolas ubicadas al norte del río Colorado retroceden en términos reales, en nuestra región se disparan en forma vertiginosa. Es llamativo el diferencial existente entre una y otra región.
Datos suministrados por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos reflejan, por tomar un corte representativo de las familias argentinas, que el precio promedio del kilo de asado en el comercio minorista de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) y del Gran Buenos Aires (GBA) se ubicó el mes pasado en los 1.080 pesos, reflejando un crecimiento de poco más del 1% en relación a abril y del 68% cuando se lo compara en términos interanuales.
Mientras tanto en las carnicerías y grandes superficies de la región del Alto Valle, el promedio del precio de este corte se ubicó, durante mayo, en 3.990 pesos reflejando un salto del 29% en relación a abril y de cerca del 170% al llevarlo a valores interanuales.
Con estos datos en mano podemos señalar que, en el mercado de CBA y GBA, el valor del kilo de asado mostró un importante retroceso en términos reales, si tomamos como referencia la inflación oficial de mayo que fue del 7,8% y el salto interanual fue del 114%. Algo totalmente distinto ocurre en el mercado de la región del Valle. Los valores crecieron en términos reales teniendo en cuenta el índice de precios registrado por el INDEC.
Pero esto no es todo. Cuando relacionamos el diferencial de precios entre uno y otro mercado, mayo marcó un nuevo récord ubicándose el kilo de asado en el Valle 121% por encima de las cotizaciones consolidadas en CABA y GBA.
Esta misma tendencia se observa en los mercados cordilleranos (Bariloche y San Martín de los Andes, por dar dos ejemplos cualquiera) y aquellos ubicados en el Valle Inferior.
Para muchos, esto es un duro golpe para el consumidor de la región. Para otros, estos desvíos se producen por los abusos propios existentes en un mercado cautivo al sur del río Colorado producto de los controles de ingreso de carnes que se imponen por cuestiones sanitarias. En definitiva lo que dispara el precio es sencillamente una cuestión de oferta y demanda. En la zona al norte de la Patagonia, la primera se mantiene estable y la segunda crece; este contexto es el que genera el salto de precios.
“Es lo que comúnmente se denomina inflación por demanda. Esta variable, que en este caso es creciente, presiona sobre un mercado que mantiene su oferta estable. Y ello hace que los precios suban”, explica Leonardo Luis Claps, técnico de la Experimental del INTA Bariloche, en dialogo con +P. El especialista en mercados cárnicos agrega que los valores que toma el INDEC, para el cálculo de precios, son de los mercados de CABA y GBA donde existe hoy sobreoferta de producción y una demanda deprimida. Esto es lo que hace, en definitiva, que los valores de la carne suban por debajo de la tasa de inflación. “En la región del Valle y la zona cordillerana, esta relación de oferta y demanda está invertida. Hay faltante de la primera de las variables y existe mayor presión de la segunda”, acotó.
Según datos dados a conocer por Claps alrededor del 70% de la oferta de carne que se consume en Río Negro y Neuquén llega del norte de la barrera del río Colorado. Y en el caso específico del asado, agrega el técnico, existe una clara estacionalidad en los precios cuando merma ostensiblemente la oferta local de este corte.
Frente a este panorama, la pregunta de rigor es ¿Por qué las empresas frigoríficas ubicadas al norte de la barrera no colocan más oferta en este mercado teniendo en cuenta el diferencial de precios existente en todos los cortes vacunos? “Eso habría que preguntarle a ellas”, ironizó Claps para después agregar “no es fácil cambiar la escala comercial de un día para otro. Las empresas tienen su programas y para modificar su matriz productiva tienen que haber nuevas inversiones; y en este país hace años que no llegan fondos genuinos para invertir en el sector. Es una cuestión de expectativas. Hoy la política y el Gobierno no da señales para lograr estas positivas expectativas”, sentenció el especialista.
No sólo pasa con la carne con hueso
Cuando se analizan las estadísticas volcadas por el INTA Bariloche, se observa que no solo los cortes con hueso son los que crecen en forma desproporcionada en toda la región ubicada en el norte de la Patagonia.
Tomando como referencia otro corte popular, como es la carne picada común, y haciendo el mismo análisis que párrafos arriba con el ejemplo del asado, observamos que en los mercados de CABA y GBA los precios promedio consolidados en góndola, durante mayo, se ubicaron en 1.146 pesos por kilo. El valor representa un crecimiento mensual del 4% e interanual del 67%. Este mismo producto en los mercados minoristas del Alto Valle de Río Negro y Neuquén el consumidor lo pagó en mayo a 2.350 pesos, precio que muestra una suba del 19% respecto del mes anterior y del 113% cuando se lo computa en términos interanuales.
Mayo , lo mismo que ocurrió con el asado, mostró un diferencial récord entre las cotizaciones promedio observadas en CABA y GBA para el kilo de carne picada en relaciones con los valores ofertados en el Alto Valle. Los consumidores regionales, en este caso, tuvieron que abonar por este corte más que el doble que lo que paga una familia bonaerense. Estas distorsiones solo pueden ser salvadas con una mayor oferta.
Si bien puede ser un buen argumento señalar que a una empresa le es difícil cambiar de escalas comerciales de un día para otro, como para derivar carne de un mercado a otro alternativo -en este caso el de la Patagonia norte- y de esta manera permitir que el consumidor pague menos por el kilo de carne; también se puede decir que suena -como mínimo- extraño que un mercado que paga el doble de lo que se abona en otro, no sea negocio para cualquier frigorífico que quiera llegar con su oferta a este destino.
Sin dudas, una de las mejores maneras de poder compensar estos desvíos, manteniendo la barrera sanitaria activa, es aumentando la oferta de carne de producción local. Y para eso se necesitan políticas activas, horizontes previsibles para la inversión y alineamiento de precios relativos, para llevar el stock ganadero de las provincias de Río Negro y Neuquén a niveles compatibles con la demanda interna de carne. Seguramente, esta alternativa llevará años ponerla en marcha y lograr los objetivos deseados, pero es una de las pocas salidas sustentables que tiene el sistema para terminar con la especulación que genera la barrera y su mercado cautivo; con un único perjudicado, el consumidor patagónico.
En esta nota