Puma

La lucha (¿mal vista?) del productor ganadero contra el puma

Ninguno quiere salir de su casa y pasar dos o tres días sobre un caballo persiguiendo a un predador que, en la práctica, es un socio que se le queda con el 30% de su capital cada año. Piden al gobierno más firmeza.

Hay una sensación de abatimiento e impotencia en el aire. Dentro del salón de usos múltiples de la Comisión de Fomento de la localidad de Cerro Policía, un paraje a medio camino entre el Alto Valle y la represa de El Chocón, unos 20 productores ovinos se cuentan sus penas. A uno el puma le mató 5 animales, a otro 30 chivas y a otro 250 animales en lo que va del año.

Queremos salvar las pocas ovejas que nos quedan”, le manifiestan casi implorando a las autoridades presentes, que son: Juan Escobar, Subsecretario de Ganadería Ovina y Caprina, Diversificación y Arraigo, del Ministerio de Desarrollo Económico y Productivo; y la titular de la comisión de fomento local, Érica Corbalán.

Estamos en una emergencia, porque nos estamos quedando sin productores”, admite Corbalán desde la punta de la larga mesa y agrega: “necesitamos bajar la población de pumas”.

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Los productores replican que los 25.000 pesos que pagan por cada cuero de puma no alcanza “ni para la cerveza”. “Tenemos que salir 3 o 4, con los caballos, los perros, y perdernos dos o tres días”, comenta uno de los jóvenes que integra un grupo de cazadores. Pidieron que se pase de 25.000 a 200.000 pesos. O que al menos se entregue a cambio de los cueros, forraje y alimento para los perros como retribución.

Escobar intentó explicar que “el incentivo (más allá de la recompensa), es salvar el cordero o la oveja”.

Un problema en números

¿Cuántos pumas han matado en Cerro Policía en lo que va del año? Uno admite haber cazado 8, los integrantes de un grupo dicen que ellos agarraron a 18, otro que él sólo atrapó a 3. Se pasan los números y la conclusión es que fueron entre 50 y 60.

“Pero agarramos dos o tres, y entran otros dos o tres más”, se quejan los ganaderos. “El problema acá es la gran cantidad de campos abandonados”, acota la comisionada, quien espera que para la próxima reunión pueda estar presente “la gente de Tierras”. Es que hay campos fiscales, entregados con derecho de pastaje, que están con candado en las tranqueras. “Que se los den a otro que lo quiera trabajar”, dice.

En plata, cada oveja que se pierde representa unos 75.000 pesos. Pero Pablo Lucchetti, uno de los pocos jóvenes que quedan en el pueblo, aclara que “un animal preñado (está llegando la época de la parición), son 160.000 pesos que perdemos”.

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El mismo Lucchetti considera que las trampas son una buena herramienta en esta batalla que hoy dan por perdida. Escobar dejó al menos 5 para que se las vayan repartiendo. Tienen un valor en el mercado de 80.000 pesos, y para los pequeños productores son inaccesibles.

“Si esto sigue así, a fin de año me voy”, amenaza la productora Ana Tardunio, que está ahí en representación de su madre. “Acá no tenemos más de 300 ovejas cada uno”, aporta, y reconoce que “falta unidad” entre los productores para coordinar una estrategia. Ana fue una de las más férreas defensoras de la idea de aumentar el monto que se paga por cada puma para que se incentiven los grupos de caza.

Decir todo

Ella misma es quien, llegado el momento, rompe el silencio sobre un tema que ronda todo el tiempo entre los presentes: “A mí, en una noche, el puma me mató 7 corderos. Y yo me tengo que quedar en silencio, pero los ecologistas si mato un puma, salen por todos lados hablando. ¿Ellos me van a pagar el cordero? Ellos pueden decirnos de todo”.

Ya no tienen vergüenza ante las críticas: “Esos vagos parece que tienen más derechos que los productores”.

Luego Lucchetti acota: “Estamos defendiendo nuestro capital, que es lo único que tenemos para sostener a nuestra familia. No es que salimos a cazar porque nos gusta. Todos preferimos quedarnos en nuestra casa trabajando”.

El Subsecretario resaltó que “no venimos a imponer nada, sino a dialogar en forma conjunta, a llegar a una solución entre los aportes que pueden hacer los productores, los aportes de los jóvenes, que son los que persiguen al Puma, y nosotros poniendo algunos recursos y algunas ideas para tratar de que los productores se queden en el campo. Ese es el objetivo principal, el arraigo rural”.

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Sobre el panorama trazado por los productores, el Subsecretario comentó que “es una situación muy preocupante que se potenció en los últimos 3, 4 años. El avance de la población del Puma es impresionante, si bien no la tenemos cuantificada, sí sabemos de los daños que producen, porque las majadas se han reducido considerablemente”.

A pesar de las urgencias expresadas, “sabemos que es un proceso a mediano plazo, pero creo que lo importante es que estamos atendiendo la situación que, en el fondo, la organización de las acciones que se emprendan, el día a día, lo tienen que hacer los productores, nosotros la idea es apoyarlo en lo que nos requieran”.

Al final de la reunión, hubo un compromiso de trabajar en los siguientes temas: darle continuidad a la entrega de trampas, financiar a los grupos de cazadores, mejorar el precio que se paga por cada animal cazado, mejorar la entrega de forrajes y alimento para perros, y hacer un mapeo del hábitat del puma.

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