Patagonia: 50 días después de la apertura de la barrera sanitaria
A más de un mes y medio de la flexibilización de la barrera sanitaria la Patagonia, productores y frigoríficos analizan el impacto real en el mercado.
Si bien la ganadería (como otros procesos productivos) tiene sus tiempos, a 50 días de la apertura de la barrera sanitaria de la Patagonia desde +P consultamos a cuatro protagonistas del sector para conocer el impacto de la flexibilización de la barrera sanitaria, que permitió el ingreso del asado con hueso a la Patagonia.
En principio el sector está mucho más fortalecido que hace 20 años, cuando se cerró la barrera por partida doble: producen carne que califican como “Premium” y, con el avance de las tierras bajo riego, ya generan su propio alimento. Un indicador sensible, como es el de los precios del kilo vivo, no acusó recibo del levantamiento de la barrera y las ventas se mantienen uniformes, con valores sostenidos.
“Por ahora no nos ha hecho mella”, aseguró Sergio “Checho” Prieto, una de las voces más respetadas del sector luego de 20 años como consignatario y miembro de la comisión directiva del Centro de Consignatarios de Haciendas del Sur, que tiene sede en Bahía Blanca.
Desde la Sociedad Rural de Viedma, su presidente, Rodrigo Núñez, indicó que “ha bajado un poco la demanda de ternero”, aunque, al ser consultado sobre cómo se afronta la medida del gobierno nacional, manifestó: “Hay que seguir trabajando y la rueda sigue”.
Su par de la rural de Río Colorado, Pablo Castillo, comentó que “los precios parecen estabilizados, y el movimiento de hacienda es normal. No ha variado mucho y se estabilizó”, mientras que, al referirse al futuro de la ganadería regional, acotó que “ahora existe una nueva normalidad”.
Próximos remates en la Patagonia
Se espera, para que el termómetro sea más fiel, la realización de próximos remates de hacienda y los números que se registren con cada bajada de martillo, aunque se aclaró que “los precios de los remates son un poquito más elevados”.
Un protagonista de peso en la industria, Darío Vázquez, gerente del frigorífico municipal de Luis Beltrán, admitió que “tenemos una merma, pero se mezcla el tema de la barrera con la situación económica general, con una caída palpable del consumo”. Y si bien la faena en este caso “fue un poco menos que el mismo mes del año pasado”, la observación de Vázquez fue que “en principio, diría que no está afectando esto de la barrera, pero vamos a ver cómo corre agosto”.
“Todavía es temprano para hacer una evaluación, pero un primer análisis es que no hay grandes cambios”, comentó sobre este tema un habitué de los remates, quien, de todos modos, aclaró que “en la ganadería los procesos son lentos”. En cuanto al contexto general, advirtió que “en el norte (de la barrera), los precios han aumentado bastante y la brecha (con los precios de la Patagonia) se achicó”, lo que se podría traducir en poco diferencial de precios al mostrador de los cortes en general.
Prieto fue detallado en sus respuestas a las consultas sobre el momento actual de la ganadería regional. Como el resto, la merma circunstancial la adjudicó a que “el poder adquisitivo de la gente está muy bajo, pero para todos los rubros”.
Hecha esa salvedad, sobre el sector ganadero aseguró que “no ha hecho mella, ha bajado lo que tenía que bajar por una cuestión de oferta y demanda”, dijo en referencia a la apertura de la barrera.
Buena parte del pulso de la actividad se obtiene en la comercialización diaria, y este experto comentó sobre la demanda que “se quedó quietita con este tema del ingreso de la carne con hueso, porque la gente está como probando”.
Pero se mostró muy optimista respecto al futuro de la ganadería regional, porque “yo creo que, si estamos en estos números y quedan acá, el negocio nos sigue cerrando y vamos a poder competir”.
Ese precio al que hace referencia se viene sosteniendo hace más de un mes y van de los 3.500 a los 3.600 pesos el kilo vivo, que representan unos 6.200 pesos más IVA cuando el matarife lo retira de los frigoríficos.
Y planteó algunos aspectos clave sobre las fortalezas presentes del sector, como que la medida del SENASA “nos agarra más acomodados, en el sentido de que, hace 20 años atrás, cuando pasaban estas cosas, no se había desarrollado la ganadería intensiva en la Patagonia, o sea, no estaban los feedlot que hay hoy”.
Por eso adelantó que “hoy los del norte van a tener que luchar con eso, porque se han armado muchos engordes grandes, que ya hacen su propia comida, que tienen un esquema bien hecho y realmente es muy difícil voltearlos”, en referencia a que, con forraje propio (maíz, alfalfa, remolacha), se evitan los costos extras de los fletes que los pueden dejar fuera de competencia.
Diferencias en la producción
Luego, en la charla, introdujo un tema muy sensible y que va a sobrevolar el mercado por largo tiempo, como es la calidad de la carne, que, según “Checho”, los frigoríficos del norte “van a tener que competir fuerte para lograr la calidad de carne que hoy tenemos en la Patagonia”, y detalló que “el paladar de la gente de la Patagonia se acostumbró a un animal liviano, de 320 a 350 kilos”.
Mientras que lo que viene del norte corresponde a animales de 550 kilos, pensados para la venta de pulpas al exterior, “que tienen una costilla ancha, grande. Por eso, como la palabra te lo indica, son los excedentes de la exportación, o sea, es lo que les sobra de la exportación”.
Lo que todos los consultados vislumbran es que “el único corte que realmente viene con buen precio es el asado”, que algunas cadenas lo usarían como producto “gancho” para incrementar la circulación de clientes en sus grandes superficies.
Y en parte los consultados explican el fenómeno, haciendo notar que “los otros cortes, las pulpas, peceto, vacío, matambre, están con precios, hasta te diría, más caros que lo que están en las carnicerías de acá”.
Y a ese asado de 12.000 pesos, de costilla ancha y gruesa, “no le tengo miedo”, desafió Prieto, y fue más allá: “Lo pueden poner a 4.000 pesos si quieren, porque no le tengo miedo, porque la gente, el asado es un hábito cultural, de la juntada de amigos y todo eso, y si quiere comer un asado, no va a comer un asado que es casi para el puchero. En eso llevamos ventaja, porque hoy estamos teniendo un producto Premium”.
Eso a pesar de las adversidades propias de la región “porque nosotros acá tenemos que hacer todo a pulmón, somos de una zona marginal, porque acá los campos nuestros, en Río Colorado por ejemplo, son de monte, y eso encarece la producción”.
Por último, uno de los socios de la firma rematadora Prieto & Vita habló de “la parte que le toca al gobierno” en la puja por abaratar los precios de la canasta familiar, atento a que “el precio de la carne está compuesto en un 37 o 40% de impuestos, y eso es impresionante. Además, a eso hay que sumarle los fletes, el costo del frigorífico, con la energía, con los empleados y con las cargas sociales”.
Fuente: Redacción +P.
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