Pedidos de quiebra golpean a una de las mayores empresas lácteas del país
La histórica empresa arrastra deudas laborales por miles de millones, mientras trabajadores y exempleados recurren a la Justicia para pedir su quiebra.
La histórica cooperativa láctea SanCor Cooperativas Unidas Limitada (CUL), con sede en Sunchales, atraviesa uno de los momentos más críticos de su larga trayectoria. Tras haber solicitado en febrero la apertura de concurso de acreedores, la empresa enfrenta ahora dos pedidos formales de quiebra que podrían acelerar un desenlace que parecía inevitable: uno impulsado por un grupo de exempleados y otro por los propios trabajadores activos, representados por el sindicato Atilra.
El primero de esos planteos judiciales fue presentado el pasado viernes por el abogado Aldo Regali, representante de un consorcio de acreedores integrado por extrabajadores que aceptaron retiros voluntarios en los últimos años. Según explicó el letrado, la empresa incumplió los compromisos de pago pactados en ese marco. “Siguen los incumplimientos de los denominados prontopagos acordados, mientras que frente al reclamo la empresa dice que pagó, cuando la realidad es que no pagó”, argumentó Regali a diario La Nación al fundamentar el pedido ante el Juzgado Civil y Comercial de la Cuarta Nominación de Rafaela.
Una empresa al límite de la quiebra
El abogado sostuvo que SanCor se encuentra en una situación límite: “Para zafar de este pedido de quiebra, que ni siquiera los acreedores más grandes se animaron a hacer, la empresa tiene que pagar. No hay otra alternativa”, advirtió. El reclamo representa la voz de decenas de personas que dedicaron décadas de trabajo a la cooperativa y que hoy, en muchos casos, no cuentan con ingresos ni cobertura médica. “Estamos hablando de personas de más de 60 años de edad, muchos enfermos, sin obra social ni ingresos, que le entregaron 30 años de su vida a la empresa. Hoy están pidiendo dinero prestado para sobrevivir”, graficó.
A este escenario se suma la decisión unánime que tomó el sábado la asamblea de trabajadores afiliados a Atilra, quienes resolvieron también solicitar la quiebra de la firma. El sindicato justificó la medida en la deuda laboral acumulada, tanto la previa al concurso (donde se reconocieron 1860 créditos por un total de 69.000 millones de pesos) como la generada posteriormente. Desde abril, SanCor no ha pagado salarios, aguinaldo ni contribuciones a la obra social Ospil, a la mutual Ampil y al propio gremio, acumulando una deuda superior a los 14.000 millones de pesos en apenas cinco meses.
El gremio calificó esas obligaciones como “alimentarias esenciales e inexcusables”, al tratarse de compromisos básicos de subsistencia de las familias trabajadoras. La decisión de los asalariados de impulsar la quiebra marca un punto de no retorno: la empresa enfrenta, por primera vez en su historia, un frente común de presión judicial tanto de sus extrabajadores como de quienes aún mantienen en pie las plantas que siguen operando.
Ajuste sobre la estructura
Mientras tanto, el achicamiento de la estructura laboral continúa. En las últimas semanas se desvincularon alrededor de 370 trabajadores, en una política de reducción de personal que lleva años y que contrasta con la situación de deuda creciente con proveedores, servicios e incluso con las distribuidoras de energía.
Pese a la crisis, SanCor todavía mantiene una actividad mínima en tres plantas de Córdoba: Devoto, Balnearia y La Carlota. Allí procesa cerca de 300.000 litros de leche diarios, cinco veces más que a comienzos del año, cuando apenas recibía 60.000 litros. Sin embargo, esa producción no se traduce en la presencia de su histórica marca en las góndolas. Hoy, los productos de SanCor casi han desaparecido del mercado minorista, y la cooperativa subsiste elaborando para terceros: produce manteca Tonadita para Elcor y quesos semiduros para La Tarantela y Punta del Agua.
La contradicción es evidente: una empresa que incrementa su capacidad productiva, pero que al mismo tiempo acumula deudas impagables y ni siquiera puede abonar los salarios de su plantel. Una cooperativa que alguna vez fue símbolo de integración regional y de poder exportador, hoy apenas sobrevive como prestadora de servicios industriales para otras firmas del sector.
A la espera de un desenlace
La pregunta que flota en el aire es cuál será el desenlace judicial y productivo. El juez del concurso preventivo deberá analizar en los próximos días los dos pedidos de quiebra. En caso de prosperar, se abriría un proceso de liquidación con consecuencias profundas para la economía regional: pérdida de empleos, impacto en los tambos proveedores y un nuevo golpe al entramado industrial santafesino y cordobés.
SanCor, nacida en 1938 como una alianza de pequeños productores lecheros, llegó a ser la cooperativa láctea más grande del país y una de las más importantes de América Latina. Supo exportar leche en polvo a decenas de países, generar miles de empleos y convertirse en un emblema de la economía solidaria. Hoy, sin embargo, su destino se dirime en los pasillos de tribunales, entre deudas millonarias y la desesperación de sus trabajadores.
La definición del caso no solo marcará el futuro de la empresa y de quienes dependen de ella, sino que también servirá como termómetro del sector lácteo argentino, atravesado por precios internacionales inestables, alta presión impositiva y falta de políticas de mediano plazo. Lo cierto es que, con la quiebra sobre la mesa, SanCor enfrenta quizás la prueba más dura de su historia: sobrevivir o convertirse en recuerdo.
Fuente La Nación con aportes de Redacción +P.
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