Podrán mejorar las exportaciones argentinas de carne a los EE.UU.
El regreso de Trump como presidente de los EE.UU. podría abrir las puertas a más exportaciones de carne argentinas hacia este destino.
Las recientes elecciones en los Estados Unidos de Norteamérica (EE.UU.) fueron seguidas, con razón, por casi todo el mundo. Es que al tratarse de una de las economías más fuertes del mundo, sin duda sus movimientos van a tener impacto en la actividad de los diferentes países, sumado a que el nuevo cambio de signo político (de Demócratas a Republicanos) que volvió a llevar a Donald Trump al Capitolio, implicará modificaciones que aún son una incógnita.
Este es el mismo Trump de 2017?. ¿Va a hacer las mismas cosas que antes?. De hecho, el mundo no es el mismo que entonces…¿Y realmente son tan importantes para la Argentina las decisiones de Washington? .
Desde muchos puntos de vista si, porque ambos países son parte del continente Americano (aunque sus políticas no siempre estuvieron muy alineadas), y los dos son grandes productores agroindustriales lo que por mucho tiempo puso al eje EE.UU.-Argentina como un referente internacional por la cantidad de similitudes (extensión, climas, producciones, etc.); luego se sumó Brasil a partir del crecimiento exponencial de su producción agropecuaria, desplazando en cierta forma a la Argentina, aunque esta logró mantener igual un lugar muy destacado en la relación.
Y, como la política, es la política, sin duda la aparente buena sintonía actual de ambos líderes (Donald Trump y Javier Milei, que no se da con el Brasil de Lula da Silva), puede determinar avances inesperados por la lógica competencia comercial que se da entre ambos productores.
Para citar solo un ejemplo, mientras EE.UU. es uno de los principales exportadores, e importadores, de carne vacuna, la Argentina tuvo vedado ese mercado durante 70 años, con el argumento de la aftosa. Sin embargo, en los '90, bajo el Gobierno de Carlos Menem, y cuando la política de Bill Clinton estaba particularmente interesada en satélites y comunicaciones, se llegó a un acuerdo por el cual la Argentina logró finalmente una cuota de acceso para la carne vacuna que, lamentablemente, duró solo 4 años, ya que en 2001, brote mediante (de aftosa) se volvió a cerrar, esta vez por 17 años más. Ahí, con la llegada de Mauricio Macri, y con Trump en su primera presidencia (2017-2021), otra vez se “flexibilizaron” las exigencias que parecían esquivas hasta entonces.
Es cierto que EE.UU. compite con Brasil y con Argentina por alimentos. También lo hace por energía. Pero más de una vez, los principales adversarios, son también los mejores aliados. Depende lo que hay enfrente…
Y en ese caso, por un lado está China, por otro está Europa y sus restricciones de la mano de un pacto Verde que América condiciona en general. También están los conflictos bélicos como el de Rusia, o el de Israel, entre otros, que pueden tener derivaciones insospechadas.
Para algunos especialistas como Juan Carlos Sánchez Arnau, “Argentina está ahora en una mejor posición bilateral. (Con EE.UU.) son aliados por definición, y no ya por necesidad. El país debe mirar hacia oriente, y ese camino pasa por Chile”. También señaló que “hay que pensar más en Sudamérica. En Brasil, Perú (donde están los chinos), Bolivia (donde están los iraníes), y en el Atlántico Sur”, destacó el economista y diplomático.
También Ricardo López Murphy coincidió con este punto de vista. “Argentina debe mirar más a los vecinos y a la India. Debe pensar que no puede seguir con exportaciones de tanto volumen, tan pesadas, por los costos de los fletes. Necesita agregación de valor, pero acá está faltando todavía el tema de la Propiedad Intelectual”, señaló el legislador al plantear que las ventas argentinas al exterior requieren de mayor valor por unidad, que compense así la mayor distancia.
Por supuesto que los temores sobre la nueva Administración Trump igual existen: la competencia comercial, el eventual cierre de la economía, los aranceles. Ya se vivió, además del tema de la carne, por los citrus, las restricciones a la fruta, las cuotas de lácteos, o azúcar, la pérdida del mercado de biodiesel, etc.
De ahí que la gran pregunta que surge es: ¿Argentina realmente tiene vocación exportadora, o el mercado interno siempre le resultó más cómodo y se sigue ubicando solo como “colocador” de saldos en el exterior?. Es que más allá del exitismo oficial y algunos cambios cosméticos (de ambos lados), no hay definiciones de políticas de Estado al respecto. Hablar, por ejemplo, del récord de exportaciones de carne, cuando es harto conocido que la producción agropecuaria en general está estancada hace más de 12 años, y que estas ventas voluminosas (y a precios bajos) concentradas 80% en China, solo se deben a la fuerte caída de la demanda de consumo interno que liberó unas 500.000 toneladas que debían colocarse en algún lado, lo único que muestran es el fuerte cambio que registró el consumo local.
No se habla, por ejemplo, de que nuevamente se incumplió la totalidad de la Cuota Hilton a la UE (que ahora ronda los 16.000 dólares la tonelada), porque faltan novillos pesados hechos “a pasto”. Tampoco hubo demasiadas acciones oficiales, ni privadas, en las últimas décadas para cambiar la anacrónica definición (que elaboró la propia Argentina) a mediados del siglo pasado, que se sospecha fue casi “a medida”, y que ahora impide que entren animales de feedlot a esa codiciada cuota.
No hay crecimiento genuino. Seguimos en unos 3 millones de kilos de carne vacuna por año. Y los únicos cambios corresponden al desplazamiento del consumo interno, hacia ventas al exterior lo que, simultáneamente, dio lugar al salto exponencial de pollos, y ahora también de cerdos. Sin embargo, nada pasa con la carne ovina. Y que decir de la “zona libre de aftosa sin vacunación”, que podría exportar sin problemas a destinos tan esquivos, buscados, y caros, como Japón o Corea…, pero no lo hace.
Argentina sigue sin definir su rol como exportador de alimentos y tampoco se prepara para eso, más allá del presidente de turno de los EE.UU., o de Rusia, o si hay guerra o no en algún lugar del mundo donde, lamentablemente, siempre parece que hay alguna. Otro anacronismo del siglo XXI.
Y como no lo define, tampoco se consolida mejorando su competitividad vía mayor eficiencia, disminuyendo sus costos, alineando la infraestructura para hacerlo, etc.
Una vez se le preguntó al Ministro de Agricultura de Israel si sus productores estaban “conformes” con la política de economía abierta de su país. Sonriendo, contestó que cada vez que lo criticaban por la competencia de los productos importados, él les contestaba: “Si no son capaces de competir con los de afuera acá, en nuestra tierra, ¿Cómo creen que podrán hacerlo en el mercado internacional?”. El caso es que Israel es un país prácticamente árido, con 300 milímetros anuales donde más llueve, pero hoy es el principal proveedor de productos primicia a la Unión Europea.
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