La fruticultura profundiza su pérdida de competitividad
El efecto devaluatorio tras las PASO de agosto se consumió en apenas un mes y medio. Durante la gestión de la dupla Alberto Fernández-Cristina Fernández el tipo de cambio oficial acumula un atraso del 43% respecto a la inflación. Indicador que muestra los problemas que enfrenan las exportaciones.
De nada sirve devaluar sin un plan de estabilización que acompañe la medida. Estás palabras, fueron enunciadas hace ya unos meses por el actual viceministro de Economía, Gabriel Rubisntein. “Devaluar, si lo haces, tenés que hacerlo sabiendo que te va a salir bien. Si te sale mal, es un Rodrigazo”, sostuvo al salir al salir al cruce de planteos que -según sus palabras- se formulan desde la “clase política en general”, en la que incluyó a “oficialistas y opositores”.
Pero bueno, este Gobierno no se destacó en todos estos últimos años por mantener el valor de su palabra, y tras las elecciones de las PASO de agosto devaluó poco más del 20% de un día para otro, buscando recomponer algo de la competitividad exportadora perdida.
La fruticultura regional se encuentra sumergida dentro de este complejo contexto. El retraso cambiario que existe en la economía argentina quita estímulos a las colocaciones externas regionales. Cuando uno analiza las estadísticas de las exportaciones de peras y manzanas a lo largo del tiempo observa con claridad como caen en forma sistemática temporada tras temporada. Esto se debe a la distorsión de precios relativos existente producto, en gran parte, del retraso del tipo de cambio existente. Al ser poco competitivo, deja de ser rentable en el comercio internacional; en especial, en aquellos mercados de alto poder adquisitivo que son los que deberían interesar a las producciones regionales porque pagan mucho más que aquellos emergentes.
Tal como lo reflejan los informes del Banco Central (BCRA), hoy el tipo de cambio real multilateral (TCRM), índice que compara al peso con las monedas de los principales socios comerciales del país, profundizó su caída en las últimas semanas y retornó al nivel previo a la devaluación. Luego del salto del tipo de cambio oficial el 14 de agosto, el indicador había tocado máximos desde junio de 2021. Sin embargo, la aceleración inflacionaria y la fijación del tipo de cambio a 350 pesos, hicieron que el efecto devaluatorio se consumiera en apenas un mes y medio.
Analistas advierten que el tipo de cambio oficial acumula un atraso del 43% respecto a la inflación en la gestión actual, y que los mercados de futuros descuentan una nueva devaluación antes de fin de año, tras las elecciones de octubre y luego del cambio de Gobierno.
Es decir que las empresas exportadoras seguirán corriendo detrás de los costos internos que presenta la economía del país -la devaluación provocó un fuerte traslado a precios- con problemas de competitividad para poder mantenerse en los mercados externos, siempre hablando de aquellas operaciones totalmente en blanco.
En definitiva, el salto del tipo de cambio del 22% a mediados de agosto, borró progresivamente la competitividad frutícola recuperada y se retrotrajo, en términos reales, a niveles previos predevaluación, momento en el cual ya las diferencias con los países competidores dejaban fuera a nuestros productos de muchos mercados del exterior.
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