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Tomate morado Empress: ¿Estamos listos para abrazar la biotecnología en nuestra dieta?

Desarrollado en California, el tomate morado Empress busca cambiar la percepción de los OGM con más sabor, nutrientes y transparencia.

En los pasillos de frutas y verduras frescas de las grandes tiendas de alimentos de Estados Unidos, un nuevo producto promete dar un giro a la forma en que los consumidores perciben los alimentos bioingenierizados. Se trata del tomate morado Empress, desarrollado por Norfolk Healthy Produce, una empresa con sede en Davis, California, que apuesta por reconciliar la biotecnología con la confianza del público.

El responsable de esta innovación es Nathan Pumplin, director ejecutivo de la compañía y biólogo molecular con casi dos décadas de experiencia en el desarrollo de nuevas variedades de plantas. Su convicción es clara: “ha llegado el momento de que los organismos modificados genéticamente (OGM) ganen un lugar legítimo en la mesa de los consumidores”, afirma.

El tomate morado Empress no es un fruto común. Su particular tonalidad se debe a las antocianinas, pigmentos presentes en alimentos como los arándanos o las berenjenas, conocidos por su potente efecto antioxidante. Diversos estudios han demostrado que estas sustancias desempeñan un papel importante en la reducción del riesgo de enfermedades cardiovasculares y en la mejora de la salud general. Sin embargo, en la dieta diaria suelen consumirse en cantidades insuficientes.

Al incorporar antocianinas en un producto de consumo tan extendido como el tomate, Norfolk Healthy Produce busca ofrecer una alternativa accesible, nutritiva y atractiva. “La biotecnología nos permite no solo mejorar la apariencia de un alimento, sino también potenciar su valor nutricional”, explica Pumplin.

La pesada herencia de los OGM

A pesar de los beneficios, el camino para lograr la aceptación de los OGM no ha sido fácil. Según un informe de 2025 publicado por el medio especializado The Packer, la principal razón por la que los consumidores evitan estos productos es el temor a los “químicos” y la persistente imagen de “alimentos Frankenstein”.

Pumplin señala que gran parte de esta desconfianza proviene de los primeros años de comercialización de los OGM. “Los productos se lanzaron directamente al mercado agrícola sin considerar la voz de los consumidores. Esto generó la sensación de que se les trataba como conejillos de indias, sin respetar sus valores ni inquietudes”, comenta.

La falta de transparencia en aquel entonces marcó a toda la industria, creando un clima de recelo que aún persiste en ciertos sectores. No obstante, los tiempos parecen estar cambiando. Norfolk realizó un estudio nacional en el que ocho de cada diez consumidores manifestaron interés en probar el tomate morado, mientras que solo un 10% lo rechazaba explícitamente por tratarse de un OGM.

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La oferta de este producto ya está en las góndolas de las grandes tiendas de Estados Unidos.

La oferta de este producto ya está en las góndolas de las grandes tiendas de Estados Unidos.

Para Pumplin, estas cifras demuestran la existencia de una “mayoría silenciosa” de consumidores que desean alimentos más nutritivos, sabrosos y sostenibles, y que ya no ven a la biotecnología como un enemigo, sino como una herramienta de progreso.

Educación y transparencia, las claves

Uno de los pilares de la estrategia de Norfolk es la educación del consumidor. El tomate Empress se comercializa con una etiqueta que indica claramente que es un producto bioingenierizado, además de incluir un código QR que dirige a un sitio web con información científica detallada.

De esta forma, los compradores pueden resolver sus dudas y combatir mitos frecuentes, como la idea de que todos los OGM están diseñados para resistir pesticidas. “La gente quiere información clara, accesible y honesta. Si podemos responder sus preguntas con datos, lograremos construir confianza”, sostiene Pumplin.

El director de Norfolk insiste en que los OGM no representan una panacea, pero sí un complemento valioso al fitomejoramiento tradicional. Su potencial, asegura, radica en la capacidad de desarrollar cultivos más resistentes a enfermedades y menos dependientes de insumos químicos, lo que permitiría una agricultura más eficiente y sostenible.

“Si aprovechamos esta tecnología de manera responsable, podemos enfrentar desafíos urgentes como el cambio climático, la seguridad alimentaria y la salud pública”, concluye.

El tomate morado Empress, más allá de su apariencia llamativa, busca abrir un debate necesario: ¿estamos listos para aceptar que la ciencia y la biotecnología formen parte del futuro de nuestra alimentación?

Fuente: The Packer con aportes de redacción +P.

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