¿Qué sabemos del vino Carlón, el más consumido en la historia?
Es el vino que regaba las mesas en 1810. Proveniente de la región de Benicarló, de la provincia de Castellón (España), miles de pipas de vino anuales llegaban en barco al puerto de Buenos Aires. Allí se trasladaban a jarras de plata y luego se servía en la mesa de los más pudientes de aquellos tiempos.
El Carlón no se producía en Argentina y cuenta la historia que la corona española era bastante celosa en relación con esta cuestión. De hecho, uno los edictos reales emitidos en el siglo XVI declaraba, de manera tajante, la prohibición del cultivo de la vid en las colonias americanas. Por ello, el vino debía de ser importado desde la península.
Así fue que, de la mano de esta imposición, los funcionarios y los altos estratos sociales acaparaban la provisión de los vinos finos pertenecientes a la denominación ibérica de La Rioja. Por otro lado, en lo que concierne al resto de la población, no quedaba alternativa. Era necesario acomodarse a las producciones más económicas, originarias de Benicarló.
Benicarló, la cuna del vino Carlón
Es una localidad situada en la costa de la provincia de Castellón de la Plana (Valencia), en el extremo oriental de España. Es allí que se producía un vino al que, durante el proceso de vinificación, se le agregaba mosto concentrado cocido para preservarlo de manera más apropiada por más tiempo.
La uva dominante con la que se elaboraba este vino era la Garnacha o, en su defecto, la Garnacha Tintorera. Ambas uvas son ejemplares de alto rendimiento en el viñedo, que aportaban una sensible cantidad de color y taninos.
Estas cepas, sumadas al método particular de vinificación empleado, daban como resultado un producto pesado en la boca, de cuerpo notable y densidad, con unos 15 a 16 grados de alcohol. El vino era gustoso, de intensas tonalidades azuladas, oscuras y con un potencial aromático fuerte y persistente.
100% popular
Desde mediados de los años 1500, hasta principios de 1900, fue un producto popular por excelencia. A lo largo de todo este tiempo, gracias a la preeminencia del vino Carlón, el paladar de los consumidores autóctonos fue modelándose. De esa manera, simultáneamente, se fueron forjando costumbres que están presentes, incluso, el día de hoy. El Vino Carlón no faltaba en ningún hogar del país, en ninguna pulpería...
“Pocos saben que el Carlón fue el vino más famoso producido en tierras de Castellón, concretamente de Benicarló, de la uva garnacha. De un color muy intenso, de potencia aromática y alta graduación alcohólica para la época, unos 15 grados que hoy no asustarían a nadie, existió desde el s. XVII al XIX y se exportaba a toda Europa y también a algunas colonias”, explica Alejandro Rodríguez, profesor de la Escuela Argentina de Vinos, en informes de la institución.
Sin lugar a dudas, se trataba del ejemplar predilecto de los consumidores de antaño. Si bien, es cierto que las opciones no proliferaban, cada vez aumentaba demanda de manera progresiva. Por supuesto, ello decantaba en el incremento, en niveles considerables, de las ventas de las bodegas de Benicarló. El punto máximo de la comercialización de vino Carlón se alcanzó en 1890, a finales del siglo XIX. El principal destino era, previsiblemente, el puerto de Buenos Aires.
El consumo del Vino Carlón se extendió, incluso, hasta la década del veinte del siglo pasado. Sin embargo, fue perdiendo terreno, eventualmente, frente a los exponentes que se producían en las provincias de Cuyo (principalmente, San Juan y Mendoza).
De manera progresa, los vinos locales comenzaron extenderse y a ostentar cierto prestigio. Influenciados por las diversas comunidades religiosas, los productores vitivinícolas hacían cada vez mayores cantidades, las cuales eran, asimismo, de mejor calidad. De esa manera, terminó de prescindirse de la costumbre de agregar el mosto cocido, condición sine qua non del vino Carlón.
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