Patagonia se reinventa: tulipanes como clave para diversificar su economía
La floración de los tulipanes en la Patagonia ya no es solo postal turística. Neuquén toma el modelo de Trevelín: convertir el bulbo de alto valor en un motor económico local.
El agronegocio de los bulbos ornamentales se abre paso como una alternativa de alto valor para la Patagonia, tradicionalmente centrada en ganadería y fruticultura. La floración de tulipanes, convertida en un fenómeno turístico masivo en Chubut, ha encendido una luz de alerta positiva: Argentina está en condiciones de ser un jugador relevante en este nicho.
El paradigma de la floricultura en la región está liderado por la empresa "Tulipanes Patagonia" de Trevelín, Chubut, con más de tres décadas de experiencia. Este emprendimiento no solo transformó un cultivo de bulbos para exportación y mercado interno en un destino agroturístico que atrae a casi tres millones de visitantes por temporada (octubre), sino que también demostró la adaptación de las especies holandesas al clima patagónico y la producción de bulbos de alta sanidad. El modelo es claro: la venta de bulbos para floricultura comercial es el core business, y el agroturismo actúa como un poderoso anexo para diversificar ingresos y consolidar la marca.
Ahora, esta transferencia de conocimiento se formaliza y expande. El Centro PyME-ADENEU y el gobierno provincial de Neuquén impulsan un ambicioso programa de capacitación abierta, con una parcela demostrativa en Huinganco. Este proyecto busca replicar el éxito, generando nuevos emprendimientos y diversificando la matriz productiva en la región del Alto Neuquén.
El reto: Pasar del auge turístico a la producción sostenible
La iniciativa de Huinganco, que implantó variedades probadas como Sancerre, Leen van der Mark, Ille de France y Renown con bulbos provenientes del líder patagónico, subraya una visión estratégica: establecer un cluster de producción regional. La clave de este cultivo reside en el bulbo, el cual tarda unos tres años en alcanzar el tamaño comercial requerido para la venta a floricultores o, en menor medida, la exportación.
La capacitación, liderada por expertos como Segundo Bobadilla,del INTA Esquel, abordará justamente los eslabones críticos de la cadena: propagación, ciclos productivos, sanidad y manejo de la cosecha y postcosecha. Para que la producción de tulipanes trascienda el atractivo turístico de octubre y se convierta en una fuente genuina de ingresos y empleo, los nuevos productores deben dominar la compleja gestión del bulbo.
La ventana comercial de la flor en Argentina es muy acotada, por lo que la verdadera rentabilidad está en la producción y venta del bulbo a gran escala, que hasta ahora dependía en gran medida de las importaciones (principalmente de Holanda). La Patagonia, con sus condiciones climáticas (frío y primavera templada), tiene la oportunidad de desarrollar una producción de bulbos adaptados al Hemisferio Sur y libres de problemas fitosanitarios, posicionándose como un proveedor interno clave, prácticamente sin competidores.
Impacto económico y regional
El desarrollo de este cluster en Neuquén, siguiendo la estela de Chubut y con incipientes proyectos en Río Negro (como el de Guardia Mitre), representa una apuesta por el agregado de valor en origen y la economía territorial. La floración de los bulbos de tulipán en octubre se convierte en un imán turístico, lo que dinamiza las economías locales de baja densidad poblacional.
Sin embargo, el análisis económico profundo debe centrarse en la capacidad de los nuevos emprendedores para consolidar la producción de bulbos con calidad de exportación o, al menos, de sustitución de importaciones, asegurando la sostenibilidad del negocio más allá del click fotográfico.
El reto está planteado: ¿podrá el norte neuquino y la Patagonia en general utilizar la flor de alto impacto visual como palanca para desarrollar una industria de bulbos diversificada y con fuerte anclaje exportador? Las capacitaciones como la del 2 de octubre son el primer y crucial paso en esta dirección.
En esta nota