Plantas transgénicas, ¿la contracara del cambio climático?
El debate está abierto: mientras la industria agrícola proclama la “revolución” de la ingeniería genética como una panacea para la nutrición mundial, surgen muchas preguntas. ¿Las plantas genéticamente modificadas son parte de la solución frente al cambio climático? ¿O empeorarán el problema?
Es un tema de larga data, la polémica está abierta desde que surgieron las plantas transgénicas, allá en los años 70. Sin embargo, por estos días se vuelve a encender el debate de la mano de las nuevas tendencias en alimentación, de la preocupación por el cambio climático y de los avances tecnológicos en relación a la genética. La duda es: ¿Las plantas genéticamente modificadas son parte de la solución frente al cambio climático? ¿O empeorarán el problema?
En los 70, se transfirieron por primera vez genes extraños al material genético de otra planta y en los 90 llegaron los productos derivados a las góndolas de los supermercados. Pasó mucha agua bajo el puente y a pesar de varios estudios a largo plazo que confirmaban su inocuidad alimentaria, los detractores señalaron problemas de salud, por lo cual su uso sigue restringido en muchas partes, hasta el día de hoy.
Como anticipamos al comienzo, por estos días se está escribiendo un nuevo capítulo: la industria agrícola anunció una nueva tecnología de ingeniería genética, las "tijeras moleculares" CRISPR. Se trata de una herramienta que permite manipular directamente los genes de plantas, animales e incluso humanos sin necesidad de añadir genes externos.
Desde la industria se anuncia que esta nueva tecnología podría ser crucial para garantizar el suministro de calorías a una población mundial que se espera llegue a 10.000 millones de personas en 2050.
¿Un manojo de ventajas?
El Foro Económico Mundial aboga por las nuevas tecnologías. Por un lado, podrían utilizarse para aumentar la resistencia de cultivos a "nuevas plagas engendradas por el cambio climático”. Por otro, los propios cultivos podrían contribuir a reducir las emisiones si se modifican genéticamente para absorber más CO2 de la atmósfera, según un informe de la organización.
Jennifer Thomson es profesora emérita de biología molecular de la Universidad de Ciudad del Cabo. Asesoró a Naciones Unidas y el Foro Económico Mundial durante décadas con respecto de los organismos genéticamente modificados (OGM). Según su punto de vista, los OGM con mayor "resistencia a los insectos, son un regalo del cielo” para los agricultores pequeños del sur de África.
Del otro lado de la grieta
Sin embargo, previsiblemente no todas son buenas noticias. Hay quienes aseguran que los nuevos OGM, contribuirían a apuntalar el mismo "sistema agroindustrial que tiene gran parte de la responsabilidad de haber provocado el cambio climático”, según palabras de Anneleen Kenis, profesora de ecología política y justicia medioambiental en la Universidad Brunel de Londres.
De hecho, la producción de alimentos es actualmente responsable de un tercio de las emisiones globales y, al menos en EE.UU., más de la mitad de la tierra cultivada está ocupada por plantas transgénicas. Según las investigaciones de Kenis, muchos son monocultivos, por lo cual requieren grandes cantidades de pesticidas, agua y fertilizantes artificiales.
"Es un sistema que consume muchos recursos. No es sostenible reforzar este sistema aún más”, dice la profesora. Además, en última instancia, saldrían beneficiados los mismos "gigantes agroindustriales”, ya que no solo controlan la venta de semillas, sino también el suministro de pesticidas y fertilizantes, afirma Kenis a DW.
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