Tucura sapo 2025: brotes alarmantes con más de 150 individuos por m² en Patagonia
¿Volverá la tucura sapo a devorar pasturas y cultivos este verano? Ya se detectan más de 100 ejemplares por m² en algunas partes de la Patagonia. El monitoreo temprano es la única salvación.
La Tucura sapo (Bufonacris claraziana), una especie áptera (sin alas) típica de la estepa patagónica, está nuevamente en fase de explosión poblacional. Presente de forma natural en Río Negro, Chubut y Santa Cruz, esta especie deja de ser “inofensiva” cuando supera los 10-15 individuos por metro cuadrado y se transforma en una de las plagas más destructivas para pastizales naturales, pasturas implantadas y cultivos hortícolas de la región.
“Cuando las densidades llegan a 150 individuos/m², el daño económico puede ser catastrófico, especialmente para pequeños y medianos productores ganaderos y comunidades rurales”, advirtió la Dra. Valeria Fernández Arhex, investigadora del Conicet y del Instituto de Investigaciones Forestales y Agropecuarias (IFAB) INTA-Conicet Bariloche.
Mapa actual de los brotes 2025
Los últimos relevamientos de la Mesa Patagónica por Tucuras (Senasa, INTA, Conicet y gobiernos provinciales) confirman focos activos en toda la región:
- Río Negro: nacimientos al sur del paralelo 42, zona de Llama Niyeu, con 20-30 tucuras/m² en diferentes estadios ninfales.
- Chubut: densidades críticas en los departamentos Cushamen, Tehuelches y Telsen, alcanzando 70-80 individuos/m².
- Santa Cruz: brotes severos en el noroeste, departamento Lago Buenos Aires (Bajo Caracoles), con poblaciones en franca expansión.
“Los estallidos de la Tucura sapo ocurren con una periodicidad aproximada de tres años, aunque los motivos exactos aún no se conocen”, indicó Fernández Arhex quien detalló que las invasiones pueden superar los 150 individuos por metro cuadrado, pudiendo ocasionar daños en pasturas, patizales naturales y cultivos.
Por qué es tan difícil de predecir y controlar
Los adultos miden hasta 5 cm, presentan coloración oscura y son altamente polífagos: consumen pastos duros de estepa, festuca, mallines y hasta cultivos hortícolas. Sus huevos permanecen en el suelo durante una o varias temporadas, lo que genera gran incertidumbre sobre la fecha exacta de eclosión (generalmente fines de invierno o principios de primavera). Al no volar, las ninfas y adultos se desplazan caminando o saltando grandes distancias en busca de alimento, formando verdaderas “marchas” devastadoras.
La nueva “Guía de recomendaciones para el monitoreo y control de Tucura sapo” (Senasa-INTA-Conicet 2025) establece que el éxito radica en detectar las posturas de verano y los primeros nacimientos primaverales antes de que las poblaciones alcancen niveles críticos.
Según la especialista, el desafío no pasa por eliminarlas, sino por implementar un manejo que permita reducir el año y, por consiguiente, el riesgo de brotes de alta magnitud y sus consecuencias sobre la producción y el ambiente.
Estrategias recomendadas por la Mesa Patagónica
- Monitoreo permanente en sitios históricos de oviposición.
- Control biológico y mecánico en etapas iniciales (aspiradoras de insectos en desarrollo en Cushamen).
- Cebos tucuricidas a base de salvado de trigo + insecticida autorizado por Senasa, aplicados exclusivamente en estadios ninfales 1-3, cuando la mortalidad es mayor al 90 %.
- Respeto estricto de buenas prácticas agrícolas, tiempos de carencia y uso de elementos de protección personal.
En Cushamen, la Comunidad Mapuche-Tehuelche, junto al INTA Esquel, INTA Bariloche, Senasa y la Cooperativa Cosertec, prueban con éxito una aspiradora gigante de tucuras que captura miles de ejemplares por hora sin usar agroquímicos cerca de viviendas y cursos de agua.
Con densidades que ya triplican el umbral de plaga en varias zonas, el verano 2025-2026 será decisivo. La articulación entre productores, comunidades, INTA, Senasa y Conicet, junto al estricto seguimiento de la Guía oficial, es la única forma de transformar una amenaza cíclica en un problema manejable y sustentable para la Patagonia argentina. El mensaje de los especialistas es claro: monitorear hoy cuesta centavos; dejar que exploten las poblaciones puede costar millones mañana.
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