¿Por qué Uruguay hace lo que Argentina no? El caso del cordero lo explica todo
Mientras Uruguay potencia su producción ovina y gana mercados, Argentina sigue perdiendo stock y oportunidades de exportación.
“¡Uruguay necesita las divisas! ¡Coman más cordero!”. La frase tajante habría sido dicha por el expresidente de Uruguay, José “Pepe” Mujica, a poco de asumir el gobierno de su país en 2010, dando cuenta de la necesidad de exportaciones y de las mayores opciones de venta al exterior para la carne vacuna en aquel momento.
Ahora Uruguay tiene 8 millones de cabezas ovinas, consume entre 2,5 y 3 kg por habitante por año, y constituye un rubro creciente de exportación que este año puede superar las 11.000 toneladas.
¿Qué ocurrió mientras tanto en Argentina? Pues no hay datos demasiado ajustados sobre el tamaño actual de la majada, que llegó a superar los 74 millones de cabezas en 1895 (sí, hace 130 años), y ahora se estima en apenas 12,5 millones de cabezas (según Agricultura), o tal vez menos, con un consumo de solo 0,5 kg/habitante/año.
Argentina nunca cumplió la Cuota Hilton Ovina y ahora las exportaciones “crecientes” tal vez lleguen a rondar las 9.000 toneladas este año (menos que Uruguay). Naturalmente, tampoco se cumplen las cuotas de 17.000 toneladas a la Unión Europea ni la de casi 6.000 toneladas al Reino Unido.
Y esto es muy importante en varios sentidos (social, productivo, económico, balanza comercial, distribución productiva en el territorio, rotaciones de actividad y equilibrio para el consumo local entre las distintas carnes, entre otras).
El tema, como es bien sabido, es que los precios internacionales de la carne vacuna lograron niveles récord según el índice de la FAO, pero no ocurre lo mismo con la producción, a pesar del salto que pegó Brasil, especialmente en las últimas dos décadas, con un rodeo actual de 238 millones de cabezas y más de 10 millones de toneladas de producción de carne.
Argentina, estancada
Pero la Argentina está estancada y, peor aún, volvió a descender a niveles de mediados de los ’60, después de haber alcanzado su máximo de más de 61 millones de cabezas hacia fines de los ’70, para volver a caer con oscilaciones y ubicarse hoy apenas por encima de los 50 millones de cabezas.
Tampoco se descubre nada diciendo que el crecimiento de la producción vacuna va a ser lento, y por dos razones: los propios tiempos de la naturaleza (1 ternero por vientre/año) y la falta de capital para, por ejemplo, importar vientres de otros países para acelerar la recuperación del rodeo.
Dicho esto, el aumento será entonces paulatino y a partir de inversiones graduales que permitan ir mejorando la productividad con más y mejor alimentación, sanidad, genética, infraestructura, retención de vientres (que todavía no se está dando), etc.
¿Cómo podría entonces Argentina aumentar sus exportaciones de carne vacuna para aprovechar el momento especial que presenta el mercado mundial?
El único camino es que, al igual que hicieron los uruguayos hace una década y media, se consuma menos carne vacuna y se aumente la ingesta de cerdo, pollo, pescado y, ¿por qué no?, carne ovina.
Aunque en el sector de la industria frigorífica se muestra optimismo sobre la posibilidad de cumplir con eventuales aumentos especiales de ciertas cuotas, como las 80.000 toneladas promocionadas del acuerdo con los Estados Unidos, que cuadruplicaría el tonelaje actual que tiene Argentina con aquel país (si es que se firma), también se reconoce que “habría que desplazar volumen de otros destinos”, lo que incluiría parte de lo que va a China, el mayor comprador de carne vacuna argentina por el momento.
Y esto muestra, entre otras cosas, los déficits que enfrenta el país aunque, hasta el momento, el cumplimiento de la revalorada Cuota Hilton de 30.000 toneladas para la Unión Europea, que llegó a rondar los U$S 20.000/tn y ahora cayó a unos U$S 17.500/tn, se encuentra muy adelantada en sus envíos.
De todos modos, Argentina debería bajar el consumo de carne vacuna alrededor de 5 kilos más, a unos 45 kilos por habitante por año, para poder cumplir con las nuevas posibilidades del mercado internacional, ingresar más divisas superando el millón de toneladas exportadas y, simultáneamente, permitir la recomposición del rodeo, no solo con las mejoras de productividad, sino también bajando abruptamente los niveles de faena de hembras que siguieron rondando el 47%-48% durante los primeros 10 meses de este año (para que haya “retención”, debe bajar a 45% o menos).
Y para que tal cosa ocurra, tiene que mejorarse aún más la integración de la res, mejorar la eficiencia también “tranqueras afuera”, en la cadena comercial y, sobre todo, ampliarse la oferta de otras carnes, cortes y presentaciones, a precios que resulten competitivos para los consumidores.
Mirando el mercado
El pollo recorrió este proceso en los ’90, cuando arrancó de 6-7 kilos por habitante/año, hasta casi 30 kilos 10 años después, para seguir creciendo hasta los 48-50 kilos actuales.
El cerdo arrancó mucho después, hace unos 15 años, rondando ya los 20 kilos anuales per cápita, a partir de las crecientes presentaciones de cortes más prácticos, limpios y con menos desperdicio.
Lo mismo ocurrió con pescado/mariscos, con cada vez mejor y más variado acceso para los consumidores, pero queda aún la carne ovina, muy apreciada (y consumida) en el pasado, pero que, a pesar de su excelente sabor, aún no tiene acceso práctico para los consumidores de las grandes urbes, con la sola excepción de los “caras negra”, los Hampshire Down, que vienen trabajando para modernizar el consumo local. Más allá de algún grupo argentino que pugna por la compra de un frigorífico en Uruguay, no se ve mucho mayor movimiento aún en esta especie.
Sin embargo, el país vecino parece un espejo interesante para mirarse. Con 14 plantas frigoríficas para ovinos, precios de la lana 30% por encima de los del año pasado y una demanda sostenida que mantiene el kilo de cordero (carcasa) a U$S 5,7, por encima aún de la carne vacuna, parecen liderar también el mercado ovino de la región, tanto para el consumo local como para la exportación.
En esta nota








