Argentina productiva: cómo el campo puede liderar otra vez el crecimiento
Tras años de inestabilidad, el campo vuelve a posicionarse como el motor que puede reactivar la economía argentina, si logra reglas claras y previsibilidad.
“¡Argentinos, a las cosas, a las cosas! Déjense de cuestiones previas personales, de suspicacias, de narcisismos. No presumen ustedes el brinco magnífico que dará este país el día en que sus hombres se resuelvan de una vez, bravamente, a abrirse el pecho a las cosas, a ocuparse y preocuparse de ellas, directamente y sin más, en vez de vivir a la defensiva, de tener trabadas y paralizadas sus potencias espirituales, que son egregias, su curiosidad, su perspicacia, su claridad mental secuestradas por los complejos de lo personal.” José Ortega y Gasset – 27/11/1939
No es casualidad comenzar hoy esta columna con esta transitada frase, que pocos saben a quién pertenece, pero que, a pesar de sus cercanos 90 años, parece más vigente que nunca, y tanto más válida para la política que para el resto de los mortales que habitan la Argentina.
Finalmente pasaron las elecciones y, como siempre en democracia, dejaron muchas y poderosas enseñanzas, aunque probablemente lo más contundente sea la imperiosa necesidad de que el Poder Ejecutivo “ejecute” y el Poder Legislativo “legisle”, que es para lo que están, aunque más de uno quiera pensar otra cosa.
El campo, todavía la columna vertebral del país —guste o no—, fue paciente. Hubo sequías y siguió; hubo inundaciones y siguió; hubo un mal gobierno y después otro, y siguió. Esperó hasta ahora, pero no hay más tiempo. Llegó la hora de trabajar, de terminar de ajustar “la macro”, pero hay que volcarse a “la micro”: cambiar el “carry trade” y las finanzas por la producción y la creación de riqueza genuina y tangible.
Es casi un milagro que la Argentina vuelva a tener una oportunidad en esta materia, después de tantos incumplimientos, tras tantos errores, tras tanto desperdicio de oportunidades... Pero sucede, y ahí está nuevamente el campo, la agroindustria, para apostar, crecer e impulsar.
Es cierto que se están removiendo muchos escollos acumulados por décadas, que se liberaron mercados y que hubo alivios parciales, pero las reformas estructurales aún están pendientes y ya no hay justificación (ni tiempo) para esperar más. Incluso son los propios gobernadores quienes deberían ser los más interesados en lograr poner de pie nuevamente sus economías, en la mayoría de las cuales el epicentro es el campo y sus industrias derivadas y conexas.
Las expectativas están. El Presidente lo dijo la misma noche de las elecciones: Reforma Impositiva y Reforma Laboral. Son temas clave para todo el país, y para el campo son críticos.
El presidente Milei ya anticipó las reformas laboral y tributaria, un paso importante para mejorar la competitividad del campo.
También están las licitaciones viales y ferroviarias que se deben lanzar en los próximos días, además de la fallida Hidrovía —la autopista por excelencia de las exportaciones argentinas—, que fracasó en febrero y que no se puede seguir postergando (mucho menos con la cosecha que se espera).
Todo lo que no se hizo en el último año (porque estábamos en elecciones) se debe hacer ahora, y cuanto antes se ponga en marcha, mejor. Sería muy importante que el Congreso de la Nación “entienda” esto de una vez, para beneficio de todos. Ni hablar de los provinciales…
Pues, como si fuera poco, está pendiente para las próximas semanas el acuerdo propuesto por EE. UU. que, a pesar de la extrema “confidencialidad” con que se está trabajando, va a exceder holgadamente la ayuda financiera (que se explicitó) y lo comercial, para entrar especialmente en el terreno de la estrategia geopolítica y en el área de las inversiones.
Con este panorama encima, y con el Presupuesto 2026 aún pendiente, no se puede esperar demasiado en los asuntos sectoriales, más allá de algún tema puntual. Aunque si se avanzara con los proyectos anteriores, ya sería un salto notable en un país que estuvo encorsetado la mayor parte de los últimos 80 años.
Sin embargo, también los sectores privados deberán hacer su aporte en tiempo y dedicación a estos cambios, porque es mucho lo que está en juego y lo que es necesario cambiar, aunque sea paulatinamente: la informalidad fiscal, el cuidado de la propiedad privada, el contralor de las funciones públicas (no alcanza solamente con votar…) y un ordenamiento judicial que empareje al país bajo una sola ley para todos, como debe haber una sola educación, una sola salud, etc.
Hay que “preocuparse y ocuparse”, recomendaba Ortega y Gasset
En el caso del campo, es clave. Falta asegurar la estabilidad en las normas. Si se está en una economía abierta, no es posible que no se puedan importar vacunas baratas hace 20 meses (!!), o que una empresa haya lanzado una obtención vegetal que ahora “desapareció” (porque fracasó), sin que nadie sepa a ciencia cierta adónde fue a parar, pero que puso en alto riesgo a un sector muy importante de la economía.
Faltan caminos; ni siquiera se cumple con el mantenimiento en muchos casos. Tampoco se conoce el monto del Fondo Hídrico (que pagan todos los que utilizan combustibles), y mucho menos cuál es su asignación y quién está a cargo.
Las oportunidades para la Argentina están, pero no se puede responder por falta de producto, como ya está ocurriendo con el rodeo vacuno, que urge recomponer, pero no hay un plan oficial ni tampoco uno sectorial para hacerlo.
La recomposición del stock ganadero, un punto de partida para poder volver a crecer.
Hay que integrar las economías, pero desde hace más de 50 años está planteada la salida al Pacífico por el norte (como fue en los orígenes del país y después se “cerró” para concentrar todo en el Puerto de Buenos Aires), y no se avanza, a pesar de que el grueso del comercio pasó de Europa (por el Atlántico) a Asia (por el Pacífico), y después vendrá la India, el país más poblado del mundo, también del otro lado del globo…
El listado de pendientes es infinito, pero todo siempre comienza por un paso. Aunque la urgencia ahora es devolverle competitividad al sector más dinámico y federal del país, que es la agroindustria. Por supuesto que hay otros que se deben ir desarrollando (minería, turismo, energía, servicios, etc.), pero “el campo ya está listo” para encabezar la recuperación. Y para hacerlo, la primera medida debe ser recortar las pérdidas (que nadie sabe a cuánto ascienden realmente), mejorar la eficiencia y aprovechar los buenos momentos —y este lo es— para poder luego afrontar los malos.
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