El impacto de los impuestos en la competitividad: un debate más allá del tipo de cambio
El presidente Javier Milei rechaza que exista atraso cambiario que impacte sobre la competitividad de la economía. Las correcciones deberían llegar por la baja de impuestos.
En un contexto de discusión económica constante, el presidente Javier Milei ha cuestionado a los economistas que insisten en alertar sobre un supuesto atraso cambiario. Su argumento central es que comparar el nivel actual del tipo de cambio con promedios históricos o momentos específicos del pasado es un error conceptual, dado que las condiciones económicas han cambiado sustancialmente. Según el mandatario, la Argentina de hoy presenta factores diferenciales, como el equilibrio fiscal y el desarrollo del sector de hidrocarburos y minería, que justifican un tipo de cambio real más bajo sin comprometer la estabilidad económica.
Una de las referencias utilizadas en el debate es la convertibilidad de los años ’90. Milei sostiene que el tipo de cambio real actual es similar al de aquella época, pero con diferencias clave: la existencia de superávit fiscal y un mayor potencial de generación de divisas gracias a los proyectos de petróleo, gas, litio y cobre. Esta situación, según el presidente, otorga mayor sostenibilidad al esquema actual en comparación con la convertibilidad.
Impuestos, como factor de distorsión
Sin embargo, otro punto clave en el análisis de la competitividad es el impacto de la presión impositiva sobre el sector productivo. Un informe del Instituto de Desarrollo Social Argentino (IDESA) y datos del Ministerio de Economía reflejan que, en términos de impuestos distorsivos, la situación actual es considerablemente más gravosa que en la década de los ‘90:
- El impuesto al Cheque, inexistente en los ‘90, representa en 2024 un 1,6% del PBI.
- Los Derechos de Exportación prácticamente no existían en los ‘90 (0,01% del PBI), mientras que en la actualidad alcanzan el 1% del PBI.
- La recaudación de Ingresos Brutos por parte de las provincias pasó del 2% del PBI en los ‘90 al 4% en 2024.
Estos datos reflejan que la estructura impositiva ha evolucionado hacia un esquema más costoso y complejo para la producción nacional. A esto se suman otros factores como el aumento de las retenciones y percepciones de Ingresos Brutos, que generan burocracia e inseguridad jurídica, el crecimiento del impuesto a los Sellos y la proliferación de tasas municipales de industria y comercio, que agregan costos adicionales al sector privado.
¿Es sostenible una competitividad con altos impuestos?
Si bien Milei argumenta que la actual estructura económica es más robusta que en el pasado, la persistencia de impuestos distorsivos afecta directamente la capacidad de la producción nacional para competir en mercados externos. En este sentido, la solución no radica en una devaluación sino en una reforma fiscal que elimine tributos que penalizan la actividad productiva. El gobierno ha propuesto una reducción gradual de impuestos, condicionada a una baja del gasto público para mantener el equilibrio fiscal. No obstante, el ritmo de este proceso es más lento de lo que el sector privado necesita.
Un ejemplo reciente es la disminución de los Derechos de Exportación. Si bien implica un esfuerzo de austeridad por parte del Estado, para los productores del agro y otras industrias el alivio aún es insuficiente para mejorar su competitividad.
Una reforma tributaria necesaria
Para avanzar en la eliminación de los impuestos distorsivos sin comprometer la recaudación, el gobierno plantea que tributos más neutrales absorban a los más nocivos. Un ejemplo sería la unificación del IVA con Ingresos Brutos y tasas municipales, permitiendo así eliminar dos de los impuestos más perjudiciales para la producción.
En definitiva, el debate económico no debería centrarse exclusivamente en el nivel del tipo de cambio, sino en los factores estructurales que afectan la competitividad. Como plantea el presidente, es momento de dejar de insistir con la discusión sobre el atraso cambiario y enfocarse en reformar el sistema tributario para reducir la carga fiscal sobre la producción nacional.
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