China

La incertidumbre del dragón 

La economía china se desaceleró y una pregunta (preocupante) sobrevuela en nuestro país y en el mundo: ¿Es el nuevo cisne negro?

Todo parece indicar que el tren se desaceleró. Tras más de 40 años de locomotora a todo motor, los números comienzan a mostrar síntomas de deterioro. De hecho, según las cifras de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), de abril a junio, el Producto Bruto Interno (PBI) de China aumentó solamente un 0,8% intertrimestral. Este dato supone una ralentización de 1,4 puntos con respecto a las estadísticas de los tres primeros meses del año.

La última información económica revelada por el país ha hecho que aumenten las dudas sobre si el gigante asiático será capaz de cumplir con su objetivo de crecimiento anual, que el gobierno fijó en un modesto 5% para el 2023.

“Debemos ser conscientes de que las circunstancias políticas y económicas internacionales son complejas, y los cimientos para una recuperación sostenida a nivel nacional aún no son sólidos”, alertó el portavoz de la ONE, Fu Linghui, como quien va abriendo el paraguas.

En este punto, resulta evidente que para tener un panorama completo se necesita una mirada macro. En términos interanuales, la economía china repuntó un 6,3% (el ritmo de crecimiento anual más rápido desde el segundo trimestre de 2021), pero la comparación está sesgada porque el segundo trimestre de 2022 estuvo marcado por fuertes restricciones y confinamientos.

De hecho, la tasa de crecimiento de los últimos dos años bajó a “apenas” el 3%. El superávit en cuenta corriente bajó de casi el 10% del PBI en 2008 a poco más del 2% el año pasado, y las reservas internacionales bajaron desde un máximo de 3,9 mil millones de dólares a 3,2.

Nubarrones en el cielo

Los indicadores son preocupantes para el gigante asiático -que dejó atrás las cuarentenas por Covid-19 recién en diciembre de 2022- y para muestra basta un botón. La tasa oficial de desempleo en zonas urbanas se mantuvo en junio en el 5,2% y entre los jóvenes de 16 a 24 trepó a 21,3%; las ventas al por menor crecieron en junio un 3,1%, lo que supone una brusca desaceleración respecto al aumento del 12,7% registrado en mayo. Por otro lado, la inversión privada se redujo un 0,2% en los primeros seis meses del año, frente a la caída del 0,1% en los cinco primeros meses.

Hay datos negativos por doquier. Las cuentas públicas se deterioraron, crece la deuda, suben las quiebras en el sector de la construcción y se teme por la solvencia del sector financiero informal.

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El comercio internacional cruje, al ritmo del deterioro de la economía china.

El comercio internacional cruje, al ritmo del deterioro de la economía china.

Es la globalización

La sombra de la tormenta económica global también ha nublado los datos de comercio. Según informó la agencia estadística, las exportaciones cayeron en junio un 8,3% interanual.

La semana pasada, la Administración General de Aduanas ya había adelantado que el valor de las exportaciones en dólares se desplomó el mes pasado un 12,4% interanual, frente a la caída del 7,5% de mayo y del 10% que calculaban los analistas.

Estos datos son el telón de fondo de la caída en el comercio de vinos y la preocupación por la sobreoferta chilena de cerezas, dos temas que tratamos la semana pasada en +P.

Con nostalgia del pasado

Los números son aún más contundentes si uno repasa los del pasado (no tan lejano). Recordemos que la tasa de crecimiento promedio anual desde 1980 fue 9,1%, con un pico de 14% en dos oportunidades, y supera ampliamente a las de sus grandes competidores.

Este desarrollo permitió que, tal como contó por estos días el economista Ricardo Arriazu, “su PBI real se multiplicara 47 veces, que el ingreso por habitante se multiplique por 26, que el PBI en dólares corrientes pasara de 2.857 millones de dólares a 18,1 billones (el segundo más alto del mundo), y que medido en paridad de poder de compra se elevara a 30,2 mil millones (el mayor del mundo)”.

La tremenda velocidad que tomó la locomotora allá por la ‘80 comenzó a frenarse en la última década y nadie sabe cuál será el impacto en el mundo globalizado.

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"El hambre del dragón. El plan de China para comerse el mundo", el nuevo libro de Agustín Barletti. 

"El hambre del dragón. El plan de China para comerse el mundo", el nuevo libro de Agustín Barletti.

Sobre llovido, mojado

Las señales que llegan relacionadas al comercio internacional preocupan al mundo y, en el caso de la economía argentina, levanta una bandera de alerta no sólo por el intercambio comercial en sí sino también por la deuda pública, con la que el actual gobierno sobrelleva el desequilibrio macroeconómico.

En este contexto, por estos días estuvo en Neuquén el especialista Agustín Barletti presentando su libro ''El hambre del dragón”, y ahondó en el escabroso tema de las vinculaciones del país asiático con países empobrecidos de Occidente.

Invitado por la Fundación Progreso y Libertad (FPyL), Barletti dijo: “Cuando el Fondo Monetario Internacional (FMI) u otros organismos de crédito multilateral nos proponen esas fórmulas de ajuste, que tanto disgustan a los gobiernos populistas, es porque quieren cobrar. El caso de China es diferente. A China no le interesa cobrar”.

“Le interesa que el país quede lo más endeudado posible. ¿Por qué? Porque de esa manera puede ejercer presión. Quiere tomar los recursos naturales, pero además restarles soberanía a los países. Es la manera que tiene para disputarle poder a occidente”, dijo el abogado especialista en Logística y Comercio exterior

Según Barletti, esta dinámica comenzó “en África hace 30 años, donde ahora vemos el modelo terminado. Actualmente, allí hay manifestaciones anti-china, hay funcionarios y directivos de empresas chinas procesados condenados por corrupción y hay acuerdos que no se cumplieron”.

“Cuando el modelo africano se fue agotando, a partir del inicio del siglo, se dio el desembarco muy fuerte en Latinoamérica. Porque China necesita lo que nosotros tenemos, los recursos naturales, como el petróleo, la soja y el litio”.

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