Milei avanza frente a un peronismo sin ningún tipo de reacción
Totalmente desfigurado el Peronismo no puede encauzar sus fuerzas. El presidente Milei avanza con sus reformas en medio de un año electoral que ya asoma.
Estamos a días de ingresar en un año electoral clave para la Argentina y la principal fuerza de la oposición, el peronismo que lideró la gestión de gran parte de las dos últimas décadas del país, se mantiene aturdido y sin dirección. Desde la última derrota, en diciembre pasado y hasta el día de hoy, el partido naufraga entre la pérdida de credibilidad y la falta de ideas para confrontar las propuestas que está poniendo en marcha el Gobierno de Javier Milei.
Es evidente que el peronismo tiene cada vez más dificultades para reinterpretar a la actual sociedad. Y esto no afecta solo el universo tradicional no peronista, sino que comienza a erosionar la base misma del partido que lo ha seguido en forma ciega en todas sus últimas posiciones. “Es la primera vez que me pasa en mucho tiempo que como peronista el año que viene no se a quién votar”, señaló con gran amargura esta semana Tomás Rebord, abogado e influencer, muy ligado al partido peronista. Y como Rebord son cientos los militantes reconocidos públicamente que se han expresado en esta misma dirección durante las últimas semanas.
La llegada de la expresidente -y condenada por la Justicia a seis años de prisión- Cristina Fernández de Kirchner a la titularidad del partido, ahondo aún más esta sensación de angustia dentro de las filas del peronismo. Lejos de unir, separó las aguas.
El desvarío es tal que muchas son las miradas que ya están apuntando al exsecretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno -también condenado por la Justicia- para liderar esta nueva etapa del Partido Justicialista. Impensable hace solo unos años.
La foto color sepia que presenta el Partido Justicialista (PJ) de cara a 2025 no convence ni a propios ni extraños. Pero muestra el proceso de mayor convulsión interna que ha sufrido el partido en los últimos años que, seguramente, lo va a llevar a algún lado, todavía desconocido para la mayor parte de los analistas políticos.
¿Puede pulverizarse? Difícil poder pensar eso hoy. Es mucho más sensato hablar de una nueva versión del PJ, aunque pasado cierto tiempo nos podemos dar cuenta de que ese rediseño estaba solo en la nostalgia de algunos pocos. Puede que algún día también llegue el fin para este partido casi centenario. Lo estamos viendo en el radicalismo, cuya fuerza se va apagando año tras año para terminar mimetizándose en alianzas electorales que no generan sinergia alguna. Pero también la historia nos muestra lo ocurrido a nivel regional: miremos al Partido Revolucionario Institucional de México (PRI); el Partido Aprista Peruano (PAP), tradicionalmente conocido como el Partido del Pueblo; y el Partido Democrático Laborista (PDT) y Partido Laborista Brasileño (PTB), fundados por Getúlio Vargas; todos movimientos con impronta nacional y popular que se impusieron por décadas en el electorado de América Latina, pero que no sobrevivieron al vendaval de la historia.
Claramente existe en el mundo de hoy un cambio en las formas de hacer política. Sin entrar a calificar si esto es bueno o malo, es una realidad que se impone. Y ese cambio está afectando sensiblemente los basamentos de los partidos tradicionales que van quedando en la región, que ya no son escuchados ni interpretados por las nuevas audiencias. El PJ no queda fuera de este contexto.
Mientras tanto, el Gobierno de Javier Milei avanza impiadoso con los cambios que necesita la “Nueva Argentina” con la que él y su gabinete se ilusiona. En la vereda de enfrente, un PJ casi sin aliento, un radicalismo vencido y un PRO intentando no ser absorbido por La Libertad Avanza (LLA), pujan por tener algo de protagonismo; mejor escenario es imposible pedir para el Gobierno en el año electoral que se avecina.
Crece la deuda en la era Milei
Dejando el plano político para sumergirnos en algunos números de la economía, la estadística muestran que algunas variables mantienen su tendencia positiva. Una de ellas, que tendrá efectos directos en las elecciones del año que viene, es la inflación. Para la mayor parte de los analista, es probable que el índice de precios al consumidor (IPC) se ubique por debajo del 2% mensual, lo que sería todo un logro para el Gobierno.
Pero hay tres temas que siguen estando presentes en la agenda de los inversores internacionales: el atraso del dólar, el cepo cambiario, y la evolución de la deuda pública.
Sobre este último punto, hay que destacar que desde que asumió el presidente Javier Milei las riendas del país, la deuda pública en dólares creció 9%. Un reciente estudio elaborado por la Consultora Quantum Finanzas, cuyo director es el prestigioso economista Daniel Marx, señala que la deuda bruta del sector público nacional al 30 de noviembre del corriente ascendía al equivalente a 464.258 millones de dólares -al tipo de cambio oficial- cifra que representaba el 91% del producto del país (PBI). En la comparación con noviembre del año pasado, previo a la corrección cambiaria (devaluación) de diciembre, la deuda bruta aumentó el equivalente a 38.702 millones de dólares. Cabe señalar, que tras la devaluación de diciembre de 2023, luego de asumir el Gobierno de Javier Milei, la deuda había caído a 370.673 millones de dólares. Es decir, que si toamos ese punto de partida comparativo, los pasivos durante la actual gestión crecieron en poco más de 93.500 millones de dólares, a una tasa de 1.800 millones de dólares por semana.
A pesar de que durante 2024 el sector público nacional viene registrando superávit primario de 2,1% del PBI y financiero de 0,6% del PBI (acumulado ene/nov 2024), la tendencia del stock de deuda bruta es creciente a partir de ene-24. En este movimiento confluyen diversos factores, tales como el método de registro -en particular en lo que se refiere a la capitalización de intereses, que equivalen a alrededor de 2% del PBI en el periodo ene/nov24-, la evolución relativa del tipo de cambio, de los precios, tasas de interés, y el traspaso de deuda del Banco Central (BCRA) al Tesoro, a pesar del efecto de licuación de esos pasivos por el período en el que fue negativa la tasa de interés real.
El estudio realizado por Quantum Finanzas detalla que la relación deuda consolidada/PBI del sector público está relativamente en línea con la de otros países de la región. Sin embargo, a diferencia de esos países, el porcentaje de los pasivos en moneda extranjera es significativamente mayor en Argentina, que hoy se ubica en el 59% del total.
Agrega que los movimientos en el tipo de cambio inciden en la medición en dólares por la parte de pesos. Es así que entre noviembre del año pasado y mismo mes de 2024 el tipo de cambio real pesos/dólar se depreció 4,3%, y en el trascurso de 2024 se apreció el 34%. Ese efecto fue parcialmente compensado por la licuación que tuvieron los pasivos remunerados del BCRA, que fueron transferidos al Tesoro.
Si bien es difícil poder medir efectivamente la incidencia de la deuda pública en el PBI, teniendo en cuenta la volatilidad que presentó el tipo de cambio en estos últimos doce meses, está claro que un aumento -como mínimo- del 9% de la deuda pública en un año es un número no menor para un país que no termina de salir de la recesión de la forma esperada por el Gobierno.
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