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Pobreza e inflación; inflación y pobreza

Estamos en los días previos de una escalada inflacionaria que nos sitúa en terreno de hiper y previsiblemente, este escenario es alarmante en términos de pobreza.

Durante gran parte del siglo XX, Argentina mostró una dinámica de ascenso social que dio forma a una clase media distintiva a nivel regional. En contraste, en lo que va del siglo XXI la pobreza nunca estuvo por debajo del 25% y aquella clase media se desplomó.

Un repaso rápido por un puñado de indicadores le pone números al descalabro. Actualmente, Argentina tiene el producto bruto interno per cápita (PBI per cápita) más bajo de los últimos 20 años; el salario mínimo a dólares financieros se encuentra en duodécima posición de 14 economías de América latina; y, según el Observatorio Argentino por la Educación, sólo 16 de 100 chicos que inician el primer grado llegan al último año de escolaridad.

Estas variables funcionan como una foto de cómo la combinación de recesión económica, endeudamiento, años de regímenes inflacionarios, desmanejo de la crisis sanitaria y del impacto de la sequía, campaña electoral prolongada y una inflación descontrolada, entre otros muchos temas, agravaron la situación social.

En este punto nos vamos a detener para hacer foco en dos variables: inflación y pobreza, la aceleración de la primera aumenta la segunda. No hay política compensatoria del Estado que baje la pobreza sin reducir la inflación. Y en ese laberinto está nuestro país desde hace años.

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Inflación y pobreza, dos caras de la crisis argentina.

Inflación y pobreza, dos caras de la crisis argentina.

Con la mirada en la inflación

La inflación es un gran dolor de cabeza para los argentinos año tras año, pero a lo largo del 2023 la situación se agravó alcanzando cifras que no se registraban desde hacía 2 décadas. Si bien el Ministerio de Economía, comandado hasta hace días por Sergio Massa, proyectaban una inflación anual del 60%, ese porcentaje se alcanzó en el mes de agosto.

En ese mes se registró el índice más alto de los últimos 20 años con el 12,4%, porcentaje que luego fue superado en noviembre (12,8%), y todo indica que en diciembre el indicador será aún peor. El flamante ministro Luis Caputo anticipó una inflación diaria del 1%.

De hecho, los últimos años marcan una tendencia alarmante: 2020: 36,1%; 2021: 50,9%; 2022: 94,8%; y 2023: por arriba de 200%. Quizás el dato más relevante es que a lo largo de este período la inflación acumulada supera los 900 puntos, lo cual implica un promedio anual del 79%, aunque con una clara tendencia creciente a lo largo de los años. De hecho, se pasó del 36% en 2000, al 51% en 2001, 92% en 2002 y finalmente, rondando el 200% en los últimos doce meses.

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La pobreza del mes se ubica como el peor registro desde 2005.

La pobreza del mes se ubica como el peor registro desde 2005.

Con la mirada en la pobreza

Con aquellos datos alarmantes en el escenario, volvemos a la otra variable en danza porque, como planteamos al comienzo, la aceleración de los precios de los alimentos impacta de lleno en la “Línea de Pobreza”, que es el valor de la canasta básica de consumo por debajo de la cual las familias se consideran pobres.

Así como la inflación ha marcado lamentables récords en los últimos meses, la pobreza también le pone números a la crisis socioeconómica del país. Según la última encuesta la Deuda Social Argentina realizada por la Universidad Católica Argentina (EDSA-UCA) para el tercer trimestre de 2023, el 44,7% de los argentinos son pobres.

El desglose de datos es una enorme bandera de alerta: un tercio de los trabajadores no recibe ingresos suficientes para cubrir la canasta básica total; uno de cada cinco habitantes del país vive en situación de inseguridad alimentaria, el peor registro desde 2005; seis de cada 10 menores de 17 años viven bajo la línea de la pobreza. Estos son los números del tercer trimestre de 2023 que sirven para graficar y humanizar la crisis socioeconómica que vive el país, con inflación récord desde la última híper, y un nivel de actividad que no crece desde hace más de una década.

Según ODSA-UCA, la pobreza por ingresos en el segundo trimestre de este año llegó al 44,7% (el dato del Indec es del 41,1% en el primer semestre). Se trata de un valor que iguala al pico de la pandemia, en 2020, y se ubica como el peor registro desde 2005.

Los datos son contundentes y no admiten lecturas sesgadas: en la última década los niveles de pobreza aumentaron. En 2020, año atravesado por la crisis sanitaria y la cuarentena, la pobreza subió del 40% al 44,2%; en 2021 se ubicó en 43,8%; bajó levemente a 43,1% en 2022 y este año ya está por arriba del 44% y este número no contempla la escalada inflacionaria anunciada para (en el mejor de los casos) los meses que vienen.

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Los últimos años marcan una tendencia alarmante

Los últimos años marcan una tendencia alarmante

Las dos caras de una crisis sistémica

Número récord de inflación, número récord de pobreza. Hay un correlato muy fuerte entre las dos variables. De hecho, hay cierto consenso en relación a que por cada punto de poder adquisitivo perdido -es decir, cuando los ingresos crecen por debajo de la inflación-, 230.000 personas caen debajo de la línea de la pobreza.

Todo parece indicar que los índices de pobreza seguirán empeorando, más gente engrosará los índices difundidos por la UCA porque la inflación volvió a dispararse.

El dato de noviembre ya es viejo, todas las miradas estaban atentas a diciembre, enero y febrero por la devaluación del peso, la caducidad de los acuerdos con los distintos sectores empresarios, y por la propia incidencia de las fiestas de fin de año en la demanda de consumo. Y también por el mayor encarecimiento de las canastas de indigencia y pobreza en relación a la inflación promedio. Son las canastas que se toman como referencia para la medición de estos dos indicadores claves.

Desde la UCA alertaron que se esperaría un nuevo incremento de la pobreza de 2 o 3 puntos porcentuales, sin estallido de este indicador si no hay cambios relevantes en términos de estructura productiva y empleo. Si continúa un escenario de inflación como el actual se incrementarían los nuevos pobres por descenso de clases medias bajas. La pobreza se hace aún más estructural y habría mayor dependencia de los pobres extremos y las clases bajas de la asistencia pública.

En este contexto sombrío, ¿qué nos espera para 2024? En cuanto a la inflación, ya está planteado que en el mejor de los casos (solo) habrá que pasar el verano. Por el lado de la pobreza, si efectivamente es un año de recesión con inflación menos alta pero aún alta, debería subir la pobreza 2 o 3 puntos más, si es que la economía se comienza a estabilizar hacia finales de año, por lo que podría llegar a 45%. Si no se logra estabilizar, podría superar ese valor y situarse más arriba. En cualquier caso, no sería esperable que la pobreza revierta la tendencia en 2024.

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