Radiografía de los impuestos más extraños del mundo
De los arándanos silvestres a los nombres extraños, de los eructos de las vacas a los robots, la imaginación no tiene límites a la hora de recaudar dinero para el estado. ¿Cuáles son los impuestos más inusuales en todo el mundo?
Los impuestos siempre suelen estar en la agenda de discusión pública (mucho más en nuestro país, que actualmente redefine Ganancias, Monotributo y Bienes Personales). Porque son muchos -Argentina tiene una presión tributaria y un nivel de gasto público similar al de los países avanzados-, o por la naturaleza -localmente, los especialistas consideran que la política fiscal sumamente regresiva-, porque tienen alícuotas altas -en el mundo, los productos pagan un IVA promedio de 15%- o porque gravan cuestiones o situaciones curiosas.
Ya lo dijo Benjamin Franklin, uno de los padres fundadores de Estados Unidos, hay solo dos cosas que están garantizadas en la vida: la muerte y los impuestos. Es una realidad que no reconoce fronteras y hoy compartiremos un punteo por (algunos de) los tributos más raros del mundo.
Impuesto sobre los arándanos
Se aplica principalmente en el estado de Maine (Estados Unidos), famoso por sus arándanos. Por ello, el estado implantó este tributo, que actualmente se cobra a un céntimo y medio por libra (0.4536 kgs.) de arándanos silvestres.
Desde el estado afirman que se busca evitar la sobreexplotación de la fruta, que sería perjudicial para la economía general. Sin embargo, la Comisión de Arándanos Silvestres de Maine se opuso a la medida. Aduce el aumento de los tipos de interés, los costos laborales y la inflación, que están mermando los márgenes de beneficio de los arándanos.
También preocupan el cambio climático, la volatilidad de los precios y el aumento de la competencia. La Comisión ha pedido una pausa temporal de un año en el impuesto sobre los arándanos, para dar a la industria la oportunidad de volver a encontrar su equilibrio.
Impuesto sobre los robots
El impuesto sobre los robots es un impuesto surcoreano aplicado desde 2017. En efecto, ha recortado drásticamente las exenciones fiscales para las inversiones en robótica, para tratar de frenar la pérdida de empleos causada por los robots en las industrias. Estas pérdidas de empleo no solo son perjudiciales para los trabajadores y sus familias, sino también para el gobierno en su conjunto, al reducir los ingresos fiscales porque, por supuesto, los robots no pagan impuestos.
Adam Pennington, abogado laboralista del bufete Stephensons, lo explica en su página web: "Desde la perspectiva del empresario, sustituir a las personas por robots en el lugar de trabajo tiene una serie de ventajas significativas”.
"Un robot no presentará una demanda por despido improcedente o discriminación, ni necesitará contables para calcular las deducciones fiscales específicas y los salarios mensuales. Un robot podría permitir a una empresa generar unos ingresos mucho mayores y, al mismo tiempo, no tener que preocuparse de las normativas y protecciones que impedirían que se interpusieran demandas judiciales contra ellos.
Impuesto sobre los eructos de vaca
Este tributo fue una medida de corta duración en Nueva Zelanda, propuesta originalmente por la ex primera ministra Jacinda Ardern. Se sugirió principalmente para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero como el metano, en las que la industria agrícola suele desempeñar un papel importante.
Sin embargo, fue objeto de una fuerte oposición, debido a que los agricultores de Nueva Zelanda ya son considerablemente más eficaces en materia de emisiones de carbono que en la mayoría de los demás países. Los críticos también han subrayado que imponer más impuestos sobre las emisiones a los agricultores sin un plan claro ni herramientas accionables sobre cómo reducirlas probablemente causará más pérdidas de empleo, un aumento de los precios de los alimentos y una reducción de los ingresos de exportación.
Los ganaderos de Nueva Zelanda indignados por el plan del Gobierno de gravar los gases de su ganado
Esto llevó a Nueva Zelanda a abolir recientemente el impuesto sobre los eructos de las vacas, y el ministro de Agricultura del país, Todd McClay, afirmó en un comunicado: "El Gobierno se ha comprometido a cumplir sus obligaciones en materia de cambio climático sin cerrar las granjas neozelandesas. No tiene sentido enviar empleos y producción al extranjero, mientras países menos eficientes en carbono producen los alimentos que el mundo necesita".
"Por eso estamos centrados en encontrar las herramientas prácticas y la tecnología para que nuestros agricultores reduzcan sus emisiones de una manera que no reduzca la producción o las exportaciones".
Impuesto sobre las papas fritas
El impuesto húngaro sobre los productos de salud pública, conocido coloquialmente como impuesto sobre las papas fritas, grava una variedad de comida basura con alto contenido en sal, azúcar y otros ingredientes comúnmente considerados poco saludables. Se impuso para tratar de incentivar a la población hacia opciones más saludables, así como para reducir la obesidad entre los adolescentes.
Aprobado en 2011, consiste en un impuesto especial del 4% sobre los alimentos y bebidas envasados, incluidos dulces, condimentos, refrescos, patatas fritas y mermeladas de frutas.
Otros países más cercanos, como México, también tienen un impuesto sobre la comida basura, en este caso un gravamen del 8%, aplicado en 2013 sobre artículos como dulces, alimentos procesados a base de cereales, mantequillas de frutos secos y aperitivos, todos ellos clasificados como no esenciales.
La India también tiene un impuesto sobre las grasas en algunos estados, como Kerala y Gujarat, que grava alimentos como hamburguesas y pizzas.
Barry Popkin, investigador de políticas de nutrición de la Universidad de Carolina del Norte, afirmó, según recoge Vox: "Puede que gastemos entre el 5% y el 7% de nuestro presupuesto alimentario en bebidas azucaradas, pero gastamos otro 15% o 20% en comida basura. Si tomamos un país como EE.UU., entre el 33% y el 57% de las calorías que ingieren los adolescentes proceden de la comida basura".
Impuesto sobre los nombres de bebés
El impuesto sueco sobre los nombres de bebé grava los nombres extravagantes, especialmente los más difíciles de pronunciar. Los padres pueden verse obligados a desembolsar unos 770 dólares por este tipo de nombres.
Algunos nombres, como "Alá" e "Ikea", están totalmente prohibidos, mientras que otros ligeramente inusuales, como "Lego" y "Google", siguen aceptándose. Nombres como Veranda, Metallica y Superman no están permitidos.
Los nombres de los niños suecos deben ser aprobados por la agencia tributaria del país antes de que el niño cumpla cinco años. Japón y Francia prohíben los nombres vergonzosos o humillantes, mientras que Nueva Zelanda prohíbe el uso de cualquier título oficial como nombre.
Impuesto sobre las cisternas
La tasa por descarga de inodoro es un impuesto del estado estadounidense de Maryland que grava el número de veces que los residentes tiran de la cadena. El dinero recaudado se destina a restaurar la bahía de Chesapeake, muy afectada por el aumento de algas que viven del fósforo y el nitrógeno. Implantada en 2004, empezó costando 30 dólares, antes de duplicarse en 2012.
En 2017, Alison Prost, de la Fundación de la Bahía de Chesapeake, declaró a CBS News: "Estamos viendo cómo mejora la claridad del agua, vemos que la cobertura de hierba de la bahía es cada vez mayor cada año, y el año pasado, aunque tuvimos zonas con poco oxígeno, no tuvimos ninguna zona sin oxígeno por primera vez en una década. Está funcionando".
Fuente: BBC, Euronews
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