Acuerdo histórico: Nueva Zelanda y las oportunidades que Argentina deja pasar en India
Mientras Nueva Zelanda accede al mercado indio con arancel cero, Argentina sigue pagando un 30% por la falta de una política exterior definida.
Nueva Zelanda acaba de dar un paso decisivo en su política comercial al firmar un Acuerdo de Libre Comercio (TLC) con la India, una economía de 1.400 millones de habitantes y con proyecciones de alcanzar los 12 billones de dólares neozelandeses hacia 2030. El anuncio fue realizado por el ministro de Comercio e Inversiones, Todd McClay, quien calificó el entendimiento como “histórico” y aseguró que abrirá oportunidades inéditas para los exportadores neozelandeses, generando miles de empleos y miles de millones de dólares adicionales en ventas externas.
El acuerdo elimina o reduce aranceles sobre el 95% de las exportaciones de Nueva Zelanda hacia la India, uno de los niveles más altos de liberalización que ese país ha otorgado en un TLC. Desde el primer día, casi el 57% de los productos neozelandeses ingresarán sin pagar impuestos, cifra que trepará al 82% cuando el tratado esté plenamente implementado. El 13% restante también verá fuertes reducciones arancelarias.
Las negociaciones comenzaron el 21 de marzo y concluyeron en apenas nueve meses, un plazo corto para un acuerdo de esta magnitud. El resultado posiciona a Nueva Zelanda en igualdad de condiciones —o incluso en ventaja— frente a competidores globales, facilitando el acceso a una clase media india en rápida expansión y con creciente demanda de alimentos, servicios y productos de alto valor agregado.
Sectores beneficiados y una agenda comercial de largo plazo
Entre los sectores más favorecidos se encuentran la carne ovina, la lana, el carbón y más del 95% de los productos forestales, que tendrán acceso inmediato libre de aranceles. También se destacan ventajas clave para frutas como manzanas, kiwis, cerezas, aguacates y arándanos, además de productos lácteos de alto valor, miel de mnuka y vino. En este último caso, los aranceles se reducirán gradualmente desde niveles extremos de hasta el 150% hasta rangos del 25% o 50% en un plazo de diez años.
El TLC va mucho más allá del comercio de bienes. Incluye una amplia cobertura de servicios, apoyada en compromisos de la India ante la OMC, con especial foco en servicios financieros, pagos electrónicos y tecnología financiera. Además, incorpora cláusulas de nación más favorecida que buscan blindar el acceso futuro de Nueva Zelanda frente a posibles acuerdos indios con otros países.
El acuerdo también contempla reglas de indicaciones geográficas para proteger productos emblemáticos, mecanismos automáticos de consulta si la India concede mejores condiciones a terceros y un compromiso de revisión un año después de su entrada en vigor, con el objetivo de profundizar la liberalización. En materia laboral, prevé un promedio de 1.667 visas anuales de trabajo calificado por tres años, destinadas a sectores estratégicos como salud, educación, TIC e ingeniería, además de cupos para programas de vacaciones y trabajo.
La contracara argentina: altos aranceles y ausencia de estrategia
Mientras Nueva Zelanda consolida su inserción en el mercado indio, el contraste con Argentina resulta cada vez más evidente. En términos arancelarios, la diferencia es contundente: Chile y Nueva Zelanda accederán a la India con arancel 0%, Australia se encuentra en una etapa de transición hacia su TLC —con un arancel actual del 15%—, mientras que Argentina enfrenta un 30%, una carga que reduce drásticamente la competitividad de sus exportaciones.
Esta situación no responde a una falta de potencial productivo, sino a la ausencia de una política exterior y comercial definida y sostenida en el tiempo. Con o sin Mercosur, está claro que la Argentina debería cambiar su estrategia para lograr posicionarse en los mercado internacionales. Los vaivenes internos, la falta de consensos básicos y los cambios de rumbo han dejado al país al margen de negociaciones clave, incluso con países donde existen claras complementariedades económicas.
El costo de esta indefinición es concreto: oportunidades perdidas en alimentos, agroindustria y economías regionales, menor previsibilidad para los exportadores y una inserción internacional cada vez más rezagada. En un mundo donde el comercio se estructura crecientemente en torno a acuerdos preferenciales, no firmar TLCs no es una posición neutral, sino una desventaja estructural.
El acuerdo entre Nueva Zelanda e India funciona así como un espejo incómodo para Argentina. Mientras algunos países avanzan con una estrategia clara y pragmática, otros siguen pagando el precio de la indefinición. La pregunta que queda abierta es cuánto tiempo más podrá Argentina sostener aranceles del 30% en uno de los mercados más grandes y dinámicos del planeta sin resignar desarrollo, empleo y crecimiento.
Fuente: beehive.govt.nz con aportes de Redacción +P.
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