Alarma en el mercado argentino: cerezas chilenas rompen récord de ingreso temprano
Por primera vez, las cerezas chilenas llegan al mercado argentino en noviembre. Temor por desplome de precios.
Las góndolas argentinas recibieron la semana pasada las primeras partidas de cerezas chilenas, un hecho inédito por su anticipación: nunca antes la fruta del país vecino había ingresado tan temprano al mercado interno. La llegada se produjo en la primera semana de noviembre y ya está generando fuertes repercusiones en el sector frutícola nacional. Según confirman operadores del sector frutícola el ingreso masivo de cerezas importadas está “aplastando los precios” locales y encendiendo las alarmas entre productores argentinos.
Sin embargo, fuentes del Mercado Central de Buenos Aires (MCBA), aseguran que no han registrado partidas de cerezas chilenas en las naves de frutas, o por lo menos no han sido declaradas para ser incluidas en los informes de precios que diariamente emite el mercado.
Ayer el promedio de valores mayores cotizados en el MCBA se ubicaron en un máximo de 23.200 pesos el kilo (variedad Nimba elegido y tamaño grande proveniente de Mendoza) y un mínimo de 20.800 pesos el kilo (variedad Brook tamaño mediano proveniente de Mendoza). No hubo oficialmente ventas de cerezas chilenas.
Un arribo sin precedentes
Tradicionalmente, las cerezas chilenas llegaban a la Argentina recién entrado diciembre, cuando la cosecha local se encuentra en pleno desarrollo. Este año, sin embargo, la fruta cruzó la cordillera con casi un mes de antelación. De acuerdo con fuentes consultadas por +P, esta situación responde a dos factores principales: por un lado, una cosecha excepcional en Chile, con altos volúmenes de cereza temprana, pero una marcada disparidad de calidad; y por otro, un mercado argentino que hasta ahora se mantiene con precios altos debido a la escasez de oferta local.
“El mercado estaba muy firme porque recién comienzan la oferta nacional, pero la llegada de la fruta chilena nos descolocó”, expresó un empresario frutícola mendocino. En el MCBA, donde se centraliza gran parte de la distribución mayorista, trascendió en forma extraoficial que las cajas chilenas ya se ofrecen entre 55.000 y 59.000 pesos por 5 kilos, valores sensiblemente inferiores a los de la producción argentina de similar calibre. “Ese diferencial nos va a hacer pelota”, advirtió el productor.
Chile acelera su posicionamiento global
La anticipación chilena no es casual. En los últimos años, el país vecino ha perfeccionado su logística y capacidad exportadora, consolidándose como el principal proveedor de cerezas frescas del hemisferio sur. Según un interlocutor técnico del sector, el patrón de crecimiento es consistente con la evolución histórica del negocio frutícola chileno: cada temporada empieza antes y con mayor intensidad. Las nuevas variedades tempranas son las que están imponiendo este nuevo escenario.
“En China, los volúmenes hasta la semana pasada mostraban un alza respecto del año pasado, pero se espera un progresivo aumento inminente. Lo que cambia es la velocidad y la coordinación logística con la que Chile mueve su fruta”, explicó la fuente. Lo que antes se destinaba casi en su totalidad al mercado asiático, ahora se diversifica hacia destinos alternativos —Europa, Estados Unidos e incluso Argentina—, especialmente en el caso de la fruta de menor calidad o calibre que no logra competir en los estándares premium chinos. Esta redirección genera un efecto colateral: una caída abrupta de precios en los mercados receptores.
No solo en China se espera que se incremente la oferta exportable de cerezas de Chile.
Una fuente empresaria consultada recordó que “ya la semana pasada Europa vio cómo se desplomaban los precios por los envíos chilenos tempranos”. Esa misma dinámica, sostiene, se replica ahora en la Argentina, amplificada por la debilidad estructural de la producción local (altos costos) y la falta de medidas de protección comercial.
Impacto en el mercado argentino
El efecto de esta irrupción temprana se siente en todo el circuito comercial argentino, aunque resulta difícil medir su magnitud con precisión. El MCBA es la única fuente estadística oficial, pero representa apenas un cuarto del consumo total. En provincias productoras como Mendoza, Río Negro, Catamarca, La Rioja, San Luis y Córdoba predomina un comercio regional e informal, difícil de cuantificar.
“En Mendoza recién estamos empezando con los primeros empaques, pero ya sentimos la presión. Los compradores te muestran las cajas chilenas y te dicen que no pueden pagar más”, relató un empacador local. La competencia desleal, según coinciden varios actores del sector, proviene no solo del volumen sino de los costos de producción: Chile logra colocar sus excedentes a precios muy bajos, afectando directamente la rentabilidad argentina.
Reacción y preocupación institucional
Anticipando esta situación, representantes del sector mantienen hace tiempo reuniones con la presidenta del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) para evaluar posibles medidas regulatorias. “No se trata de cerrar el mercado, sino de poner límites razonables que protejan la producción nacional”, explicó uno de los participantes del encuentro.
La preocupación no es nueva. Durante la temporada pasada, el sector frutícola argentino ya había enfrentado una “inundación” de importaciones entre enero y febrero, cuando el volumen de cerezas chilenas importadas se triplicó respecto del año anterior. Pese a los reclamos elevados al Ministerio de Comercio y Agricultura, los productores aseguran que la única entidad que escucha sus demandas es el SENASA, aunque sus competencias son limitadas en materia de política comercial.
Un desafío estructural para la fruticultura argentina
El fenómeno de este noviembre marca algo más que un episodio coyuntural: representa un cambio estructural en la dinámica de competencia regional. Por primera vez, la cereza chilena no solo llega con fuerza antes a los mercados externos (ex China) en forma temprana, sino que además empieza a desplazar a la producción argentina dentro de su propio territorio.
Productores y distribuidores expresan preocupación por la llegada temprana de la cereza chilena.
La anticipación logística, la escala productiva y la capacidad de colocación internacional le otorgan a Chile una ventaja que la Argentina, con su estructura más fragmentada y altos costos internos, no puede igualar. En este contexto, los productores locales reclaman una política frutícola nacional coherente, que contemple un agresivo programa de la Cancillería para lograr acuerdos de libre comercio con otros países, financiamiento acorde a las necesidades de la actividad y promoción del consumo interno.
Mientras tanto, los consumidores argentinos comenzarán a ver cerezas importadas en las góndolas, a precios tentadores pero con un trasfondo complejo. Lo que para el público puede parecer una buena noticia —fruta fresca antes de tiempo y a valores accesibles—, para el productor local representa un golpe durísimo que anticipa un verano con márgenes complicados y una competencia cada vez más feroz.
Fuente: Redacción +P.
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