¿Boom frutícola? Exportaciones de peras argentinas crecieron 70.000 toneladas en 4 años
Las exportaciones de peras del Alto Valle alcanzaron 312.300 toneladas en los primeros nueve meses del año, con Brasil, Rusia y EE.UU. como principales destinos.
Las exportaciones de peras y manzanas del Alto Valle de Río Negro y Neuquén alcanzaron, al cierre de los primeros nueve meses del año, poco más de 387.700 toneladas, lo que representa un incremento interanual del 7,5%. Este dato, suministrado por el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA), confirma una tendencia positiva para la fruticultura regional, que viene mostrando señales claras de recuperación y fortalecimiento en el comercio exterior.
Este crecimiento no solo se refleja en la comparación anual, sino que se mantiene de manera sostenida en las últimas campañas, marcando un cambio de tendencia respecto a años anteriores donde la caída de los volúmenes exportados generaba preocupación en productores y operadores. La realidad actual da cuenta de un sector que, con sus dificultades estructurales, logra reposicionarse en los principales mercados internacionales.
Peras: la locomotora de las exportaciones regionales
Dentro de los datos desagregados, la pera se ubica nuevamente como la fruta de mayor peso en la canasta exportadora. En lo que va del año se enviaron al mundo 312.300 toneladas de peras, lo que representa un incremento del 4% interanual y del 10% respecto al promedio del periodo 2020-2024.
Si bien el sector atravesó momentos críticos, el punto de menor exportación se registró en la temporada 2022. Desde entonces, las exportaciones crecieron de manera sostenida, alcanzando en cuatro temporadas un aumento nominal de más de 70.000 toneladas.
Los operadores coinciden en que este escenario positivo responde a una demanda internacional fortalecida, vinculada principalmente al faltante de producción en el hemisferio norte. Esta situación generó que países importadores buscaran cubrir sus necesidades en regiones como la Patagonia argentina, consolidando la posición del Alto Valle como un actor confiable en el abastecimiento global.
Los precios obtenidos en destino también han acompañado este crecimiento. Según coinciden fuentes del mercado, los valores logrados se ubicaron en rangos de buenos a muy buenos, siempre y cuando se cumplieran los estándares de calidad que exigen los compradores internacionales.
En cuanto a los destinos, Brasil se mantiene como el principal socio comercial, concentrando cerca del 30% de las exportaciones y mostrando un crecimiento interanual del 7%. Rusia, por su parte, incrementó sus compras en un 5%, mientras que Estados Unidos sorprendió con un crecimiento del 16% en su demanda. Estos tres mercados fueron, sin dudas, los más importantes durante los primeros nueve meses de la campaña, configurando un mapa comercial diversificado pero con fuerte dependencia de algunos jugadores clave.
Manzanas: un repunte esperado
La situación de la manzana, aunque menos dinámica que la de la pera, muestra signos de mejora. Según el SENASA, en los primeros nueve meses del año se exportaron 74.500 toneladas, lo que implica un salto del 25% en términos interanuales y del 7% respecto al promedio del periodo 2020-2024.
Las cifras indican que, tras un periodo 2022-2024 en el que las exportaciones se mantuvieron en niveles bajos y estables, 2025 marca un rebote significativo. Este crecimiento resulta alentador, aunque todavía insuficiente para una fruticultura que debería alcanzar mayores niveles de colocación en el exterior.
En el caso de la manzana, la exportación representa apenas el 16% del total comercializado (sumando fruta fresca e industria). Este porcentaje revela la baja performance exportadora de la manzana del Valle en comparación con la pera, y con los potenciales que ofrece este producto en mercados internacionales dispuestos a pagar precios más altos.
Respecto a los destinos, Brasil vuelve a ser el comprador más importante, con un crecimiento de su demanda del 22%. Paraguay se ubicó en segundo lugar, aunque con un incremento marginal del 2%. El caso más destacado fue Rusia, que aumentó sus compras en un 141%, adquiriendo más de 7.000 toneladas de manzana argentina. En conjunto, Brasil, Paraguay y Rusia concentran más del 70% del total exportado, lo que vuelve a mostrar una fuerte dependencia de pocos mercados y la necesidad de diversificación.
Desafíos pendientes para el sector
Si bien las cifras actuales son alentadoras, existen varios desafíos que la fruticultura del Alto Valle debe enfrentar para consolidar su recuperación. En primer lugar, la concentración de mercados implica un riesgo a mediano plazo. Una eventual crisis económica o restricciones sanitarias en alguno de estos países impactaría de manera inmediata en las exportaciones regionales.
Otro aspecto central es la competitividad de la manzana. Los bajos niveles de exportación reflejan no solo dificultades de producción, sino también problemas de inserción en mercados internacionales de alto valor. La manzana del Valle, pese a su calidad, aún no logra ocupar un espacio más sólido en destinos exigentes como Europa o Asia, donde se pagan precios más elevados.
Por último, la sustentabilidad y la calidad son aspectos cada vez más demandados por los compradores. En este sentido, el cumplimiento de protocolos fitosanitarios, la certificación de buenas prácticas y la innovación en empaques y logística aparecen como factores determinantes para asegurar la permanencia en el mercado.
Una campaña con sabor a optimismo
El balance de estos primeros nueve meses deja un saldo positivo para la fruticultura regional. La recuperación de las exportaciones de peras y el rebote de la manzana constituyen señales claras de que la actividad se encuentra en un ciclo de reactivación, impulsado por la demanda externa y por una oferta que supo responder con calidad.
Sin embargo, la tarea pendiente es clara: consolidar la competitividad, diversificar mercados y lograr una mayor inserción internacional. Solo de esta manera la fruticultura del Alto Valle podrá transformar este buen momento coyuntural en un proceso sostenido de crecimiento, con beneficios directos para productores, trabajadores y toda la economía regional.
Fuente: Redacción +P con estadística del SENASA.
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