Cipolletti frente al desafío de ser una ciudad inclusiva
El desborde de los límites de lo urbano sobre la zona rural es uno de los temas que sobresale de este nuevo (viejo) debate.
La convocatoria al Consejo de Planificación realizada por el intendente de Cipolletti “con la finalidad de analizar los cambios que se han producido y las condiciones de crecimiento de la ciudad y adecuar la legislación vigente en función del desarrollo y la generación de nuevas fuentes de trabajo”, permite colocar en primer plano el debate sobre la situación de la ciudad en su vinculación con la actividad económica.
También posibilita reafirmar que la potencialidad de concretar una visión de ciudad construida a partir de la convergencia de perspectivas entre el componente político, las organizaciones comunitarias y las instituciones que representan intereses sectoriales, alcanzará sus objetivos si se concreta en iniciativas que sustenten el proyecto de una ciudad inclusiva.
La planificación municipal conducente a la generación de perspectivas sostenibles debe fundamentarse en reconocer que los municipios de la región son territorios en continua transformación, donde se verifican iniciativas públicas y privadas con distintos niveles de impacto. Frente a esta situación, la ciudad encuentra la necesidad de pensar el futuro para trazar posibles acciones a partir de un conjunto de posibilidades y situaciones problemáticas que enfrenta la comunidad local.
Asimismo, las insuficiencias que ha mostrado en las últimas décadas una planificación local “de escritorio”, estática y formal, con una visualización insuficiente de las necesidades e iniciativas de su población, se refleja en la persistencia de directrices presuntamente ordenadoras, que en términos concretos terminaron inmovilizando áreas importantes para el desarrollo de la ciudad, inclusive en la margen sur, siendo superada la pretensión planificadora por la dinámica de la multiplicidad de intereses en juego, un hecho que suele verificarse en la mayoría de los municipios regionales.
El desborde de los límites de lo urbano sobre la zona rural, la búsqueda de la renta urbana en el desarrollo inmobiliario y la ocupación de espacios privados transformados en loteos en zonas no habilitadas o asentamientos informales, sobre los cuales se actúa posteriormente frente a los hechos consumados, terminan habilitando por excepción o por imposición lo que la planificación no previó o pretendió desalentar, dando lugar a conflictos que no siempre se pudieron resolver desde la normativa.
Procesos fundantes de la transformación de la economía local
Cipolletti se inserta en una región que atraviesa una trascendente modificación de su base económica, lo que impacta fuertemente en la dinámica local. La necesidad de contar con un acertado panorama del origen y características de estos procesos deviene de la potencialidad de poder proyectar y actuar sobre ciertas tendencias que, más allá de intereses sectoriales, den lugar a posibilidades de constituir una ciudad que asuma mayor protagonismo en la economía regional.
Al momento de relevar las transformaciones de la economía local, habitualmente se destaca en primer lugar la relevancia que adquiere la pérdida de la matriz frutícola sobre la que se basó la historia del crecimiento de la ciudad. Sin embargo, no establecer una relación adecuada de los efectos de este hecho sobre la relación entre lo urbano y lo rural, impide entender por completo la dinámica conjunta que atraviesa la transformación de ambos espacios ante el debilitamiento de la actividad frutícola.
Al tiempo que la ciudad va perdiendo la generación de valor agregado y empleo agrícola, se observa que la convivencia entre lo urbano y lo rural entra en creciente grado de contradicción. El abandono de la actividad frutícola deja las tierras del espacio rural a merced de intereses no relacionados con la agricultura: desarrollos residenciales, infraestructura para actividades deportivas, de entretenimiento y esparcimiento, asentamiento de empresas de servicios e inclusive la explotación hidrocarburífera. Mientras que el espacio rural va perdiendo su identidad y dinamismo, la trama urbana se expande hacia las tierras anteriormente agrícolas, imponiendo sus intereses.
No debe dejar de considerarse que la preservación y transformación del área rural es una temática que debe evaluar el impacto de las diversas alternativas de utilización de dicho espacio, diferenciando entre usos compatibles e incompatibles con la producción agrícola. Dos hechos objetivos marcan los límites de lo deseable: las posibilidades de inversión están hoy fuertemente asociadas a actividades tradicionalmente urbanas que buscan asentarse en el ejido rural, y los proyectos agrícolas de reconversión no manifiestan impactos de magnitud para dinamizar el sector. Es necesario contar con un marco regulatorio que asegure que al mismo tiempo que el espacio rural conserve su perfil, impidiendo que lo residencial invada el ámbito rural, priorice incorporar otros usos del suelo no incompatibles en su convivencia con la producción agrícola, una función indelegable del rol de supervisión y regulación por parte de la actividad municipal.
Al mismo tiempo, las dinámicas de transformación y el ritmo del crecimiento de la actividad económica local no pueden disociarse en su análisis de los procesos regionales, determinados por el crecimiento en su entorno del complejo de actividades asociado a la cadena hidrocarburífera. En este sentido, los efectos de este crecimiento impactan sobre el sistema urbano, en tanto impulsa las actividades empresarias, el empleo, el crecimiento poblacional y la expansión residencial, y de la red de servicios públicos y privados a nivel urbano incluyendo la disponibilidad de áreas para la radicación de empresas industriales y de servicios
Sin embargo, estos procesos regionales se conjugan con las características derivadas de la trayectoria y potencialidades de cada ciudad. Dado que no todas las localidades tienen la misma capacidad de atravesar sustentablemente estas transformaciones y generar proyectos de inserción sostenibles, se acentúan las desigualdades entre las ciudades por la concentración de funciones (empresarias, gubernamentales, académicas) en las ciudades más grandes y dinámicas.
En este sentido, Cipolletti cuenta con una red urbana, empresaria, educativa, de servicios y capacidades laborales que atiende una escala regional, presentándose la posibilidad de fortalecer esta potencialidad en términos de economía y empleo.
Si bien esto puede evidenciar el impacto inmediato de la producción cercana de hidrocarburos, también se reflejará en los efectos indirectos que se derivan hacia la actividades comerciales, de servicios gastronómicos y otras, impulsando la incorporación de nuevas iniciativas que sumen valor agregado y representen oportunidades de desarrollo inclusivo de la población local, incluyendo en el sector rural la elaboración de alimentos con una comercialización directa entre productor y la cadena comercial.
Las bases institucionales de una ciudad inclusiva
Frente a esta situación, se propone la definición de estrategias de convergencia de los intereses locales, que son el fundamento de las políticas que conducen a un objetivo de cohesión territorial. Estas iniciativas buscan encontrar los factores y dinámicas que permitan que las oportunidades de bienestar en términos de ingreso, empleo, formación y calidad de vida alcancen a la mayoría de la población.
En este escenario, la planificación local es una herramienta para potenciar el desarrollo y el empleo, en tanto su objetivo sea incorporar avances tecnológicos, empresariales, revalorizar patrimonios históricos y culturales, propiciar las iniciativas y la participación de la población, con el propósito de agregar valor en las cadenas productivas, dando lugar a una mayor integración y diversificación en las actividades actuales
En este caso, la convocatoria municipal reunirá un conjunto de actores con diversos grados de poder, capacidad y medios, que deciden e influencian en condiciones asimétricas las tendencias de la transformación económica urbana. La capacidad de identificar e integrar a estos diversos actores y sus respectivos intereses en el proceso de diseño de los planes, programas y proyectos que surjan a partir de los desafíos detectados por las problemáticas puestas en consideración, exigen a la gestión pública asegurar la equidad en la consecución de los objetivos, lo que implica articular estrategias y consensos hacia el futuro, proyectándolos en el tiempo y asegurando un equilibrio duradero.
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