El ajuste sobre las empresas frutícolas pareciera inevitable
El mercado de peras y manzanas está sufriendo un fuerte ajuste. Las empresas frutícolas, difícilmente puedan eludirlo.
No será una temporada como cualquier otra. Históricamente, a esta altura del año los productores ya habían cobrado la fruta entregada a las empresas entre enero y marzo, y las conversaciones para la temporada que iba a comenzar estaban definidas con un precio mínimo garantizado. Hoy son muchos los kilos de peras y manzanas cosechadas este año que todavía no tienen el precio final de liquidación. Y ya hay empresas que adelantaron las dificultades financieras por las que atraviesan como para garantizar algún valor por la fruta a entregar en la temporada 2025.
La incertidumbre entre los productores de frutas del Valle de Río Negro y Neuquén es alta. La de los empresarios, también lo es. Los cambios en la macro en los últimos doce meses han sido muy bruscos. Y todo indica que ingresamos en un nuevo ciclo económico que se mantendrá por algunos período presidenciales. ¿Cuántos? Muy difícil de predecir. Algunos especialistas auguran un piso mínimo de ocho años con cambios estructurales apuntando a liberar el comercio de la Argentina.
¿Qué significa esto para la fruticultura? En principio hay que decir que los períodos de estabilidad económica en el país, por lo general, fueron negativos para el desarrollo del sector productor y exportador frutícola. Las causas: múltiples y complejas como para ser tratadas en este sencillo comentario.
El Valle en estos últimos años sufrió un fuerte ajuste que impactó, principalmente, sobre la producción primaria. Esto determinó una fuerte caída de los volúmenes de cosecha consecuencia de que muchos fueron los productores expulsados del sistema.
En este mismo período donde se perdieron más de 1.000 productores en la región, desaparecieron del sistema cerca de 400.000 toneladas entre peras y manzanas. Estos cambios tuvieron un impacto directo en el nivel de escala de producción y la matriz comercial de la fruta del Valle.
En las últimas temporadas, la producción regional se estabilizó en torno al millón de toneladas de pomáceas y muchos empresarios adjudicaron este brutal ajuste del sistema a las condiciones del mercado y la falta de eficiencia en el sector primario para lograr fruta en volumen y calidad. “El sistema ganó músculo...teníamos mucha fruta que no servía para ser comercializada en fresco y eso era inviable en cualquier parte del mundo. Hoy tenemos menos fruta, pero una mayor cantidad embalada y de calidad”, aseguraba hace años un importante ejecutivo de una empresa frutícola a los medios de la región. La estadística, pasado un tiempo prudencial de aquellos comentarios, no respaldan los dichos del empresario.
En esta nueva era Milei, ¿Ingresamos en un nuevo ciclo de ajuste sobre la fruticultura del Valle, ahora con epicentro en las empresas? Un pregunta muy difícil de responder a solo un año de gestión de esta nueva administración. Sin embargo, comienzan a aparecer señales en el horizonte. El hecho de que no estén definidos los precios de las peras y manzanas para la temporada que viene, o la postergación de pagos pendientes para después de la cosecha sobre algunos proveedores del sistema, muestran que hay problemas.
Días atrás trascendió la existencia de una importante reunión de empresarios frutícolas en Villa La Angostura. Poco se sabe de lo que conversaron allí los principales ejecutivos ligados a la actividad, lo que sí está claro que no se reunieron todos para celebrar la Navidad en familia.
Nueva era para la fruticultura
Luego de la devaluación inicial de diciembre pasado, apenas asumió el presidente Javier Milei, había una expectativa por parte de las empresas del aceleramiento del tipo de cambio que no se terminó cumpliendo. En el medio se registró una suba de costos en dólares, producto de una política cambiaria y reglas de juego distintas a las que se venían aplicando en los últimos años.
“Con la estabilización de la macro, la actividad dejó de concentrarse en lo financiero y tuvo que abrir paso a lo económico, y al manejo mucho más eficiente de sus estructuras”, aseguró un importante ejecutivo en conversación con +P. “Este desafío lo podemos llevar adelante si están dadas las condiciones para ello. Pero con un dólar oficial que crece por debajo de los niveles de inflación y costos de producción que lo hacen por arriba del nivel general de precios; todo se hace cuesta arriba”, completó la fuente con una profunda preocupación en su mirada.
Hay que recordar que el complejo de pomáceas frescas del Valle destina cerca del 55% de su fruta al mercado externo. La industria, por su parte, lo hace a una tasa superior al 85%. O sea que la producción de peras y manzanas de Río Negro y Neuquén tiene una dependencia importante -todavía- del comercio internacional. Y el atraso cambiario con costos internos crecientes termina siendo una ‘Espada de Damocles’ para el sistema.
Independientemente del manejo de los números que hayan hecho las empresas, es real que la competitividad no viene solo por el tipo de cambio, sino también por modificaciones en las actuales matrices impositiva, laboral y financiera. El Gobierno apunta a mejorar la competitividad empresaria por estas vías mencionadas, pero hay un problema de tiempos: las promesas oficiales para efectivizar estas modificaciones se podrán concretar en el mediano y largo plazo; las necesidades de las empresas del Valle son de corto plazo.
Pero no solo es la pérdida de competitividad cambiaria lo que está afectando sensiblemente la rentabilidad de las empresas frutícolas. Los importadores a los que le entregan la fruta, también están en problemas; en especial en Brasil, donde está emergiendo una crisis económica que está impactando en el tipo de cambio local y la inflación. Y el otro punto crítico es el financiamiento. Las nuevas vedettes del modelo que impulsa Javier Milei (energía y minería) están absorbiendo la mayor parte del financiamiento que tiene previsto el sistema. El resto de las actividades de riesgo, deberán esperar; y la fruticultura regional lamentablemente se encuentra en este último grupo.
Obviamente la situación de cada empresa frutícola del Valle de Río Negro y Neuquén es distinta como para evaluar cuan fuerte o débil está el sistema comercial del sector de cara a este cambio de paradigma económico, sin embargo todas están unidas por los problemas que genera tener una alta inflación en dólares. No hay que descartar fuertes reestructuraciones entre las frutícolas teniendo en cuenta que el atraso cambiario llegó para quedarse. Algunas están todavía a tiempo para hacerlo.
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