¿Es negocio la producción de avellanas en la Patagonia?
La región cuenta hoy con 4.000 hectáreas aptas para producir avellanas, pero solo hay 650 en el norte de la Patagonia. Claves para entender el negocio.
Si bien el origen de la avellana se lo encuentra en Asia, su nombre actual se la da la ciudad de Avella, en la región italiana de Campania, que también incluye a Nápoles, Salerno y Sorrento, y que pese a ser la menos conocida, fue la cuna de los inmigrantes que la trajeron a Sudamérica. Es el producto de una planta frutal, el avellano europeo (Corylus avellana) que se cultiva por esa zona italiana y también en Río Negro, provincia que concentra el 95% de la producción argentina.
Según el INTA, la superficie apta para el cultivo de avellanas asciende en Argentina a 4.000 hectáreas ubicadas en el Valle inferior de Río Negro, valles del río Colorado y del río Chubut. Pero como hoy la superficie implantada con avellanos alcanza a 650 hectáreas, puede reconocerse un gran potencial de toda la región involucrada.
Ya se dijo que casi el 95% de lo que se produce en Argentina, se produce en Río Negro. La presencia de la empresa Ferrero Rocher en la región fue un factor determinante, hace unos años, en base a una demanda pareja y sostenida, para incrementar los kilos de avellanas que se producen, ya que esa oferta es adquirida por la firma de bombones, que tiene también producción propia y varias hectáreas exclusivas. Igualmente, se dice que “la zona no es Ferrero-dependiente” y se rige por el mercado internacional.
El kilo de avellana se paga lo mismo en Río Negro, en Chile, y en Turquía (el mayor productor mundial) y hoy se ubica aproximadamente en u$s 3,10 el kilo entero de avellana. Si bien el mercado es estable, Turquía marca el paso y, por ejemplo, 3 años atrás tuvo problemas climáticos que afectaron su cosecha y el valor de la avellana saltó de u$s 3 a u$s 6 ese año. Hoy hay una expectativa negativa ante la posibilidad que haya una importación masiva de productos de otras partes del mundo, ante la liberación total del mercado y el incentivo generado desde el gobierno. A esto se suman las consecuencias de la situación climática que hubo en la temporada 23/24 (vientos en el otoño pasado que afectaron la polinización y cuatro heladas en la primavera, que generaron un rinde 15% menos a la media).
Para algunos productores como Rolando Citadella, todo es una cuestión de actitud, o de entusiasmo por diversificar. Hoy un productor referente, pero hasta ganar esa caracterización, pasó mucha agua bajo el puente.
“Tenemos una chacra de 60 hectáreas, comprada hace 25 años. Instalamos una capitalización de hacienda y enseguida apareció Ferrero invitando a productores que quisieran acompañarlos. Ellos entregaban las plantas a pagar a largo plazo, aunque finalmente el valor de las plantas no era muy relevante, así que empezamos con 5 hectáreas con plantas que -por alguno motivo que nunca nos explicaron bien- tardaron mucho en producir. Estuvimos a punto de sacarlas porque no crecían, no desarrollaban…No supimos si por falta de poda o faltaban barreras contra el viento. Tardaron como 10 años para empezar a producir. Hasta ese momento el gasto no era mucho pero no progresaban las plantas. En el fondo, no sabíamos nada del manejo. Y nosotros aguantamos porque eran pocas hectáreas respecto a las 66 que teníamos. Teníamos las vacas y no dependíamos del ingreso de la chacra. Y cuando la cosa comenzó a andar nos pareció conveniente plantar 5 hectáreas más de avellanos”.
- ¿Cambió su visión sobre el cultivo?
- Los nuevos avellanos produjeron mucho más rápido. Hoy están en plena producción después de 12 años. Así fue la introducción a los avellanos. Y después, bueno, en los últimos años hemos ido plantando de a dos o tres hectáreas. Y hoy estamos con una superficie de 20 hectáreas y de esas, 10 hectáreas están en producción.
- ¿Plantaron la variedad que compra Ferrero (Giffoni)?
- Mayormente sí. Pero también plantamos otra que conocemos como Romana. Y rinde mucho, más que la Giffoni.
- ¿Y cuánto rinde una planta?
- El mejor rinde lo tuvimos en 2022. Y en el 2020 también tuvimos un buen rinde. Alrededor de 3000 kilos por hectárea.
- ¿Y por hectáreas cuantas plantas entran?
- Unas 500 plantas. Sí, porque se plantan a 5 x 4. Son 5 metros de calles, donde pasas con el tractor, y 4 metros en la línea entre planta y planta. O sea, son 20 metros cuadrados por planta.
- ¿Es cosecha mecánica o manual?
- Por ahora es cosecha manual y siempre tenemos la misma gente con la que nunca tuvimos problemas. Y la cosecha se realiza desde que la fruta cae al piso, con su cáscara dura y puede mantenerse hasta un año. Es una cosecha amigable y la cáscara es muy hermética. La mano de obra, como para entender un poquito el trabajo, falta para la cosecha pero después el mantenimiento lleva riego y no mucho más.
- ¿Ahora terminó la cosecha?
- Sí. Ahora tenés a lo sumo algún riego; en junio empezás con la poda y seguís en julio. Y en agosto, junto con el riego y tres veces al año, se hace fertilización mecánica. Son dos fertilizaciones de suelo y una foliar (hojas). Luego se hacen las curas ya que puede ser atacada por pulgón. Y después hay que curar las calles para que no avancen los yuyos. Básicamente ese es el trabajo hasta la cosecha.
- ¿Los rendimientos son buenos?
- Los dos últimos años fueron malísimos. Horribles.
- ¿Fue el tema clima?
- El gran problema es la helada básicamente. Para tener una idea, en términos de producción, hubo 3200 kilos por hectárea en el 2022. Ahora, si miramos un índice base 100 y en el 2022 fue 100, en el 2021 fue 27, y en 2020 el índice fue de 90. Quiere decir que tuvimos un año muy bueno, luego uno muy malo. En el 2023 da 60 y un año muy malo ahora que da 23.
- Qué errático, ¿no?
- Eso quería decir. Y todo como consecuencia de una helada.
- Ahora ya cosecharon ¿a quién se la venden? ¿Qué hace usted con las avellanas?
- Una vez que se la cosecha, dependiendo de los años, hay que secarla. Pero los últimos años han sido muy secos. Así que, con dejarla orear al sol, alcanza. Y si fuera un año húmedo, tenemos un secadero con gas y electricidad, que se utiliza más para la nuez, porque la nuez necesita un secado urgente. Cuando tenemos mucha producción el grueso se los entrego a Ferrero, que se exporta. Esto era mientras rindió bien y el tipo de cambio era razonable. Pero durante los últimos tres años se complicó. Ahora se está acomodando bastante con un valor más real del dólar. Y la parte que no entregué va al mercado interno que siempre está firme porque la demanda interna supera a la oferta interna. Cada uno lo trabaja como quiere, nosotros entregamos todo el año la misma cantidad por mes o cada 15 días a mayoristas. No me complico. Si bien se puede sacar un precio mayor si la entrega en bolsones pelada, pero exige más laboreo y, personal. Son opciones.
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