Fruticultura del futuro: nuevos paneles fotovoltaicos en la producción de cerezas
La tecnología en la producción de cerezas avanza sin pausa. En Chile ya se están probando los paneles fotovoltaicos para eficientizar el uso del agua.
En un contexto de crisis climática y escasez hídrica, Chile apuesta a la innovación con un proyecto agrofotovoltaico para la producción de cerezas, pionero en Sudamérica. Este sistema combina la producción de energía solar con el cultivo de frutas, optimizando la eficiencia del uso del suelo y reduciendo el consumo de agua.
Los resultados iniciales en cerezos muestran mejoras en el rendimiento de la fruta, las tasas de crecimiento de los brotes, el área foliar y el contenido de clorofila, lo que refuerza el potencial de esta tecnología para transformar la agricultura del futuro. En un contexto de cambio climático que afecta al sector agrícola a nivel mundial, este innovador proyecto agrofotovoltaico surge como iniciativa para dar respuesta a este reto.
Centro de la producción
La iniciativa está ubicada en Chillán, en la región de Ñuble, una ciudad de unos 200.000 habitantes situada a 400 kilómetros al sur de Santiago de Chile. La economía de la región se centra en la producción frutícola y la industria agroalimentaria, lo que hace de este territorio un lugar idóneo para probar nuevas tecnologías en la agricultura.
El proyecto de paneles agrofotovoltaicos (APV) es liderado por la Universidad Adventista de Chile (UNACH), con la colaboración de la Asociación de Agricultores de Ñuble, el Gobierno Regional de Ñuble y el Instituto de Investigaciones Agropecuarias de Chile (INIA). Este último está a cargo de estudiar la validación técnica, fisiológica y productiva en cultivos de cerezos y frutillas.
"Este proyecto promete transformar la forma en que se producen los cultivos frutales al combinar la producción de energía solar con la agricultura. Es un esfuerzo sin precedentes en el que Chile busca no solo reducir los costos de producción y optimizar el uso del agua, sino también ofrecer una nueva fuente de ingresos a los agricultores", explicó Jorge Retamal Salgado, investigador de INIA Quilamapu, quien lidera la investigación ecofisiológica.
Carlos González, presidente de la Asociación de Agricultores de Ñuble, destacó la importancia de la iniciativa, calificándola como un programa pionero que puede marcar un antes y un después en la agricultura. "Si logramos generar energía limpia con estos paneles sobre los cultivos, no solo reduciremos costos, sino que también protegeremos los cultivos de la lluvia y el granizo, lo cual es fundamental en la producción frutícola", afirmó.
Impacto del proyecto en la producción de cerezas
Los estudios iniciales en cerezos han revelado datos prometedores. Bajo los paneles APV, la transmisión de radiación fotosintéticamente activa (PAR) superó el 60%, suficiente para que esta especie pueda realizar la fotosíntesis de manera eficiente. Además, se observó una reducción en la evaporación del agua, aumentando la disponibilidad de humedad en el suelo hasta en un 30%.
La tecnología también mejoró la calidad de las cerezas, aumentando sus niveles de azúcar y mejorando su dulzura y atractivo comercial. "Esta tecnología no solo produce energía renovable, sino que también protege los cultivos de la exposición solar directa, mejorando la calidad de la fruta y optimizando recursos clave como el agua", destacó Retamal.
Uno de los mayores beneficios de esta tecnología es el aumento en la eficiencia del uso del suelo, que según los primeros resultados del proyecto, se ha incrementado en más del 150%. Además, los paneles APV reducen la temperatura ambiente, disminuyen la evaporación del agua y ayudan a mitigar el impacto de fenómenos climáticos adversos, como la lluvia intensa y el granizo.
Otro aspecto innovador es que los paneles están hechos de vidrio en lugar de plástico, lo que evita la liberación de microplásticos al medioambiente. Esto representa un gran avance hacia prácticas agrícolas más sostenibles y menos contaminantes.
Comparación con sistemas fotovoltaicos tradicionales
A diferencia de los sistemas fotovoltaicos convencionales, que bloquean la luz y dificultan el crecimiento de los cultivos, los paneles utilizados en este proyecto permiten el paso de la luz necesaria para la fotosíntesis, equilibrando la producción agrícola con la generación de energía.
Retamal estima que esta tecnología podría extenderse a otros frutales con un punto de saturación lumínica similar, como el manzano, el arándano, la frambuesa y posiblemente el avellano europeo.
Uno de los principales desafíos para la expansión de esta tecnología es el costo. Los paneles APV son entre un 30% y un 40% más caros que los convencionales, por lo que se están desarrollando cristales más eficientes y asequibles para facilitar su adopción a gran escala.
Los beneficios económicos del APV incluyen ahorros en energía y la posibilidad de vender el exceso de electricidad a la red, lo que podría hacer que los agricultores recuperen su inversión a mediano plazo. Además, si se implementan subsidios, esta tecnología podría extenderse rápidamente.
Conclusión
El proyecto APV en Chile representa un hito en la innovación agrícola y energética, posicionando al país como un referente en sostenibilidad. Al combinar la fruticultura con las energías renovables, esta iniciativa abre nuevas posibilidades para afrontar los retos del cambio climático de manera eficiente y rentable.
Con el apoyo de instituciones como INIA Quilamapu, la Asociación de Agricultores de Ñuble y el Gobierno Regional, este proyecto podría marcar un antes y un después en la agricultura sudamericana, promoviendo un modelo de producción más sustentable y resiliente ante el cambio climático.
Fuente: Texto e imágenes: Pedro Andrés Soto Palma, Gerente de Comunicaciones del Proyecto, INIA Quilamapu, Chile. Publicado en Cherry Times con aportes de la Redacción +P..
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