Patagonia

Legado de una abuela pionera: cómo una mujer redefine el futuro de la producción de Patagonia

Desde Centenario, este proyecto de producción de nueces envuelve las historias de inmigrantes, de resiliencia, reconversión y el rol de la mujer en la producción agrícola.

Daniela Dietrich es la mujer a cargo del proyecto productivo Familia Dietrich. Es un ser inquieto que hace y defiende con pasión su labor y disfruta de trabajar en red con otras mujeres dedicadas a la producción. Al momento de escribir esta nota, Daniela contó que pensaba participar de un encuentro de mujeres rurales en Aguada San Roque, a unos 65 km de Añelo. Hasta allí se acercaron las productoras de distintas localidades para compartir experiencias, fortalecer lazos entre emprendedoras de Vaca Muerta, Confluencia y la Comarca. Daniela viajó junto a mujeres de su zona en Centenario, Vista Alegre y Chañar.

No es casual, para Daniela, el hecho de construir estos lazos con otras mujeres rurales. No solo forma parte de su vida diaria, sino que está marcado en su historia familiar. Su abuela materna, de origen checoslovaco, vino a la región como tantos inmigrantes a trabajar esta tierra, la misma tierra que fue pasando de generación en generación, y que reconvirtió su producción de peras y manzanas hacia la producción de huevos y, finalmente, hacia la plantación de nogales.

Daniela Dietrich (6)
De generación en generación, el legado del trabajo de la tierra.

De generación en generación, el legado del trabajo de la tierra.

“A mi mamá la crio mi abuela”, nos cuenta Daniela, aunque aclara que no es su abuela biológica y que en realidad ella no tuvo hijos, pero sí es su abuela de crianza. “Mi abuela era la que firmaba los cheques de la gente que trabajaba acá, la que tenía la titularidad de la tierra, el papá de mi abuela compró la chacra y ella la heredó”, recuerda. Daniela también pudo acceder a los documentos del consorcio de riego que indicaban que anteriormente esta tierra pertenecía a un hombre de apellido Pieroni, de origen italiano.

Una deuda histórica con las mujeres

Al repasar su historia familiar, Daniela reflexiona: “La defensa de la tierra productiva en la zona estuvo encabezada muchas veces por mujeres”, dice. “En los últimos años, hemos tenido un mayor protagonismo en liderar emprendimientos, en estar siendo parte a la cabeza. La cabeza visible”.

Sin embargo, admite que aún siguen siendo los varones los que tienen en la titularidad de la tierra y “esto se convierte en una traba cuando vos querés, por ejemplo, acceder a un crédito porque la titularidad es un requisito”, explica.

Daniela Dietrich (10)
La chacra cuenta con 5 hectáreas.

La chacra cuenta con 5 hectáreas.

“Cuando uno mira la historia de la producción en la zona, son pocas las mujeres protagonistas”, dice Daniela, refiriéndose a los relatos históricos oficiales. “Por eso recupero mucho la figura de mi abuela porque yo, cuando era chica, veía la historia de los pioneros y lo digo en masculino porque eran pioneros de Centenario y no aparecían mujeres productoras”, se lamenta.

Producción artesanal

Daniela Dietrich vive en la chacra con su madre y su hija y no solo se dedica a la producción, también continúa con su labor como docente y, además, ocupa un cargo de gestión en el Municipio de Centenario. Desde allí, trabaja en conjunto por la nueva normativa para la actividad del agroturismo, entre otros temas. Asimismo, Daniela también forma parte de la Red de Agroturismo de Centenario y Vista Alegre, con quienes realizan actividades en los diferentes emprendimientos.

Toda su actividad gira en torno a su quehacer diario, que la lleva a gestionar o a producir. La plantación de nogales, abre un mundo de oportunidades, de lazos y de intercambios, una vida social y laboral ligada a la producción.

Daniela Dietrich (11)
Nueces peladas a mano, cuidando cada fruto.

Nueces peladas a mano, cuidando cada fruto.

Esta experiencia es la que la llevó a diferenciarse de otros productores de nueces. Una de las particularidades de este emprendimiento, es que Daniela hace el pelado a mano de cada nuez, junto a su madre. Si bien le suma un poco más al costo final de venta, ella asegura que, a las nueces, no se le rompe esa primera capa de piel que tienen y que eso las hace de mayor calidad.

“Al no tener esa piel, la nuez se deteriora más rápido. Voy pelando a medida que voy comercializando. Esto es un trabajo artesanal… esa es mi propuesta de valor diferenciada frente a la nuez que vos podés comprar en Mendoza o de las grandes industrias nogaleras del país” explica.

Si bien la chacra de Familia Dietrich es de cinco hectáreas, actualmente se encuentra en producción una sola. “Me escriben dietéticas o negocios que quieren comprar a gran escala y cuando yo, claro, le digo el precio de mi nuez, no les conviene porque ellos en Mendoza la compran por mucho menos. O incluso acá también en la zona que hay muchos productores”, afirma y agrega que hoy en la provincia de Neuquén hay cerca de 400 hectáreas en frutos secos.

Daniela Dietrich (1)
Daniela, sonriente, a pesar de las contrariedades de la producción en la chacra.

Daniela, sonriente, a pesar de las contrariedades de la producción en la chacra.

Los desafíos de cada día

La familia Dietrich tuvo y tiene que atravesar varias dificultades en la chacra. Pasaron por varias heladas tardías que los llevaron a perder gran parte de la producción. También dos incendios, luego de los cuales prácticamente tuvieron que empezar de nuevo. Y a todo esto se suma el problema de los loros y las cotorras.

“Los loros llegaron ahora, las cotorras ya estaban, pero la cantidad de loros que hay, en este tiempo, no sé si los escuchás de fondo, pero está terrible”, asegura Daniela y nos cuenta que este tema “se lo planteamos al secretario de producción de la provincia, “como una problemática que se debe atender de forma urgente, porque te destruyen”.

A pesar de todas estas dificultades, la producción agroecológica de las nueces y la vida en la chacra siguen adelante, gracias al trabajo y el esfuerzo diario de Daniela y su familia, que incluye tanto la historia de su abuela, como la de su madre y su padre. Porque el amor a la tierra, ya sea adquirido o heredado, es capaz de soportar hasta los más duros combates, en pos de obtener los frutos que tanta satisfacción dan a quienes los producen.

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