Estados Unidos

Manzana: carrera tecnológica entre China y Estados Unidos

Se acelera la carrera tecnológica entre Estados Unidos y China para lograr una mayor productividad en alimentos. La manzana, no que da ajena a este contexto.

La guerra comercial más importante que se ha desarrollado en los últimos años no es, contrariamente a lo que algunos piensan, la guerra arancelaria que inició el presidente Donald Trump en estos últimos meses, sino la carrera tecnológica entre Estados Unidos (EE. UU.) y China, que comenzó al final de la era del exmandatario Barack Obama, se consolidó durante la primera presidencia de Trump y ahora recrudece en esta segunda gestión del magnate inmobiliario norteamericano al frente del Ejecutivo de su país.

Esta guerra tiene dos vertientes: por un lado, evitar que China logre posicionarse tecnológicamente a la par de EE. UU. (con implicaciones económicas y militares), bloqueando la transferencia de tecnología; y por otro, maximizar la distancia tecnológica con China, subsidiando la producción nacional. En este punto, hay que destacar que esta segunda derivada tiene importantes efectos para la Unión Europea, pues se puede traducir en un retraso tecnológico relativo, peligroso para el futuro del bloque económico.

Dentro de toda esta trama bélica, tecnológica y comercial, existe un producto clave tanto para China como para EE. UU.: la manzana. Para el gigante asiático, es un producto que está en la canasta de alimentos que considera como prioritarios dentro de su política de autoabastecimiento y seguridad alimentaria, iniciada hace poco más de dos décadas.

Para EE. UU., es una de las industrias frutícolas más fuertes que posee el país, y está la decisión política del presidente Trump de acelerar los procesos tecnológicos para hacerla mucho más productiva.

El siguiente video (hacer clic en "Ver en YouTube") resume con mucha claridad la carrera tecnológica que están recorriendo ambos países, no solo para posicionarse como líderes en la materia, sino también —fundamentalmente— para ganar competitividad bajando sus estructuras de costos.

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Manzana: un mismo producto, dos realidades

Sin dudas, la evolución que ha tenido la industria de manzanas de ambos países en estos años no fue pareja. Claramente, China —con una política que busca consolidar su seguridad alimentaria— tuvo un importante crecimiento en la producción de manzanas durante las últimas décadas.

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Tal como se detalla en el gráfico adjunto, el crecimiento que registró la producción de manzanas en China se ubicó en torno al 80 % en las últimas dos décadas. Y esto se dio, fundamentalmente, no por un aumento en la superficie plantada, sino por una mejora en la productividad (kilos por hectárea). La evolución de China ha sido impactante, pasando de una productividad de poco más de 13.000 kilos a mediados del 2000 a unos 25.000 kilos en estas últimas campañas.

Estados Unidos mantuvo relativa estabilidad en sus niveles de producción, con una alta productividad —mayor a la que presenta China—, reflejada desde hace ya tiempo.

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La estadística oficial refleja lo comentado en los párrafos anteriores. La producción de manzanas de Estados Unidos se mantuvo en estos últimos años entre las 4,1 y 5,3 millones de toneladas, con una productividad media levemente por encima de los 30.000 kilos por hectárea.

Distintos analistas internacionales aseguran que la carrera tecnológica en la producción de manzanas está siendo liderada por China, que todavía tiene cierto margen para aumentar su productividad con la superficie ya implantada.

Prioridades de uno y otro país

A diferencia de Estados Unidos, China se viene preparando desde hace más de dos décadas para producir manzanas y abastecer a sus poco más de 1.400 millones de habitantes. La idea, desde un inicio, fue limitar al mínimo las importaciones del producto, en pos de lograr la seguridad alimentaria frente a potenciales conflictos —armados o comerciales— con las potencias occidentales. Hoy, Pekín, con el caso específico de la manzana, ha logrado estos objetivos.

De ahí que, de las 48 millones de toneladas que se producen, más del 85 % se orienta al consumo interno, un 13 % va a la industria y menos del 2 % a la exportación. En Estados Unidos, esta matriz está conformada por un 57 %, 25 % y 18 %, respectivamente. Las estadísticas muestran, en este punto, que los gobiernos de Norteamérica no tienen como prioridad aumentar sus niveles de producción para fomentar el consumo interno.

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