Por segunda vez, el Valle pierde el mercado de manzanas de Brasil
Brasil históricamente ha sido un importante destino para las manzanas del Valle de Río Negro y Neuquén. ¿Por qué entonces cedió este mercado?
Brasil siempre ha sido un mercado de importancia para la Argentina. Y el sector frutícola no queda fuera de este esquema. Las primeras exportaciones a escala de manzanas del Valle de Río Negro y Neuquén y, en menor medida, de Mendoza y Buenos Aires hacia este destino se identifican a principio de la década del 60.
Fue una de las primeras actividades exportadoras en mantener una relación comercial con el vecino país. Las manzanas, fundamentalmente del Valle, eran muy demandadas por los mercados de Brasil, en especial Río de Janeiro y San Pablo, departamentos que concentraban más del 95% de la oferta exportable en aquel entonces. Con muy bajo nivel de tecnología en origen, las manzanas argentinas cubrían las góndolas brasileñas solo de marzo a julio de cada temporada, por lo menos hasta finales de la década del 60.
La manzana del Valle de Río Negro y Neuquén no tenía competencia en Brasil. Era un mercado cautivo en el que se obtenían interesantes retornos para el exportador. Misma tendencia se observó durante la década del 70, aunque ya en esos años las inversiones en nuevas tecnologías, en especial sobre almacenamiento en cámaras de frío, permitieron dar un salto importante a la actividad prolongando las fechas de envíos de manzanas a este gigante mercado.
Todo se desarrollaba sin ningún tipo de inconvenientes, Brasil demandaba manzanas y el Valle las abastecía. Sin competencia alguna, era como ir cazar en el zoológico. Pero dos eventos asomaron en forma progresiva en el escenario comercial de ambos países, generando cambios que, hasta ese momento, parecían poco probables que podían suceder.
El primero de ellos, local. La Argentina comenzó a padecer ciclos de crisis en su economía cada vez más cortos, con modelos intervencionistas, que atentaron contra el desarrollo de las economías regionales, dentro de las que se encontraba la fruticultura del Alto Valle. Este contexto terminó erosionando a todo el sistema. La calidad de fruta se vio afectada, los retornos se ajustaron y a los exportadores cada vez más le costaba llegar con sus manzanas a Brasil.
El segundo evento, y tal vez el más importante a tener en cuenta, fue la aparición del Estado de Brasil impulsando la producción de manzana en su país, que se inició a escala comercial en la década de 70 y aumentó su importancia de forma consistente hasta la década de 90. En todo este período se hicieron fuertes inversiones en la preparación de recursos humanos para el desarrollo una fruticultura de clima templado, en investigación, en la adopción de tecnologías modernas, en la plantación de cultivares más adaptados a las condiciones del sur del país, y en la gestión y organización de esta novel actividad.
Los productores brasileños recibieron inicialmente el incentivo del Gobierno para la implantación de este cultivo, y como consecuencia de este apoyo la producción de manzanas consiguió abastecer la demanda interna y sustituir casi totalmente la importación de esta fruta. El Valle de Río Negro y Neuquén perdía un mercado clave para la colocación de su oferta exportable.
Hasta mediados de la década de los años 70 Brasil importaba la totalidad de las manzanas consumidas, principalmente de Argentina, al no disponer de producción propia. En 1975 la producción fue ya de 1.500 toneladas, para pasar a 48.715 toneladas en 1980, a poco más de 330.000 en el inicio de la década de los 90 y a más de 700.000 toneladas a partir del año 2000. El promedio de las últimas temporadas (2020-2024) la cosecha de manzanas de Brasil se ubicó en torno a los 1,05 millones de toneladas.
Todo este cambio de escenario determinó que las importaciones a partir del año 2000 fueran testimoniales (principalmente a contraestación y de variedades concretas), importándose en todo este último tiempo solamente el 15% de la manzana consumida. Dicho cambio fue debido a que el Gobierno Federal concedió a principios de la década de los años 80 ayudas y exenciones fiscales a las empresas que se dedicaran a la producción de manzana, lo que originó que grandes empresas privadas brasileñas de sectores ajenos a la agricultura diversificaran su producción iniciándose de esta manera las primeras plantaciones a gran escala. Números oficiales aseguran que en las transferencias de recursos de parte del Estado hacia el sector privado -en todo tipo de exenciones y desgravaciones- alcanzaron los 500 millones de dólares a valores del año 2000.
Ahora, con Chile
Hasta la década del 70 el consumo per cápita de manzanas de Brasil apenas llegaba a los 1,5 kilos por habitante. A partir de los 80 ese valor fue creciendo, por la oferta de la cosecha local sumado a fuertes campañas de promoción de consumo del producto, hasta llegar en nuestro días a los 4,5 kilos promedio por habitante por año.
Este importante crecimiento del consumo permitió, a partir de mediados de los 90, que la oferta exportable de manzanas del Valle de Río Negro y Neuquén pueda volver a emerger en las góndolas de Brasil, aunque en forma marginal en relación a los volúmenes totales que ya manejaba el mercado del vecino país. Del promedio de 120.000 toneladas anuales que importaban en el período 1970-1990 se pasó a otro de 35.000 toneladas hasta mediados de la década del 2010. A partir de allí Argentina, vuelve a perder nuevamente el mercado de manzanas de Brasil, pero esta vez de mano de la oferta exportable de Chile.
La gráfica adjunta muestra con claridad como la manzana de Chile comienza a ocupar espacio en el mercado de Brasil y en los últimos años se posiciona de manera importante relegando a la oferta del Valle de Río Negro y Neuquén frente aun mercado que vuelve a demandar producto.
Los fríos números son crueles. A mediados de los 70 la Argentina llegó a exportar a Brasil 130.000 toneladas de manzanas. Cincuenta años después ese volumen se ubicará por debajo de las 30.000 toneladas. ¿Cómo es posible semejante retroceso con tan importante mercado pegado a nuestras fronteras? Chile, por el contrario, en la década del 70 ni siquiera producía manzanas para su exportación; y para el cierre de la presente temporada proyecta colocar en Brasil poco más de 110.000 toneladas de este producto.
En la década del 60 nadie en el Valle de Río Negro y Neuquén preveía que Brasil podía ser un productor de manzanas con cosechas en torno al millón de toneladas, el doble de la que hoy tiene la Argentina. Nadie tampoco en ese momento pudo vaticinar que Chile iba a llegar a exportar en la actualidad más de 500.000 toneladas de manzanas (casi 10 veces de lo que exporta la Argentina) y menos aún que, con su oferta, podía volver a desplazar a la manzana del Valle de Río Negro y Neuquén del mercado de Brasil.
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