Puente Cipolletti-Neuquén, la historia detrás de una obra clave
Junto con el puente ferroviario y el Dique Ballester, el puente carretero que unió a Neuquén y Río Negro es otra de las grandes obras de ingeniería que tiene nuestra región.
Si pensamos en estos territorios hacia fines del 1800 y principios de 1900, visualizamos pequeños poblados que se unen por caminos de tierra intransitables. Algunos de estos primeros asentamientos del Alto Valle se encontraron separados entre sí por los acaudalados ríos de la zona. Por este motivo, el hecho de cruzar por estos cauces de agua con sus bravías correntadas, siempre fue un enorme desafío para los pobladores originarios y colonizadores.
Es cuestión de imaginar que mientras ahora cruzamos en cómodos automóviles por el puente carretero, a la vez que escuchamos música o la radio, nuestros ancestros cruzaban el río Neuquén a caballo o arriba de alguna precaria embarcación poniendo en peligro su vida constantemente.
Consultado por +P, el historiador Ricardo Koon relata que, antes de 1902, “las comunicaciones terrestres entre la Confluencia y el norte neuquino, se realizaban por la costa norte del río Neuquén. Los botes comunes y luego un servicio de balsas, fueron entonces el único medio para cruzar carros, sulkys, vehículos y animales por el río. Sin embargo, muchas veces el servicio era interrumpido por las frecuentes crecientes del río”.
A partir de la construcción del puente ferroviario en 1902, “se facilitó además el tránsito peatonal entre ambas orillas -combinado con un servicio de automóviles en cada cabecera- hasta que el puente-dique Ingeniero Ballester de 1916, en la localidad de Contralmirante Cordero, permitió el cruce de vehículos” agregó el historiador, miembro de Número de la Junta de Estudios Históricos del Neuquén.
Estas obras no solo acompañaron el aumento del comercio con las grandes ciudades, sino también “el ingreso de nuevos inmigrantes, que se sumaron a las incipientes poblaciones ya asentadas en ambas orillas del río Neuquén desde antes del año 1900” en lo que aquel entonces se llamaban Limay o Colonia Lucinda y caserío de la Confluencia.
Un plan de unión vial
La iniciativa de construir un puente carretero sobre el río Neuquén se gestó en la década de 1930, “durante la gestión del entonces gobernador del Territorio Nacional del Neuquén; coronel Carlos H. Rodríguez” detalla Koon.
“Rodríguez observó que los pobladores y comerciantes se veían perjudicados por las barreras naturales… El paso de una ciudad a otra en balsa o bote no acrecentaba las posibilidades de desarrollo de la región. Este plan del gobernador tuvo principal atención por parte del gobierno Nacional, porque no solo uniría las principales localidades de la Confluencia, sino que sería un eslabón terrestre clave entre el océano Atlántico y la zona cordillerana” aseguró.
Koon también nos recuerda la famosa anécdota del Paso Fotheringham, que marcó el camino quizás sin querer para que el puente se construyera allí muchos años más tarde. “El comandante teniente coronel Ignacio Fotheringham, quien en 1879, en compañía de un sargento y un soldado, se arrojaron a caballo a las aguas del río Neuquén en busca de un paso para que el Ejército de Julio A. Roca, pudiese continuar su marcha hacia el sur” relató.
“La fuerte correntada los sacó de sus cabalgaduras y los arrastró unos 400 aguas abajo, emergiendo a la altura del actual puente ferroviario”, detalló. Esta anécdota de la historia dio lugar a la construcción de un monolito denominado “Paso Fotheringham” que hoy se encuentra en las cercanías del puente.
Los comienzos de la obra
La obra del puente carretero se licitó públicamente en 1934 “adjudicada a la empresa GEOPÉ. Fue financiada con recursos de la Ley Nacional de Vialidad Nº 11.658, la que establecía que el producto de sobreprecio de venta de combustibles sería destinado a la construcción de puentes y caminos”, describe Koon.
Cuentan las efemérides que hacia 1935 la empresa inicia oficialmente los trabajos y realiza el replanteo de la obra. Por su parte, el 26 de mayo de 1935, se coloca la piedra fundacional en un acto público, con las obras ya iniciadas, aunque no finalizadas.
“El acta firmada en esta oportunidad fue realizada en nombre del presidente de la Nación, general Agustín P. Justo… por el Dr. Manuel Alvarado, ministro de Obras Públicas de la Nación”. Al acto asistieron el ingeniero Emilio Poenitz, de la empresa GEOPÉ; el ingeniero Pablo Cantaluppi de Vialidad Nacional; el gobernador del Neuquén; coronel Enrique Pilotto, el de Río Negro, ingeniero Adalberto Pagano y el Juez Letrado Dr. Juan Julián Lastra, además de otras personalidades.
Según reza la documentación de la época “la obra del puente fue dirigida inicialmente por el ingeniero Emilio Poenitz y luego continuada por el ingeniero Omar Lettner hasta su finalización”. Se inauguró el 20 de febrero de 1937 “con una fiesta de tal magnitud, que prácticamente llevó hacia el puente a toda la población de la región, sirviéndose un asado popular y un vino de honor para las autoridades”, cuenta el historiador.
Sin embargo, los trabajos recién finalizaron el 17 de marzo de 1937. “El gobernador Pilotto, presionado por los productores frutales para el transporte de dichos frutos y en respuesta a las presiones de la prensa local, se ve obligado a inaugurar parcialmente el puente carretero con un corte de cinta protocolar. Realizándose el cruce con el primer vehículo del gobernador Pilotto y de 1.842 coches en las primeras seis horas”, finaliza Koon.
El fin del aislamiento vial
A partir de la utilización de este puente carretero que unió las dos provincias a un lado y al otro del río Neuquén y que marcó según Koon, “un antes y un después”, además de un explosivo desarrollo económico de la región. “Esto significó en gran medida el fin del aislamiento vial del Neuquén”, aseguró.
El Puente Carretero tiene una extensión total de 464.40 metros y está formado por 9 tramos de 51,60 metros cada uno, salvados con arcos atirantados de hormigón armado. Actualmente, el puente de aspecto ondulado en sus laterales, es de una sola mano, sentido Neuquén- Cipolletti, desde que se construyó el nuevo puente en la década del 90, que se utiliza para el regreso desde la localidad rionegrina.
Sin dudas, este puente forma parte del conjunto de las grandes obras que tiene el Alto Valle y es el paso obligado de aquellos que llegan por tierra hacia estos lares. Desde hace 87 años que cambió la forma de transitar los caminos y forma parte de la identidad cultural y de la historia de nuestra región.
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