Sudáfrica expande su negocio de manzanas mientras Argentina pierde terreno
La producción de manzanas en Sudáfrica mantiene altos niveles de rentabilidad. En la Argentina, pareciera que pasa todo lo contrario.
Esta semana se hicieron sentir en la región del Valle de Río Negro y Neuquén las palabras de Jacques du Preez, Gerente General de Comercio y Mercados de Hortgro, la organización que representa a los productores de frutas de pepita en Sudáfrica. El ejecutivo se refirió -en la página especializada Fresh Fruit Portal- al desarrollo de la presente temporada: "El futuro parece prometedor para la industria de las manzanas y las peras de Sudáfrica”. En esta misma línea de tiempo, el Gerente de la Cámara Argentina de Fruticultores Integrados (CAFI), Miguel Sabbadini, resaltó días atrás en una radio de Neuquén: "La perspectiva para esta temporada es terrible", refiriéndose al futuro de corto plazo que presenta la actividad regional. Llamativo, dos visiones sobre un mismo producto.
La industria frutícola de Sudáfrica sigue en ascenso con proyecciones optimistas para la exportación de peras y manzanas, mientras que Argentina enfrenta una crisis estructural que limita su competitividad en el mercado global. Según datos de Hortgro, el país africano proyecta un crecimiento del 4% en la exportación de peras y un 5% en la de manzanas durante la temporada 2025. En contraste, la fruticultura argentina experimenta un retroceso debido a la caída de la rentabilidad y la falta de competitividad internacional.
¿Qué es lo que diferencia a una misma actividad para que, en países con similares condiciones agroecológicas, en un caso pueda coexistir una industria exitosa y en otro se encuentre en un proceso de crisis estructural permanente? Sin dudas la respuesta está centrada en la multicausalidad de variables que están hoy interactuando en la actividad de ambos países. Sin embargo, hay diferencias claras que emergen entre la producción de manzanas de Sudáfrica y Argentina. Intentaremos, en las líneas a continuación, dilucidar alguna de ellas, centrándonos en este primer escrito específicamente en la producción de manzanas.
Superficie de manzanas
Tomando como referencia, la década 2014-2023, que es hasta donde hay estadística cerrada de ambos países, se puede observar que la superficie implantada de manzanas en Sudáfrica se ubica en poco más de 25.100 hectáreas, valor que representa una caída del orden del 1% interanual, pero muestra un crecimiento del 10% cuando se la compara con los valores consolidados diez años atrás.
Por otro lado, la superficie implantada en Patagonia Norte (Río Negro y Neuquén que concentra la totalidad de las hectáreas de manzanas de la Argentina) se ubicó en 2023 en las 16.700 hectáreas, un número que muestra una baja cercana al 1% en relación con el año anterior y del 24% cuando se lo compara con los niveles de 10 años anteriores. El Valle de Río Negro y Neuquén perdió en términos nominales en tan solo una década más de 5.200 hectáreas de manzanas. Una cifra no menor. Llevada a producción, estamos hablando de poco más de 180 millones de kilos de manzanas que desaparecieron de los mercados en este breve lapso bajo análisis.
Esta es tal vez la primera señal que da cuenta, con las frías estadísticas, que la producción de manzanas en la Argentina está en crisis, mientras que en Sudáfrica, por el contrario, los inversores siguen apostando a la producción de este noble alimento.
Rendimientos por hectárea
Una de las variables más importantes que presenta la fruticultura, como para definir su nivel de competitividad, es el rendimiento por hectárea que presenta. Esto equivale a decir cuántos kilos de manzana por unidad de superficie produce un país o una región. Cuanto mayor sea ese número, mejor, ya que impacta en forma directa sobre los costos fijos de la actividad.
La gráfica adjunta muestra con claridad el posicionamiento que tiene cada uno de los países bajo análisis sobre esta variable. La estadística presentada, a su vez, dos variables para su observación. La primera de ellas que es que en 2023 -últimos datos oficiales existentes- la productividad de Sudáfrica alcanzaba en promedio -incluye a las plantaciones sin producción, en desarrollo y en plena producción- las 53.300 toneladas, un valor 70% mayor al que producen la explotaciones del Valle de Río Negro y Neuquén.
En segundo término, los datos oficiales detallan que la productividad en Sudáfrica mejoró en los últimos diez años a una tasa del 34% mostrando una mejora sostenida a partir de la temporada 2018 con la aparición de fuertes inversiones para estabilizar los niveles de cosecha y buscar calidad en su oferta exportable. La productividad en la Argentina no tiene una tendencia definida y de ella depende fundamentalmente el 'añerismo' que presenta la cosecha de manzana.
Hay que tener en cuenta en este punto que si existe una alta productividad en una explotación, pero esta no se canaliza a través de altos volúmenes de cajas embaladas por hectárea, tampoco sirve para ganar competitividad. En este punto Sudáfrica no es un ejemplo importante, dentro del contexto global de los países productores como es el caso de Nueva Zelanda.
Exportaciones de manzana, claves en este contexto
Hace ya más de medio siglo, la estructura de producción y comercialización de la manzana en el Valle de Río Negro y Neuquén fue concebida y orientada a la exportación del producto. Estaba claro que el mercado externo era un destino que no tenía límites de volumen para colocar a diferencia del mercado interno que tiene un claro techo de consumo. Los países del Hemisferio Sur interpretaron, a partir de la década del '80 que por esta vía llegaría el desarrollo genuino de la actividad. Argentina tenía en ese momento algo a favor: ya estaba trabajando con su manzana en los mercados externos; es decir que tenía un activo que lo ponía al frente de esta nueva carrera exportadora. Pero, como en muchos otros aspectos, la fruticultura del Valle no aprovechó esta oportunidad, y en solo pocos años comenzó a perder protagonismo internacional siendo hoy la manzana un producto marginal dentro del contexto internacional de esta fruta.
Las estadísticas muestran aquí también cómo Sudáfrica aprovechó esta oportunidad y actualmente continúa su proceso de posicionamiento con la manzana en los mercados externos.
Los datos oficiales muestran que las exportaciones de manzanas de Sudáfrica crecieron en estos últimos diez años un 60% mientras que las colocaciones externas de este producto se desplomaron cerca del 50% en el mismo período bajo análisis. Dato que muestra la cruda realidad del valle de Río Negro y Neuquén.
Sin embargo, el país africano no muestra una matriz puramente destinada a la exportación, como sí lo hace Nueva Zelanda. Los niveles de fruta que se orienta a la industria son altos; pero a diferencia de la Argentina que solo exporta jugos concentrados hacia Estados Unidos, Sudáfrica tiene muy diversificada esta actividad ya que se le suma al concentrado todo tipo de industrialización como el desecado, chips, jugos, galletas, comidas para bebés y destilados, entre otros.
Del total de la producción de manzanas en Sudáfrica el 41% se orienta a la exportación, el 38% a la industria y el 21% al mercado interno. En el caso de la Argentina, la estadística muestra lo siguiente: hacia la exportación se orientó el 14% del total de la producción, el mercado interno absorbió el 44% y la industria el 42%.
Variedades de manzana, importante para la exportación
Si debemos mencionar para cualquier país productor alguna variable clave para el desarrollo comercial de la manzana en los mercados externos, esta es sin duda la variedad a ofertar. Hace ya más de dos décadas que distintas organizaciones (privadas y estatales) están estudiando el desarrollo de nuevas variedades de manzanas buscando adaptar las necesidades del consumidor a la oferta productiva. A la fecha hay cientos de nuevas variedades, muchas de ellas han logrado importantes avances en los mercados. Pero la mayoría han quedado en el camino. Los países productores de esta especie de la mayor parte del mundo están intensificando las inversiones en investigación para lograr una mayor penetración de la manzana en los mercado internacionales. Nueva Zelanda sin dudas es líder en estas iniciativas, aunque los países del norte de Europa e Italia, no se quedan atrás; lo mismo que Sudáfrica que en los últimos años ha realizado importantes inversiones para ello.
La Argentina, como en otros tantos puntos, ha quedado fuera de esta carrera. Ni el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) ni el sector privado han tenido políticas de desarrollo de nuevas variedades de manzanas.
Tal como detalla la gráfica adjunta, la principal variedad que tiene el Valle de Río Negro y Neuquén es la Red Delicious, que concentra el 66% del total de la oferta productiva. Una variedad que ya no tiene entrada en los mercados de Europa, Estados Unidos y Asia, donde los precios marcan un diferencial respecto de otros destinos. Hoy esta variedad está centrada en abastecer el mercado interno argentino y marginalmente algún nicho en Brasil.
Por su parte Sudáfrica tiene bien definidas las variedades que destina a la exportación, por lo general demandadas por los mercados de Asia y Europa, y variedades que ya están predeterminadas para la ser enviadas a la industria. Lógicas que claramente están alejadas de la actividad en la Argentina.
Algunas conclusiones
Como se menciona párrafos arriba, el Valle de Río Negro y Neuquén está encaminado a seguir profundizando su crisis si mantiene su estructura de matriz comercial asentada solo en el mercado interno y la industria de concentrado, que absorbe fundamentalmente fruta de descarte. Sin el apalancamiento de la exportación, no hay sistema productivo de la manzana que pueda desarrollarse en el actual contexto internacional.
Por otra parte está claro que, con los actuales niveles de productividad por hectárea, no hay forma de salir de esta coyuntura. Argentina es uno de los países que presenta más bajos niveles de productividad en sus manzanas. Nueva Zelanda, Sudáfrica, Australia, Chile, Estados Unidos, Europa y hasta Brasil, hoy superan al valle de Río Negro y Neuquén en este indicador. Los productores y empresarios locales deben trabajar rápidamente sobre esta variable para no solo conseguir más kilos por hectáreas sino más cajas embaladas por unidad de superficie.
El condicionamiento de las nuevas reglas de juego de la economía, es otra de las variables a analizar. Con la llegada del nuevo gobierno encabezado por Javier Milei, está claro que cambio el negocio para la fruticultura del Valle. En las últimas décadas fue un negocio financiero. Hoy es prácticamente comercial, teniendo en cuenta que todavía quedan algunas ventanas abiertas para obtener ganancias extraordinarias a través de enjuagues financieros. Pero la realidad muestra que estas ventanas tienen a cerrarse y las utilidades extraordinarias a desaparecer. La productividad, la mejora competitiva y la rentabilidad del sector pasa a ser hoy el centro de gravedad del sistema frutícola del Valle de Río Negro y Neuquén. Si las empresas no entienden este nuevo negocio, y no realizan los ajustes necesarios para adaptarse a este contexto, deberán disminuidas sus probabilidades de poder sortear la actual crisis del sistema.
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