Carpinchos: del meme a una oportunidad económica sostenible en Argentina
Los capibaras, sensación viral en redes, pueden conquistar Argentina con su carne nutritiva, cuero de lujo y ecoturismo sostenible. ¿Cual es el futuro de su aprovechamiento?
Los capibaras (o carpinchos) están de moda. Ya desde hace algún tiempo se convirtieron en una especie de sensación viral; con una avalancha de fotos, vídeos y memes que acumulan millones de visitas, especialmente en TikTok e Instagram. Este auge no es solo virtual.
El carpincho, el roedor más grande del mundo, captó la atención pública en los últimos años, no solo por su presencia en zonas urbanas como Nordelta (Buenos Aires), sino también por su creciente reconocimiento como un recurso natural con un vasto potencial productivo en Argentina.
Desde su carne nutritiva hasta su valioso cuero y el auge del ecoturismo, este mamífero semiacuático ofrece oportunidades económicas significativas, siempre y cuando se gestione bajo estrictos principios de sostenibilidad.
Un recurso con raíces históricas
La relación entre el ser humano y el carpincho en América Latina se remonta a miles de años. Culturas precolombinas ya lo utilizaban como una fuente esencial de proteínas, una práctica que persiste en comunidades rurales.
Actualmente, su aprovechamiento se diversifica y comienza con el consumo de su carne, que es una alternativa valorada por su perfil nutricional. Estudios comparativos revelan que es una opción con menos calorías y significativamente menos grasa que la carne magra de vaca y cerdo, y un alto contenido proteico (22.1% de proteína, 4.5% de grasa, frente a 21.5% de proteína y 6.5% de grasa en la res magra). Esta característica la posiciona como una opción atractiva para el consumidor preocupado por la salud.
Si bien históricamente su consumo se limitó a la subsistencia, hoy la carne de carpincho encontró un nicho en restaurantes exclusivos y tiendas especializadas en carnes exóticas, comercializándose tanto fresca como salada o industrializada. Un ejemplo de su valor en el mercado actual es el "carpincho deshuesado en escabeche".
Otra forma de aprovechamiento es el cuero. Es reconocido a nivel mundial por su excepcional suavidad, resistencia y su distintiva superficie granulada. Su alta calidad, impermeabilidad y flexibilidad lo hacen ideal para la fabricación de guantes y otros artículos de marroquinería de alta gama.
Históricamente, Argentina exportó un promedio de aproximadamente 110,000 ejemplares cazados por año entre 1940 y 2005, principalmente a Italia. No obstante, estas exportaciones cesaron en 2018, en parte debido a la dificultad para obtener certificaciones de origen legítimas y una creciente "conciencia ecológica" global. Curiosamente, los cueros provenientes de criaderos en cautiverio son de mayor valor y calidad que los de animales silvestres.
Bajo la lupa regulatoria
El aceite de carpincho, extraído de la grasa subcutánea del animal (un adulto puede rendir hasta 4 litros), fue tradicionalmente valorado como medicina para el asma en países Argentina, Brasil y Uruguay.
Sin embargo, su comercialización es limitada y está sujeta a estrictas regulaciones. De hecho, la ANMAT (Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica) prohibió la venta de productos como la "miel con carpincho reforzado" y un genérico "aceite elaborado con carpinchos" por carecer de autorizaciones y contener ingredientes no permitidos.
Ecoturismo, la apuesta sostenible
El ecoturismo se perfila como la alternativa de desarrollo económico más sostenible y compatible con la conservación. Los Esteros del Iberá, en Corrientes, son un destino principal para la observación de carpinchos, ofreciendo paseos en lancha, safaris, kayak y cabalgatas.
Previsiblemente, esta actividad genera beneficios económicos directos para las comunidades locales a través de servicios de guía, alojamiento y experiencias culturales. La provincia de Corrientes, donde el sector terciario (que incluye el turismo) contribuye con un 69% a su valor agregado, ha declarado el turismo como una actividad socioeconómica estratégica para el desarrollo local sostenible. El aumento de las poblaciones de especies reintroducidas, como los carpinchos, impulsa significativamente las oportunidades de observación de vida silvestre, estimulando el crecimiento del turismo.
Marco legal y el futuro de la cría sostenible
La Ley Nacional 22.421 de Conservación de la Fauna Silvestre declara de interés público la fauna y promueve su "aprovechamiento racional" y la "crianza en cautividad de especies silvestres con fines de explotación económica".
Las provincias, como Buenos Aires, regulan la habilitación de criaderos, exigiendo planes detallados de manejo, reproducción, sanidad y seguridad. Si bien el SENASA es el organismo nacional para la habilitación de granjas, se requieren certificados provinciales y municipales, así como el cumplimiento de normativas sanitarias y de bioseguridad.
En resumen, mientras sigue el auge de memes y muñecos para niños, lo cierto es que el futuro del aprovechamiento productivo del carpincho en Argentina dependerá de la capacidad de integrar la producción con la conservación.
La cría en cautiverio, con su potencial para productos de mayor calidad y un origen trazable, junto con el impulso del ecoturismo, ofrecen caminos prometedores para un desarrollo económico que respete y preserve tanto a la especie como a los humedales que habita.
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