El asado pampeano: Un jugador que permitió ampliar el consumo
El asado de la Patagonia se vende casi en las mismas proporciones. El kilo vivo de hacienda lejos de bajar, subió.
Pasado el furor de los primeros días, sin tantas ofertas en las redes sociales, la llegada de “asado de La Pampa”, luego de la flexibilización de la barrera sanitaria, deja hasta el momento dos primeras conclusiones: que llegó para quedarse, y que es otro producto, novedoso, pero diferente al asado tradicional que llega de campos y engordes de las provincias de la Patagonia norte.
Las definiciones las aportaron referentes de la industria cárnica de Neuquén y Río Negro, quienes tienen el pulso diario de lo que ocurre en los mostradores locales. Ante el asado patagónico, “es una alternativa en el momento de la decisión, que se amolda al bolsillo del consumidor”, destacó Sergio Rivas, del Frigorífico SR, mientras que Gustavo Bell, desde General Roca, sostiene que “se trata de otro artículo”, como si se tratara de un corte diferente. Y rescató un dato clave, y es que en la actualidad “se vende mitad y mitad”, y al mismo tiempo “no bajó la demanda del asado local”.
Más consumo de asado
De este modo, hay nuevos consumidores de asado, como también Rivas lo detecta en sus operaciones cotidianas. Sobre la apertura de la barrera, explicó que se trata de una medida “que acompaña al comerciante a tener un producto que la gente necesita, y por consecuencia, tiene un producto más para ofrecer, y acompaña al consumidor que, en el momento de la decisión, tiene una opción más barata”.
Eso, en la práctica, se traduce “en unas cuantas toneladas que antes no vendíamos de un producto que hoy, al tenerlo, lo vendemos”.
En términos generales, en las compras por kilo, la diferencia ronda los 3.000 pesos entre un producto y otro, rondando los 12.500 o 13.000 pesos el “asado de la pampa” y llegando a los 17.000 pesos el asado producido en la región.
El diferencial de precios entre ambos productos puede llegar hasta los 3.000 pesos, según las consultas realizadas.
“También se ha reacomodado el concepto de que era de mala calidad”, admite Rivas, quien detalló que “esos asados provienen de excedentes de exportación. Y como es un excedente, permite que el precio, entre comillas, venga subsidiado por los precios que se logran en la exportación del resto de los cortes”.
El asado de la región, otro producto
Reconoció sí que “la calidad no es la misma que la de un novillito joven, como el asado que se obtiene de animales de nuestra zona, que son superiores, sobre todo en terneza”.
Bell fue un poco más categórico, y a su juicio el asado del norte de la barrera no ganó más terreno porque “son todos animales engordados para exportación, y entonces están bastante pasados de grasa”, lo que se traduce en mayor “desperdicio”.
Luego de los primeros meses, en sus carnicerías detectó que “la gente se engañó un poco al comienzo, porque creían que el asado que iba a entrar era como el de acá. Pero no, en realidad es otro artículo”.
Planteadas así las cosas, a pesar de ser el mismo corte, en lo cotidiano operan como productos diferentes, y tal vez sea esa la razón por la cual no hubo grandes impactos en los precios del resto de los productos cárnicos. Más bien, todo lo contrario.
La flexibilización de la barrera sanitaria, sin efectos negativos
Para Rivas, con la apertura de la barrera “no solo que no se acabó el mundo, sino que la hacienda de la zona se sigue comercializando por una cuestión de oferta y demanda, es decir, que la demanda sigue superando a la oferta”.
Prueba de esa demanda sostenida es que el kilo vivo de los animales que se producen en Río Negro y Neuquén, lejos de bajar, ganó varios puntos porcentuales.
“Estamos ya en un 8% de aumento aproximadamente desde cuando ingresó el asado del norte de la barrera”, corroboró Rivas, aunque sí detectó que “hubo una pequeña baja justo cuando abrió la barrera, por los meses de marzo y abril, pero luego volvió a recuperar esa baja y hoy está un 4% arriba de los precios anteriores a la apertura, o sea que, punta a punta, la hacienda ya aumentó un 8%”.
El temor de los productores era que con la flexibilización de la barrera sanitaria, el precio del kilo vivo tienda a bajar. Nada de eso ocurrió.
Otro aspecto positivo de la flexibilización fue que se desalentaron los intentos de ingresar de manera clandestina los cortes con hueso, como dejaban en evidencia decenas de operativos realizados tanto en los puestos de control de la ruta N° 151, el de ruta N° 6 o el de ruta N° 22.
“Un poco dejó de ser un negocio que estaba en manos de delincuentes para estar en manos de los que están en el rubro, ya sea distribuidores o comerciantes directos”, acotó el empresario neuquino, y en ese sentido se mostró esperanzado con la posibilidad de que, “sobre todo con los resultados de las últimas elecciones”, se analice la posibilidad de que no solo ingrese el asado, “sino también el resto de los cortes con hueso provenientes del norte”.
Lo cierto es que, pasado el furor inicial, el consumo de asado con hueso del norte del río Colorado “se sigue sosteniendo, sobre todo porque estamos entrando en la época estival, y eso acompaña la venta de asado en general”.
Para Bell, por último, la venta del asado “pampeano” no fue un fenómeno arrollador “porque el manguito que tiene la gente, si bien está barato ese asado, tiene muchos desperdicios y compra el de acá”.
Fuente: Redacción +P.
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