Fuerte caída en la faena bovina de Río Negro: alertan por la sequía
Río Negro registró una baja del 11% en los primeros nueve meses de 2025 y advierten que el déficit hídrico podría seguir afectando al rodeo.
La faena de bovinos en el norte de la Patagonia —que abarca las provincias de Río Negro y Neuquén— totalizó, durante los primeros nueve meses de 2025, 154.394 cabezas, según datos difundidos por la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación (SAGPYA).
La cifra representa una caída interanual del 8% respecto del mismo período de 2024, y un descenso del 4% en comparación con el promedio de los últimos cinco años (2020-2024).
Este comportamiento negativo del sector refleja un escenario complejo en el que las condiciones climáticas adversas, la sequía prolongada y las diferencias estructurales entre ambas provincias explican buena parte de la tendencia. Si bien la producción ganadera sigue siendo una actividad económica relevante para la región, los números actuales encienden luces de alarma sobre su sostenibilidad a corto y mediano plazo.
Río Negro: la columna vertebral de la ganadería patagónica
Históricamente, Río Negro ha sido el motor ganadero del norte patagónico. Su amplia superficie productiva, sus pastizales naturales y su infraestructura consolidada le permiten concentrar cerca del 75% del stock bovino regional, mientras que Neuquén aporta el 25% restante.
En términos absolutos, se estima que Río Negro mantiene un stock promedio de 700.000 cabezas de ganado, frente a unas 220.000 cabezas en Neuquén. Este predominio también se refleja en la cantidad de establecimientos: alrededor de 3.200 unidades productivas bovinas funcionan en territorio rionegrino, mientras que en la vecina provincia neuquina existen unas 1.500.
La magnitud de estas cifras deja en claro el peso de Río Negro dentro del sistema agropecuario regional, no solo como productora de carne, sino también como generadora de empleo rural y actividad económica conexa. Sin embargo, durante 2025 la provincia enfrenta una caída significativa en la faena, atribuida a factores tanto climáticos como productivos.
Entre enero y septiembre de 2025, 119.592 cabezas fueron ingresadas a la industria frigorífica rionegrina. Esto representa una baja del 11% interanual y una reducción del 5% respecto del promedio 2020-2024, lo que confirma una tendencia descendente que preocupa a los productores.
El principal factor detrás de esta contracción es la severa sequía que afectó buena parte de las zonas ganaderas del Valle Medio, la Región Sur y el área de mesetas. La escasez de lluvias redujo la disponibilidad de forrajes naturales, limitó el acceso al agua y afectó el estado corporal de los animales. Como consecuencia, una menor cantidad de bovinos logró alcanzar el peso óptimo de faena, reduciendo la oferta hacia los frigoríficos.
Las proyecciones del sector advierten que, si las condiciones climáticas no mejoran, el stock de ganado bovino rionegrino podría caer de forma sensible hacia fin de año. Esto no solo tendría un impacto directo en la producción de carne, sino también en la economía rural, que depende fuertemente del ciclo ganadero para su sustentabilidad.
Neuquén: estabilidad relativa
En contraste con el panorama rionegrino, Neuquén logró sostener su nivel de actividad e incluso mostrar un leve crecimiento. De enero a septiembre de 2025, la provincia registró 34.802 cabezas faenadas, un incremento interanual del 3,5%, aunque con una leve caída del 1% frente al promedio de los últimos cinco años.
Este comportamiento diferencial se explica, en buena medida, por la estructura productiva más diversificada y tecnificada que presenta Neuquén. Aunque los establecimientos ganaderos son de menor escala, muchos de ellos cuentan con superficies bajo riego, lo que permite mantener la producción de pasturas y suplementar la alimentación del ganado incluso en períodos de déficit hídrico como los que enfrenta en la actualidad.
Gracias a este esquema más controlado, los productores neuquinos pudieron sostener sus stocks y niveles de faena, demostrando una mayor resiliencia frente a los eventos climáticos extremos que afectaron al resto de la región.
Dos realidades opuestas y un desafío común
El contraste entre Río Negro y Neuquén marca una brecha cada vez más visible dentro del norte patagónico. Mientras la primera enfrenta una retracción productiva por las condiciones ambientales, la segunda se consolida como un modelo de adaptación y eficiencia, apoyada en el manejo racional del recurso hídrico y en prácticas más tecnificadas.
Sin embargo, ambas provincias comparten un desafío estructural: la necesidad de fortalecer la sustentabilidad de la ganadería patagónica. Esto incluye políticas públicas orientadas a la mejora de la infraestructura rural, el apoyo a la inversión en riego, la recuperación de pastizales y la implementación de planes sanitarios y genéticos que mejoren la productividad.
La evolución del clima durante los próximos meses será determinante. Los analistas coinciden en que el retorno de las lluvias y la recuperación de las pasturas son condiciones esenciales para revertir la tendencia descendente en Río Negro. Asimismo, subrayan la importancia de programas de asistencia técnica y financiera que permitan recomponer el stock bovino y acompañar a los pequeños y medianos productores afectados por la sequía.
Si bien el contexto es desafiante, el potencial ganadero del norte patagónico sigue siendo significativo. La experiencia neuquina demuestra que, con manejo eficiente y planificación, es posible mantener la productividad incluso en condiciones adversas. De no mediar un cambio sustancial, 2025 podría cerrar como uno de los años con menor faena bovina de la última década, consolidando un escenario de transición que exigirá tanto resiliencia del sector privado como compromiso de las políticas públicas.
Fuente: Redacción +P.
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