Ganadería

El crédito volvió al campo: la ganadería casi duplicó su deuda en un año

El crédito jugo un papel fundamental al año pasado en la ganadería. Pasó de 457 millones de dólares a fines de 2023 a 852 millones de dólares a fines de 2024.

Años atrás, en este mismo espacio de noticias mostrábamos en números, cómo se financiaba el sector agropecuario en Argentina, en particular la ganadería bovina. En esta oportunidad, volvemos a retomar este tema en vistas de comprender los distintos períodos por los que transitó la ganadería en los últimos años, y en qué medida ha estado apalancada por fuentes de financiación externas al sector.

Basándonos en las series estadísticas que trimestralmente publica el Banco Central (BCRA), desagregadas por actividades, es posible analizar la evolución de los saldos de préstamos bancarios otorgados a empresas de ganado bovino, al 31 de diciembre de cada año. De este modo, en el primer gráfico se observa que el año pasado las empresas ganaderas casi duplicaron el nivel de endeudamiento, al pasar de un saldo de 457 millones de dólares a fines de diciembre de 2023 a 852 millones de dólares a fines de 2024. No obstante, medido en dólares, el monto total adeudado a fines de 2024 se encuentra ligeramente por debajo del promedio de la serie (2007-2024). El año que mayor endeudamiento registró el sector fue 2017, con 1.406 millones de dólares mientras que, dentro del período analizado, el año 2007 fue el que registró el menor nivel de endeudamiento, con un saldo final de 378 millones de dólares.

Sobre el total adeudado a fines de 2024, el 22% corresponde a saldos de préstamos tomados en moneda extranjera, unos 184 millones de dólares, mientras que los saldos restantes provienen de préstamos tomados en pesos que, convertidos al tipo de cambio de referencia, equivalen a unos 668 millones de dólares. En efecto, en este último año, se observa una fuerte recuperación del crédito concertado en moneda extranjera, luego de tres a cuatro años de muy baja participación. Durante los años 2018 y 2019, el sector llegó a registrar un mayor nivel de endeudamiento en moneda extranjera que en moneda local alcanzando el 54% del total adeudado.

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En el caso particular de la ganadería, estas estadísticas reflejan una gran parte de la financiación total que ingresa al sector, puesto que, a diferencia de la agricultura, es muy baja la financiación comercial que recibe por fuera del sector, en relación al capital invertido. En este sentido, la mayor inversión requerida para iniciar un planteo productivo –más o menos intensivo- consiste en la compra de la hacienda, algo que, en la mayoría de los casos termina siendo financiada por otro productor, a través de los plazos comerciales que se otorgan al momento de la venta.

Algo distinto sucede en la actividad agrícola, donde el mismo ciclo anual de producción, sumado a un sistema de comercialización a plazo sumamente consolidado, le permite al productor conseguir un mayor fondeo externo no solo de entidades financieras sino también de los mismos proveedores de insumos o, incluso, de fabricantes de maquinarias, a través de los que accede a plazos más largos.

Si bien la actividad ganadera ha logrado trabajar apalancando gran parte de la compra de hacienda a través de esta autofinanciación que logra encadenar entre los distintos eslabones de producción desde la cría a la faena-, lo cierto es que, muchas veces cuando lo que se intenta es retener vientres o extender los ciclos de invernada o engorde, ni los plazos comerciales, ni los costos de esa financiación resultan adecuados para esos fines.

En definitiva, esta escasez de instrumentos financieros con los que, en general, ha tenido que trabajar el sector a lo largo de los años termina reflejándose en el estancamiento en el que ha ingresado la actividad, tanto en términos de cantidad de cabezas en stock como de kilos de carne producidos.

En el siguiente gráfico se observa cómo, en los períodos en los que el sector recibió un mayor nivel de financiación, se redujo ligeramente el nivel de extracción de animales del stock nacional, aunque sin llegar nunca -hasta entonces- a plasmar una reducción lo suficientemente significativa como para lograr una recomposición plena y posterior expansión del stock.

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Lógicamente, a mayor nivel de extracción, es de esperar un crecimiento en la producción de carne lograda durante ese año. Del mismo modo, aunque sin llegar a asociar plenamente ambas variables dada la coexistencia de otros factores que afectan este comportamiento, vemos cómo en años en los que crece la producción, el sector tiende a reducir su nivel de endeudamiento, mientras que, en años en los que la producción baja, sus pasivos tienden a crecer.

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En 2024, el sector expandió su pasivo en 395 millones de dólares, lo que equivale a un crecimiento del 86% en nivel de endeudamiento. Parte de estos fondos, indefectiblemente, están asociados a los menores ingresos generados por las empresas, dado la menor producción y el aumento de costos que debieron enfrentar, no solo por factores macroeconómicos sino fundamentalmente climáticos. Sin embargo, parte de esta expansión de los pasivos ganaderos también puede estar orientada a financiar la retención de hacienda o, incluso, a nuevas explotaciones. Será este un punto a responder en los próximos meses, a la luz de los indicadores que termine reflejando la actividad.

Fuente: Rosgan.

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